He llamado varias veces al hotel dónde he organizado la fiesta del señor Denti. Estoy a punto de salir hacia el lugar cuando mi jefe sale de su oficina.
—¿Va a salir Jenna? —asiento rápidamente
—Tengo que hacer unos pendientes que el señor Paulino me ha delegado —miro como frunce el ceño
—Bien —carraspea y luego reacomoda su camisa. Desvío la mirada para no parecer una boba, pero me doy cuenta que él no se mueve—. Jenna
—Dígame —se acerca hasta mi escritorio y apoya sus manos casi sobre mí. Desde mi perspectiva se ve mucho más intimidante. Sus ojos parecen cansados y tristes, leves arrugas se marcan en su frente y en su contorno de ojos, pero no deja de verse sumamente atractivo.
—¿Me acompañará a la comida de mañana?, para celebrar mi cumpleaños —su petición me toma por sorpresa.
—¿Yo?, pensé que invitaría a… —niega varias veces
—Quiero que usted vaya conmigo —muerdo mis labios y asiento
—Por supuesto señor —guiña un ojo y da media vuelta
—Avíseme cuando vuelva, yo también tengo pendientes para usted, no solo Paulino —carraspeo un poco y no puedo evitar sentirme incómoda… m****a, tal vez se ha molestado.
—Está bien —mi jefe se aleja a pasos largos, sus glúteos se marcan en el fino pantalón de vestir. Tomo mi bolso y salgo de la oficina antes de que vuelva. Me siento intimidada por él y a la vez… Atraída. Sí, me siento atraída por mi jefe.
Bajo por el ascensor hasta llegar al estacionamiento. Subo a mi auto y conduzco al hotel donde se celebrará la fiesta el día de mañana y no puedo sacar de mi cabeza al señor Denti. ¿Me arriesgaré demasiado?
◂▸◂▸◂▸
El lugar está precioso, es una fiesta de gala. El espacio es enorme, hay una pista asombrosa y el escenario donde se colocará la orquesta está listo.
Paulino ha sido muy específico con respecto a la fiesta de su mejor amigo. Quiere un repertorio completo de Sinatra, Dean Martin y Nat King Cole.
Las mesas decoradas con exquisitos manteles color dorado y blanco. En cada mesa se colocaran cajas de puros cubanos, los favoritos del señor Denti. Sigo revisando las luces, el acomodo y todo parece estar tal cual lo he pedido.
—Han hecho un excelente trabajo —digo a la mujer encargada—. Me ha encantado.
—Me alegro mucho que haya sido tal cual lo ha pedido señora, espero a su esposo le guste —mi boca se abre y cierra en segundos. ¿Esposo?
Estoy a punto de aclarar el mal entendido cuando la mujer se disculpa y se aleja hacia el recibidor. La miro alejarse y apenas me recupero de la sorpresa cuando mi móvil suena. Indicando que es Denti.
—Dígame señor Denti —suspiro y no escucho nada al otro lado—. ¿Señor Denti?
—Sí, Jenna, quiero que vuelva cuanto antes por favor.
—Claro, llego en unos minutos, el tráfico está bastante terrible y…
—Sólo venga —y termina la llamada. Doy un último vistazo al lugar y salgo del local para subir al auto y conducir de vuelta al trabajo.
Siento mi mente a mil por hora, estoy confundida, ¿Habré hecho algo mal?, se escuchaba un tanto desesperado, hasta molesto, pude percibirlo. El camino me parece inexplicablemente muy rápido. Bajo del auto a trompicones y arreglo mi falda. Llamo varias veces al ascensor hasta que por fin llega.
Al llegar al piso me encuentro con una flor sobre mi escritorio, me apresuro a llegar y veo una pequeña nota escrita.
“Espero verte hoy”. Imanol.
No puedo evitar sonrojarme. Este hombre sí que es un desubicado, mira que dejar una flor aquí… Imanol es el encargado de la seguridad en este edificio. Un buen puesto. Es uno de los chicos con los que saldré esta noche. Desde que entré a trabajar aquí me ha invitado a salir y ha intentado ser algo más pero, de verdad que no he podido engañarlo. Él no es mi tipo.
—Espero que a su novio no le moleste que se quede trabajando hasta tarde hoy —su voz hace que mi espalda se enderece. Me vuelvo hacia él.
—Señor, le he dicho que yo no tengo…
—Pues alguien debió enviarla —alzo una ceja. Parece… celoso.
—No porque las envíe significa que sea mi novio —su mandíbula se tensiona y se vuelve a mirar el suelo, apenas puedo creer que haya contestado de esa manera.
—Bueno, la necesito hoy, quiero que me ayude a… organizar unas cuantas cosas aquí en la oficina —alzo una ceja, solo quiere impedir que vaya.
—No son mis horas de trabajo señor Denti —frunce el ceño y comienza a caminar en mi dirección, cuando menos pienso me tiene acorralada con su cuerpo. Sus manos descansan en la orilla de mi escritorio y se aferran de forma posesiva. Su rostro refleja más edad que la que tiene.
—Te he pedido que te quedes… Jenna —paso mi lengua por mi labio inferior y después lo muerdo. Me avergüenza sentirme tan excitada de tenerlo cerca.
—Bueno… me quedaré —vuelvo a morder mi labio y siento como su cuerpo se tensa.
—No juegue conmigo —sonrío
—No lo hago, señor —siento su aliento pegar en mis labios. Ha tenido que volver su mirada hacia abajo para poder verme, llevo plataformas y aun así no soy lo suficientemente alta.
—Eres… muy bella, Jenna —mi piel se estremece y no puedo creer que esto esté sucediendo.
—Gracias señor —pega sus labios con fuerza a los míos para después apartarse de mi dejándome sin el calor que produce su cuerpo cerca de mí. Camina hacia su oficina y cierra la puerta de golpe. Obligo a mi cuerpo a recomponerse y no me reconozco, no sé en qué Jenna me he convertido.
Suelto una carcajada y toco mi labio aún caliente por su aliento. Y tomé esta estúpida decisión, quiero arriesgarme.
El fin de mi jornada ha llegado. Tecleo un par de cosas, en mi portátil. Este correo se le enviará automáticamente mañana por la mañana al señor Denti, tiene los pendientes del día y una especial felicitación por su cumpleaños. Doy guardar y apago el portátil.Estoy guardando mis cosas cuando la puerta de su oficina se abre. Me giro hacia donde él y me llama con su dedo índice, no hemos hablado desde lo que pasó hace un par de horas. Ese tosco beso… Me pongo de pie casi de inmediato y reacomodo mi falda. Camino hasta la oficina y me adentro no sin antes mirar si hay alguien detrás de mí. Cierro la puerta y me giro hacia él.—Se quedará Jenna —dice con su ronca voz, me recorre y hace mi cuerpo estremecerse, sonrío
Nos apartamos casi sin aliento. Me encuentro con sus ojos oscuros y luego estos van directo a mis labios. ¿Qué ha sucedido?, lo he besado.Desde que lo vi por primera vez en el aeropuerto lo he deseado. Esos finos labios. Es tan salvaje y posesivo como lo imagine, pero a la vez sé que le abruma el hecho de que pueda haber alguien más. Su deseo sobrepasa cualquier barrera que pueda haber.—Está jugando conmigo, Jenna —niego y alzo mi mano hasta llegar a su rostro afilado, hace tiempo que quería acariciarlo.—No Señor —sonríe asintiendo—Soy un hombre mayor fijándome en una joven que tiene toda una vida por delante y… puede tener a quien sea a sus pies, claro que
Abro los ojos de manera tranquila. Hoy es sábado. Eso solo significa una cosa. Descanso. Me siento de apoco en la orilla de mi cama. Estiro mis piernas, cuello y brazos. Miro hacia la mesita de noche y la pantalla se ilumina. Tomo el móvil.>Señor Massimiliano Denti 12:32 am<Estoy afuera de su apartamento, he llamado varias veces.>Señor Massimiliano Denti 01:12 am<Jenna, solo quería disculparme.>Señor Massimiliano Denti 03:42 pm<Sigo pensando en sus besos.Mierda. Pestañeo varias veces y vuelvo a leer los mensajes. ¿Es mi jefe el que los ha mandado? De forma instantánea la piel se me eriza al recordar sus besos, sus finos labios, sus manos en mi espalda y en que
Él.La miro ligeramente adormilada y no puedo creer que haya sucedido al fin. Me siento enfermo al pensar de una manera tan obsesiva. Pero me importa poco. Jenna tiene que ser mía, hoy y cada noche. La quiero mía, la necesito mía.¿Pero qué mierda me pasa?, jamás me había sentido tan bien en el sexo. Y no tuve muchas parejas después de Andrea jamás quise estar con otra mujer hasta que Jenna llegó. Y que mujer. Su piel fue para mí adicción pura. Parecía un drogadicto con una caja llena de cocaína. No podía parar de besarla.Jenna, Jenna, Jenna. Te metiste en mi cabeza y de qué manera. Una parte de mí sabe que puede estar jugando conmigo, que puede que solo disfrute un par
Apenas he conseguido que el señor… perdón, que Massimiliano salga de mi departamento.No me he percatado de la hora. A las 8 es la fiesta sorpresa que Paulino le ha organizado y yo ni siquiera he tomado una ducha. Corro a prepararme y al salir aún con el cabello mojado me coloco un camisón y comienzo a secarlo de forma rápida. Lo llevaré suelto pero retocaré mis rulos rubios.Cuando por fin he terminado de peinarme paso a maquillarme. Coloco una sombra de ojos color negro en combinación con un azul metálico que es el color de mi vestido. Me pongo labial color rojo, mascara y demás.Corro al armario y saco el vestido que hace un par de semanas he comprado. Es un color precioso. Azul metálico, largo, llega hasta el suelo y
—Madre —habla y la mujer hermosa junto al hombre de poco cabello e impresionante altura se pone de pie—. Ella es Jenna Moore, mi pareja.Mi boca cae al suelo y por poco me ahogo. ¿Qué ha dicho?, ¿Qué?, ¿pareja?—Señorita, mucho gusto soy Clemente —estrecho la mano del hombre casi en automático.—Mucho gusto soy Antonietta —hago lo mismo con la mano de su madre y lo miro casi sin poder comprender lo que ha hecho. Ni siquiera me ha preguntado nada. Ni siquiera me ha dicho si puede llamarme así. ¿Qué cree que soy?, un objeto que puede sacar a lucir en una fiesta y presentarla como si fuera su pareja y…—Vaya, Michael me mencionó algo pero
Subo a mi piso y libero la cerradura del seguro. Coloco las llaves en la mesa del recibidor y voy directo a mi habitación.Tomo mi maleta y comienzo a guardar ropa necesaria para aquel lugar. Jeans, pantaloncillos cortos, converse, blusas con mangas, chamarras y un par de sudaderas. Mi ropa interior y un par de pijamas.En un bolso más pequeño guardo mi maquillaje y demás cremas para el rostro y cabello. Tomo el cargador de mi móvil, mi portátil y mi agenda. Voy al baño, tomo mi cepillo dental y lo adentro en la maleta. Es todo.Tomo un pantalón deportivo y una blusa holgada y me libero del hermoso vestido azul metálico. Lo coloco sobre la cama y salgo con mi maleta.Camino en di
Él.—No me contesta, no me contesta —camino de un lado a otro por el lugar. He decidido salir de la fiesta. Paulino me mira expectante.—Tal vez quiere estar sola, lo que sucedió no fue algo de poca importancia —asiento quitando el puro a mis labios.—No tenía que haberse ido. No me puede dejar, ¿entiendes? —Paulino me mira preocupado, sus cejas están juntas y mira de un lado a otro.—Amigo, deberías de esperar a que ella llame, que se sienta tranquila y…—¡NO, NO VOY A ESPERAR A QUE ELLA LLAME! —mi voz retumba en la recepción.Último capítulo