—Señor Denti —carraspea
—Estoy aquí, ¿dónde se encuentra? —miro hacia todos lados un tanto nerviosa.
—Estoy… por fuera de la cafetería se llama…
—La he visto —y la llamada se termina. Me quedo mirando el móvil y no me puedo sentir peor. Mis ojos van hacia todos lados y justo detrás de mi escucho la voz rasposa tan conocida, solo que ahora mucho más intensa.
—Señorita Moore —me giro en mis talones y alzo los ojos para encontrarme con un hombre mayor… pero en excelentes condiciones. Lleva un exquisito traje color azul. Su cabello peinado hacia atrás y puedo observar las entradas en su frente. Su nariz es un poco grande pero se ve bien en él. Es muy… atractivo.
—Señor Denti —me apresuro a extender mi mano y él la toma. Siento un extraño revoloteo en mi barriga. Me parece que es por los nervios—. Bienvenido, por favor acompáñeme.
Me libera de su agarre de forma repentina y le indico el camino hacia la salida. Trato de tranquilizarme y repaso las acciones que tengo que hacer, tengo que entablar una conversación.
—¿Su vuelo fue satisfactorio? —me mira de forma atenta mientras arrastra una maleta con su mano—. ¿Tiene más equipaje que recoger?
Se detiene mirándome de forma fija. Sus ojos son sumamente oscuros.
—No, no tengo más equipaje —asiento y vuelvo a indicarle el camino. Salimos del aeropuerto y me encuentro con Joaquín en el mismo lugar. Le dedico una sonrisa nerviosa mientras trago saliva.
—Señor Denti, buenas noches —mi jefe solo asiente y se detiene antes de subir.
—Usted primero —asiento rápidamente y me adentro en el auto. Me coloco en el otro extremo y miro como Joaquín cierra la puerta. El silencio me parece tormentoso.
—¿Quiere ir directo a su casa? —me mira de nuevo de forma fija y por poco siento que me desubico.
—Quiero ir a cenar —asiento y siento como Joaquín se adentra al auto.
—¿Algún restaurante en especial? —su semblante es tan inexpresivo que me asusta, pero eso solo aumenta su masculinidad.
—Elija usted. Hace tiempo que no estoy por aquí —le dedico una sonrisa rápida y me inclino hacia Joaquín.
—¿Joaquín sería tan amable de llevarnos a Paco’s? —el chofer asiente y comienza a conducir. Trago saliva y me giro un poco hacia la ventana. Mi móvil suena y miro que es Paulino.
—Hola —escucho música en el fondo.
—No me dijiste que irías por él —carraspeo
—Señor, no creí que fuera un problema —suspira
—No te preocupes Jenna, solo… si se pone pesado llámame —frunzo el ceño.
—Gracias —y termino la llamada. ¿A qué se refiere?
—Era Paulino, ¿No es así? —su voz me sobresalta, lo miro con los ojos bien abiertos y le dedico una sonrisa.
—Sí señor, solo quería saber si estaba bien y…
—Quiso prevenirte… —bufa—. Cree que no podré controlarme.
—No, señor —frunzo el ceño y miro como alza una ceja, cada vez me resulta inexplicablemente más atractivo.
—No me quieras ver la cara de estúpido tú también Jenna —su tono me hace quedarme helada. Jamás se había dirigido a mí por mi nombre de pila.
—Jamás quise faltarle al respeto señor —asiente y desvía la mirada hacia la ventana.
El camino se me hace eterno y cuando por fin llegamos al restaurante Joaquín abre la puerta. El señor Denti sale del auto, sorprendentemente espera a que salga y me da su mano para ayudarme. El contacto de nuevo por poco me hace desfallecer.
Caminamos hasta el lugar y saludo a la amable mujer de la recepción.
—Señorita Jenna, que gusto verla —sonrío
—Igualmente Isabella—contesto con una sonrisa. La mujer me mira y luego al señor Denti.
—¿Mesa para dos? —estoy a punto de contestar cuando el señor Denti se anticipa.
—Pues claro, ¿o es que no ve que estoy aquí? —abro la boca y la cierro de golpe. La mujer me mira con los ojos bien abiertos.
—Disculpe, yo no quise…
—Sí quiso, ahora denos la mesa —me quedo como estatua al escuchar sus palabras. ¿A esto se refería Paulino?
Caminamos hasta una mesa casi en el centro del local. El señor Denti no se tardó en mostrar su descontento.
Este es uno de mis restaurantes favoritos en la ciudad. Algunas de las cenas o comidas de negocios los hacemos aquí. Uno de los camareros, que la mayoría del tiempo me atiende, se acerca.
—Señorita Jenna, que gusto verla, Señor, buenas noches —el hombre se inclina y nos otorga un par de cartas para después retirarse.
—Es muy conocida en el lugar —dice con voz ronca.
—La mayoría de las juntas de trabajo se hacen aquí, la comida es deliciosa al igual que el servicio —bufa
—No estoy de acuerdo con lo del servicio —mis labios se juntan. Pero si ha sido él quien le ha faltado el respeto a la recepcionista—. ¿Qué me recomienda?
—¿Quiere que pida yo? —asiente y deja el menú en la mesa de forma despreocupada y llama al camarero.
—Vino, el mejor del local y que sea seco. Y… ¿se puede fumar aquí? —el camarero me mira y luego a él.
—No señor, una disculpa —Denti bufa y hace un ademán con la mano. Me apresuro a hacer el pedido, evitando los alimentos que sé que no son de su agrado y el amable camarero se retira apenado.
—Espero que la comida sea buena —me remuevo incómoda.
—Señor lo siento, para mí es un excelente restaurante y…
—No se disculpe Jenna —aprieto mis labios de nuevo—. Y me animaré a decirle que es usted muy bella.
—Gracias —mis ojos se abren y siento como mis mejillas se sonrojan.
—Después de trabajar para mí ¿cuántos meses?
—14 meses como su asistente —completo y él asiente frotándose la barba perfectamente afeitada.
—14 meses, un trabajo incomparable, la felicito —asiento con una sonrisa enorme.
—Gracias señor —el camarero comienza a servir el vino de forma hábil. Se retira dejando la botella en una pequeña cubeta de lámina.
—Degústelo por favor —invita el señor Denti. Asiento y llevo la copa a mis labios. Doy un sorbo y lo seco del vino cala mi garganta. Sonrío.
—Es bueno —asiente
—Es perfecto —alza una ceja y empuja la copa a sus labios—. ¿Te pago bien?
Lo repentino de su pregunta me hace sonreír, dejo la copa sobre la mesa.
—Si señor —sus labios son una fina línea inexpresiva, asiente y justo en ese momento la comida llega. Deliciosas pastas preparadas con ingredientes orgánicos llenan mis fosas nasales. Es delicioso lo juro.
—Provecho —digo y él asiente. La cena transcurre en silencio. Me encantaría saber lo que está pensando. De vez en cuando alzo la mirada para encontrarme con sus ojos oscuros mirándome pero no soy capaz de sostener la mirada por mucho tiempo así que me concentro de nuevo en mi cena. El señor Denti es… extraño.
Él.No puedo dejar de mirarla. Me siento como un idiota embelesado por su belleza. Por su naturalidad. Por sus labios.Empuja de nuevo la copa en su boca y ese movimiento se convierte en lo más embriagante para mí. Jenna es muy hermosa. Es una chica preciosa con un cuerpo que te invita a delirar. ¿Qué estoy diciendo?Trato de controlar mis ojos y concentrarme en cenar. La comida es deliciosa, tenía razón. La chica me mira con una sonrisa y juguetea con el tenedor.—¿Le ha gustado verdad? —pregunta después de varios intentos, asiento y meto otra albóndiga en mi boca—. Es que el lugar es fenomenal. Me encanta. Me he relajado un poco después de la cena. La compañía del señor Denti me resulta muy agradable, es muy callado, me observa demasiado pero me siento tranquila, nada como lo describió Paulino.Vamos directo hacia mi departamento. No hemos intercambiado ninguna palabra pero no es necesario. Finalmente Joaquín se aparca y suspiro.—Muchas gracias por traerme a casa, espero su cena haya ido bien, después de mucho tiempo sin estar aquí —el Señor Denti me mira expectante, al no recibir respuesta me siento un tanto extraña pero al fin contesta.—Fue mejor de lo que pensé Jenna, debí de haber vuelto antes —su tono y palabras me confunden, pero al final sonrío. Abre la puerta y sale para después ayuCapítulo 5
Él.Parezco un adolescente al tenerla cerca. Ni siquiera con Andrea llegue a sentir esta sensación, esa desesperación por volverla a ver.Estoy… impresionado. Sabe todo sobre mí. Sabe a lo que soy alérgico y lo que no me gusta, sabe cómo tomo el café. Entonces ¿Cómo es que no se da cuenta que me tiene como un bobo? Bobo por ella. ¿Cómo es que no se da cuenta que desde que la vi por primera vez quedé flechado?Probablemente se asuste un poco, soy mayor que ella pero estoy seguro de que es para mí. La quiero conmigo, es preciosa es… escucho como el móvil suena. Andrea, de nuevo.—¿Sí? —escucho como grita
He llamado varias veces al hotel dónde he organizado la fiesta del señor Denti. Estoy a punto de salir hacia el lugar cuando mi jefe sale de su oficina.—¿Va a salir Jenna? —asiento rápidamente—Tengo que hacer unos pendientes que el señor Paulino me ha delegado —miro como frunce el ceño—Bien —carraspea y luego reacomoda su camisa. Desvío la mirada para no parecer una boba, pero me doy cuenta que él no se mueve—. Jenna—Dígame —se acerca hasta mi escritorio y apoya sus manos casi sobre mí. Desde mi perspectiva se ve mucho más intimidante. Sus ojos parecen cansados y tristes, leves arrugas se marcan en su frente y en s
El fin de mi jornada ha llegado. Tecleo un par de cosas, en mi portátil. Este correo se le enviará automáticamente mañana por la mañana al señor Denti, tiene los pendientes del día y una especial felicitación por su cumpleaños. Doy guardar y apago el portátil.Estoy guardando mis cosas cuando la puerta de su oficina se abre. Me giro hacia donde él y me llama con su dedo índice, no hemos hablado desde lo que pasó hace un par de horas. Ese tosco beso… Me pongo de pie casi de inmediato y reacomodo mi falda. Camino hasta la oficina y me adentro no sin antes mirar si hay alguien detrás de mí. Cierro la puerta y me giro hacia él.—Se quedará Jenna —dice con su ronca voz, me recorre y hace mi cuerpo estremecerse, sonrío
Nos apartamos casi sin aliento. Me encuentro con sus ojos oscuros y luego estos van directo a mis labios. ¿Qué ha sucedido?, lo he besado.Desde que lo vi por primera vez en el aeropuerto lo he deseado. Esos finos labios. Es tan salvaje y posesivo como lo imagine, pero a la vez sé que le abruma el hecho de que pueda haber alguien más. Su deseo sobrepasa cualquier barrera que pueda haber.—Está jugando conmigo, Jenna —niego y alzo mi mano hasta llegar a su rostro afilado, hace tiempo que quería acariciarlo.—No Señor —sonríe asintiendo—Soy un hombre mayor fijándome en una joven que tiene toda una vida por delante y… puede tener a quien sea a sus pies, claro que
Abro los ojos de manera tranquila. Hoy es sábado. Eso solo significa una cosa. Descanso. Me siento de apoco en la orilla de mi cama. Estiro mis piernas, cuello y brazos. Miro hacia la mesita de noche y la pantalla se ilumina. Tomo el móvil.>Señor Massimiliano Denti 12:32 am<Estoy afuera de su apartamento, he llamado varias veces.>Señor Massimiliano Denti 01:12 am<Jenna, solo quería disculparme.>Señor Massimiliano Denti 03:42 pm<Sigo pensando en sus besos.Mierda. Pestañeo varias veces y vuelvo a leer los mensajes. ¿Es mi jefe el que los ha mandado? De forma instantánea la piel se me eriza al recordar sus besos, sus finos labios, sus manos en mi espalda y en que
Él.La miro ligeramente adormilada y no puedo creer que haya sucedido al fin. Me siento enfermo al pensar de una manera tan obsesiva. Pero me importa poco. Jenna tiene que ser mía, hoy y cada noche. La quiero mía, la necesito mía.¿Pero qué mierda me pasa?, jamás me había sentido tan bien en el sexo. Y no tuve muchas parejas después de Andrea jamás quise estar con otra mujer hasta que Jenna llegó. Y que mujer. Su piel fue para mí adicción pura. Parecía un drogadicto con una caja llena de cocaína. No podía parar de besarla.Jenna, Jenna, Jenna. Te metiste en mi cabeza y de qué manera. Una parte de mí sabe que puede estar jugando conmigo, que puede que solo disfrute un par