Emily pasaba sus días trabajando y ahorrando para pagar sus estudios; y sobre sus planes lo menos que esperaba —o deseaba—, era enamorarse. Ya que, para ella, el hecho de entregar su corazón..., ya no lo concebía como una opción. Sin embargo, fue ahí —justo cuando todo parecía ir bien—, un incidente convierte su aburrida y monótona vida en un huracán de emociones, cambiando el rumbo de sus planes, volcando todo patas arriba. Entonces, frente a ese cruce de caminos, ante la conspiración de un destino que tiene todas las intensiones de envolverlos y llevarlos al límite de sus cabales y sentimientos..., este quizás —solo quizás—, traiga consigo una nueva oportunidad para amar. Pero, será ahí cuando..., Emily deberá decidir sí, ¿valdrá la pena tomar todos los riesgos que incluye enamorarse? Y aún más importante, frente a la adversidad que le avecina... ¿podrá el amor triunfar a pesar de todo?
Leer másUna semana antes de la boda…Íbamos por viernes.Las últimas semanas, con la plena consciencia que pronto el día llegaría, por las noches me llenaba de pesadillas, despertándome con una pesadez sofocante en el pecho, pues esos sueños se sentían tan reales, ellos juntos, amándose y yo…, siendo alejada de Kyan. Estaba aterrada, no podía negarlo, pensar que estarían juntos, que ya tenían que fingir que eran novios y que pronto su matrimonio, me tenía sumamente despavorida.Larissa era heredera de un gran emporio, una cantidad de empresas asociadas a Gross Inc., donde el presidente era el señor Santiago Gross, su padre. Y aunque trataba de no darle tanta importancia a su dinero, posición y clase, me era inevitable no compararme, ella había estudiado en los mejores internados y universidad de Europa, era hermosa, millonaria, ¿cómo iba a competir ante tanto? Y nada ayudaba a que cuando navegaba por el buscador me encontrara con fotografías de ella comprando, comiendo con personas importante
Una semana había pasado desde que Kyan había ido a buscarme y me había hecho aquella petición. Y me sentía feliz, ¿cómo no estarlo? Pues me había proporcionado aquella ancla que tanto necesitaba, lo que me infundió seguridad y que me ayudaría a mantenerme firme cuando los malos días por fin vinieran. Pues solo bastaría observar mi mano, aquel símbolo de su promesa, para seguir de pie. Me encontraba en una mesa en las afueras de la cafetería comiendo mi almuerzo, mientras estudiaba para una prueba que tendría al día siguiente a primera hora. Pronto mis amigos se unieron y comenzamos a hablar y a bromear. Aún no les había contado lo que el viernes pasado había sucedido, solamente que me había regresado a Campbell con mi novio, así que sin pensarlo mucho les conté. —Este viernes que pasó…, Kyan habló conmigo. —Me miraron interesados, les había contado un poco de lo que estaba pasando en la empresa y al igual que yo se sentían preocupados y un tanto desesperanzados, por lo que, la notici
Pasaron un par de semanas, tiempo en el cual el banco estudió la situación de la empresa. Pero con cada día que pasaba el estado de la compañía empeoraba, los trabajadores se marchaban al ver que el dinero de sus salarios no llegaba, los clientes se quejaban pues los pedidos no llegaban, los proveedores se marchaban. Y ante todo esto, yo solamente estaba a la espera que la decisión de Kyan fuera tomada, y sabia cual seria y tal cosa me tenía impaciente. Pero aún cabía la esperanza que el préstamo fuera aprobado y que todo tomara un mejor rumbo, uno que no implicase casarse. Estaba en la universidad, estudiando en la biblioteca para una prueba que presentaría la semana próxima cuando mi teléfono comenzó a vibrar, anunciando que me estaba entrando una llamada. Tomé mis cosas con rapidez y salí del recinto para no ser amonestada por la tí
Salimos y recorrimos las calles en silencio, no deseaba ir a mi casa, y tampoco alejarme de la seguridad que él me infundía, pero teníamos que hablar, saber qué era lo que pasaría, qué sería de la empresa, de él y sobre todo de nosotros. —¿No te importa si nos desviamos un poco? —preguntó, tiempo después de habernos puesto en marcha. Sacudí la cabeza en una negativa. —Por supuesto que no —respondí. Pasamos comprando comida, aun a pesar que yo me había negado, alegando que no tenía hambre, puesto que sentía el estómago revuelto, indispuesto y eso me dejaba sin ganas de pasar comida. Pero no le importó. Siguió conduciendo por la ciudad, alejándose del bullicio, adentrándose en zonas más calmadas, entonces reconocí el camino y sin saber porqué, algo dentro de mí me hizo saber que era lo que necesitábamos, un respiro de todo lo que ahí estaba pasando. Me llevó a una rivera que fungía también como parte del parque de Campbell, la misma reserva natural donde tiempo atrás, cuando todo co
No podía creerlo, simplemente era imposible que toda esa pesadilla que por tanto tiempo había temido sucediera…, se estaba cumpliendo. Justo en el momento en que la había echado a lo más profundo de mi memoria, justo cuando creía que podía ser feliz, que podía rozar el cielo. Kyan estaba con su rostro escondido entre sus manos, me dolía verlo así, comprender lo que estaba a punto de vivir, no era lo que deseaba, lo que yo anhelaba. —¿Qué pasó exactamente? —cuestioné, necesitaba saber la magnitud del problema. Pasaron varios segundos de silencio sepulcral. Un sollozó se escapó de mi boca sin poder evitarlo, esa situación estaba rebasando la poca paciencia y cordura que aún tenía. Descubrió su rostro y me miró con pesar, con dolor y culpa. —No llores por favor —suplicó, acercándose hasta donde me encontraba de pie—, voy a enmendar esta situación, te lo prometo. Haré todo lo que esté en mis manos para encontrar una solución que no me lleve hasta el punto de tener que casarme por compro
A pesar de todoYo siempre regresé a ti,Porque tú eres para míY yo para ti.Porque a pesar de todoMi amor por ti no desapareció,Sino pues, se fortaleció y sobre todo luchó,Luché por ti, mi amor.Así que siempre regrese a ti,Aun por encima de nosotros,Aun sobre tus miedos e inseguridades,Regresé por ti, regresé para quedarme.Porque en la causticidad de nuestro amor,Tú siempre fuiste para mí,Y yo, en la eternidad seria para ti,A pesar de todos, mi dulce amor.***Nota: Y con este poema entramos a la última parte de la novela. ¡Agarense de sus sientos!
Abrí mis ojos como platos y un grito ahogado salió de mi boca. Eso, eso... era abominable. Las lágrimas comenzaron a salir a borbotones de mis ojos, el miedo se arraigó a mis entrañas. ¿Quién podía odiarme tanto como para intentar matarme? Me levanté del sofá, estaba en la casa de Kyan, esperando por él, no podía simplemente irme y dejar todo botado, pero tenía que hacer algo. «Vamos, Emily. Tranquila, cuando venga Kyan se lo cuentas…, él me ayudará sí, él no va a dejar que nada te pase». El tiempo comenzó a transcurrir, la noche pronto cayó y Kyan estaba por llegar, pasé todo el rato pensando en qué hacer, pues una parte de mi no quería arruinar esa cena pero la otra, la que estaba aterrorizada, quería contárselo de inmediato. Habían atentado contra mi vida, ¡maldición!, ¿cómo demonios alguien puede estar tranquilo después de eso? Los minutos pasaban lentos y ya comenzaba a desesperarme pues temía que en cualquier momento algo sucediera…, que acribillaran la casa a disparos…, que
Las semanas pasaban, los exámenes llegaban y yo estaba de lo más aturdida, estudiando como loca, pero qué podía decir, debía hacerlo, era mi futuro del cual hablábamos. Sin embargo, todo mejoró cuando me entregaron mi auto, ya podía ir y venir cuando yo quisiera, iba a mi casa dos veces entre semana y los fines de semana que podía, sin embargo, cuando los periodos de evaluaciones llegaban no salía del departamento a menos que tuviera clases. Estudiaba mucho, el año que había tenido sin hacerlo me estaba pasando factura, supongo que mi cerebro se había tomado ese año de descanso muy en serio. Pero diablos, cuando el fin de semana llegaba y lograba pasar con Kyan casi todo el tiempo, todo parecía volver a cobrar sentido y vida. Mi cuerpo reaccionaba ante su presencia, todo era mágico, cada momento a su lado, sin mencionar que nuestros encuentros amorosos cada vez eran más imprevistos, arrebatados. Cada uno en lugar de aplacar el deseo lo avivaba como gasolina vertiéndose en una llamarad
—Seguimos al pie de la letra sus indicaciones. El trabajo está hecho, nadie se dio cuenta de nada. —Asentí con la cabeza, esperaba que así fuera. Y si todo salía como tenía planeado… solo era cuestión de tiempo y por fin todo volvería a ser como antes, a como debió de ser siempre. —Ten por seguro que si todo sale como tanto profesas, tu cuenta bancaria será gratamente beneficiada —respondí serena—, pero si cometieron un tan solo error que eche a perder todo… te juro que las pagaran con creces —amenacé sin titubeos. El hombre que trabajaba para mi asintió con la cabeza sin mostrarse perturbado por mi amenaza, supuse que la costumbre de tratar con personas peligrosas, tanto como lo podía ser yo, ya no le infundía temor. —Me ofende señorita, nosotros cumplimos con nuestro trabajo… —Nos levantamos de nuestros asientos, deposité un billete sobre la mesa, pago suficiente para saldar el escaso consumo que habíamos tenido. —Está bien, mañana a primera hora recibirá el último pago. Y a part