A pesar de todoYo siempre regresé a ti,Porque tú eres para míY yo para ti.Porque a pesar de todoMi amor por ti no desapareció,Sino pues, se fortaleció y sobre todo luchó,Luché por ti, mi amor.Así que siempre regrese a ti,Aun por encima de nosotros,Aun sobre tus miedos e inseguridades,Regresé por ti, regresé para quedarme.Porque en la causticidad de nuestro amor,Tú siempre fuiste para mí,Y yo, en la eternidad seria para ti,A pesar de todos, mi dulce amor.***Nota: Y con este poema entramos a la última parte de la novela. ¡Agarense de sus sientos!
No podía creerlo, simplemente era imposible que toda esa pesadilla que por tanto tiempo había temido sucediera…, se estaba cumpliendo. Justo en el momento en que la había echado a lo más profundo de mi memoria, justo cuando creía que podía ser feliz, que podía rozar el cielo. Kyan estaba con su rostro escondido entre sus manos, me dolía verlo así, comprender lo que estaba a punto de vivir, no era lo que deseaba, lo que yo anhelaba. —¿Qué pasó exactamente? —cuestioné, necesitaba saber la magnitud del problema. Pasaron varios segundos de silencio sepulcral. Un sollozó se escapó de mi boca sin poder evitarlo, esa situación estaba rebasando la poca paciencia y cordura que aún tenía. Descubrió su rostro y me miró con pesar, con dolor y culpa. —No llores por favor —suplicó, acercándose hasta donde me encontraba de pie—, voy a enmendar esta situación, te lo prometo. Haré todo lo que esté en mis manos para encontrar una solución que no me lleve hasta el punto de tener que casarme por compro
Salimos y recorrimos las calles en silencio, no deseaba ir a mi casa, y tampoco alejarme de la seguridad que él me infundía, pero teníamos que hablar, saber qué era lo que pasaría, qué sería de la empresa, de él y sobre todo de nosotros. —¿No te importa si nos desviamos un poco? —preguntó, tiempo después de habernos puesto en marcha. Sacudí la cabeza en una negativa. —Por supuesto que no —respondí. Pasamos comprando comida, aun a pesar que yo me había negado, alegando que no tenía hambre, puesto que sentía el estómago revuelto, indispuesto y eso me dejaba sin ganas de pasar comida. Pero no le importó. Siguió conduciendo por la ciudad, alejándose del bullicio, adentrándose en zonas más calmadas, entonces reconocí el camino y sin saber porqué, algo dentro de mí me hizo saber que era lo que necesitábamos, un respiro de todo lo que ahí estaba pasando. Me llevó a una rivera que fungía también como parte del parque de Campbell, la misma reserva natural donde tiempo atrás, cuando todo co
Pasaron un par de semanas, tiempo en el cual el banco estudió la situación de la empresa. Pero con cada día que pasaba el estado de la compañía empeoraba, los trabajadores se marchaban al ver que el dinero de sus salarios no llegaba, los clientes se quejaban pues los pedidos no llegaban, los proveedores se marchaban. Y ante todo esto, yo solamente estaba a la espera que la decisión de Kyan fuera tomada, y sabia cual seria y tal cosa me tenía impaciente. Pero aún cabía la esperanza que el préstamo fuera aprobado y que todo tomara un mejor rumbo, uno que no implicase casarse. Estaba en la universidad, estudiando en la biblioteca para una prueba que presentaría la semana próxima cuando mi teléfono comenzó a vibrar, anunciando que me estaba entrando una llamada. Tomé mis cosas con rapidez y salí del recinto para no ser amonestada por la tí
Una semana había pasado desde que Kyan había ido a buscarme y me había hecho aquella petición. Y me sentía feliz, ¿cómo no estarlo? Pues me había proporcionado aquella ancla que tanto necesitaba, lo que me infundió seguridad y que me ayudaría a mantenerme firme cuando los malos días por fin vinieran. Pues solo bastaría observar mi mano, aquel símbolo de su promesa, para seguir de pie. Me encontraba en una mesa en las afueras de la cafetería comiendo mi almuerzo, mientras estudiaba para una prueba que tendría al día siguiente a primera hora. Pronto mis amigos se unieron y comenzamos a hablar y a bromear. Aún no les había contado lo que el viernes pasado había sucedido, solamente que me había regresado a Campbell con mi novio, así que sin pensarlo mucho les conté. —Este viernes que pasó…, Kyan habló conmigo. —Me miraron interesados, les había contado un poco de lo que estaba pasando en la empresa y al igual que yo se sentían preocupados y un tanto desesperanzados, por lo que, la notici
Una semana antes de la boda…Íbamos por viernes.Las últimas semanas, con la plena consciencia que pronto el día llegaría, por las noches me llenaba de pesadillas, despertándome con una pesadez sofocante en el pecho, pues esos sueños se sentían tan reales, ellos juntos, amándose y yo…, siendo alejada de Kyan. Estaba aterrada, no podía negarlo, pensar que estarían juntos, que ya tenían que fingir que eran novios y que pronto su matrimonio, me tenía sumamente despavorida.Larissa era heredera de un gran emporio, una cantidad de empresas asociadas a Gross Inc., donde el presidente era el señor Santiago Gross, su padre. Y aunque trataba de no darle tanta importancia a su dinero, posición y clase, me era inevitable no compararme, ella había estudiado en los mejores internados y universidad de Europa, era hermosa, millonaria, ¿cómo iba a competir ante tanto? Y nada ayudaba a que cuando navegaba por el buscador me encontrara con fotografías de ella comprando, comiendo con personas importante
Te encontré cuando no te buscaba,Pero sin saberlo ya te esperaba.Te quería cuando no lo hacíaY te pertenecía aun cuando no lo sabías.Te encontré en el peor momento;Cuando me creía vacía,Cuando me sentía hundida por mí tormento,Me demostraste que aún vivía.Te encontré y te di mi corazón;Lanzándome en un mar de dulces emociones,Hundiéndome en un vaivén de agridulces sensaciones,Y llevándonos en un oleaje de amargos desazones.Te encontré y nada fue ya igual,Te encontré y te comencé a amar.N/A: Espero que la historia sea de tu agrado y desde ya muchas gracias por leerme. ❤️
« ¡Maldita sea, estoy muerta!», fue lo primero que mi mente pudo hilar luego de ver como una gigantesca camioneta venía en mi dirección a toda velocidad. «Eres una inconsciente, Emily», apremió la voz en mi cabeza, retandome por la forma tan irresponsable con la que había decidido cruzar una de las calles principales de Campbell, California.¿Razón de mi casi letal descuido? Pues el más absurdo de todos... ¡Cuidar de un helado!, si, ¡lo sé!, patético, pero todos alguna vez cometemos un error así, ¿no?« ¡Claro!, pero no uno tan grave», espetó mi mente.Para mi defensa, ese día no había comenzado de la mejor manera. Había mandado mi solicitud para entrar a la universidad y estaba nerviosa; porque estaba consciente que por ir un año atrasada podían no aceptarme ni concederme una beca, así como, el trabajo había sido más pesado de lo habitual, entonces, cuando quise darme un respiro de todo mi estresado día y decidí hacerlo comprándome mi helado favorito, jamás, nunca, se me cruzó por la