88 - Pérdida de memoria.

Ernesto salió de la habitación de Anaís, su corazón palpitando con fuerza y el rostro lleno de angustia. Apenas había tomado unos pasos cuando se encontró cara a cara con el médico, quien, a pesar de su habitual porte sereno, parecía algo cansado. Sin poder contenerse, Ernesto lo interceptó.

— ¿Qué carajos pasó? — demandó, su voz llena de desesperación.

El médico se apartó ligeramente, evitando la confrontación directa. Con una calma forzada, le respondió:

— Te he explicado cuáles serían los resultados, señor Santos. Debes estar preparado y tener paciencia.

La desesperación de Ernesto creció. El semblante frío y poderoso que había mantenido hasta ese momento se desvaneció, dejando al descubierto su vulnerabilidad.

— ¿Ella... ella me recordará? — preguntó, la voz quebrándose al pronunciar esas palabras.

Anaís era la única que tenía ese poder.

El médico lo miró con lástima, y Ernesto sintió un torrente de emociones arremeter en su interior. Dios sabía cuánto se estaba conteniendo para n
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