CVII Codicia

Los días que siguieron los utilizaron en visitar las restantes atracciones turísticas de Francia, ninguna que Libi lograra inmortalizar en su memoria, por mucho que lo intentaba. Ella era la peor compañera de viaje, pero Irum resultaba incansable, admirable en su entereza y no renunciaba a su afán de sacarla de su trance, aunque tuviera que ir jalándola por todo el país.

Para el regreso necesitarían maletas extra, pues visitando las grandes casas de moda, con diseñadores de renombre mundial, Libi había multiplicado las prendas de su guardarropa. Ella simplemente asentía a lo que Irum ofrecía, así intentaba hacerlo feliz.

Para el quinto día, las energías de Irum ya iban en retirada y se relajó en la tina antes de la cena.

Por teléfono, Alejandro lo mantenía al tanto de lo que ocurría en casa.

—Si todo sigue bien con el proyecto, se estima que finalizaremos seis meses antes de lo previsto.

—Eso es estupendo, digno de tu eficiencia —lo felicitó Irum.

—En la cárcel, Iván Salas se involu
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