Deshacerse de él

Aidé paseaba por la Plaza Trinidad que se encontraba entre la calle Duquesa y la calle Mesones y caminó en dirección a la tienda de Shana, pero no se iba a comprar nada de ropa. Le gustaba ir a esa tienda porque era barata y le gustaba la ropa… pero no todas. Tenía su mente concienciada de que todo el dinero que ganaba era para su hijo, sus medicinas y para un futuro tratamiento y para una futura operación. Ella se tenía que conformar y comprarse la ropa en el Primark. Entró en la tienda y ojeó la ropa que nunca se compraría. Entonces recordó que el vestido de novia que Bergman le había comprado. “Con el dinero que se gastó en el vestido, hubiera pagado un tercio de la mitad del tratamiento… incluso me hubieran dado la plaza para el tratamiento” pensó y suspiró mientras se detenía en unas camisetas. Volvió a suspirar. Miró su reloj y al ver

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