Él.
Parezco un adolescente al tenerla cerca. Ni siquiera con Andrea llegue a sentir esta sensación, esa desesperación por volverla a ver.
Estoy… impresionado. Sabe todo sobre mí. Sabe a lo que soy alérgico y lo que no me gusta, sabe cómo tomo el café. Entonces ¿Cómo es que no se da cuenta que me tiene como un bobo? Bobo por ella. ¿Cómo es que no se da cuenta que desde que la vi por primera vez quedé flechado?
Probablemente se asuste un poco, soy mayor que ella pero estoy seguro de que es para mí. La quiero conmigo, es preciosa es… escucho como el móvil suena. Andrea, de nuevo.
—¿Sí? —escucho como grita
—¡Así que ya te has ido!, de seguro con otra mujer —ruedo los ojos y me recargo en la silla.
—Estoy trabajando Andrea, estoy ocupado —ella vuelve a gritar.
—¡Estás ocupado con ella!, dime, ¿quién es?, estaré en Nueva York más pronto de lo que crees y… —la interrumpo
—Basta Andrea, por favor, estoy cansado de tus llamadas y de tus gritos, ¿por qué no buscas a nuestro hijo?, ¿por qué no le ofreces tu ayuda y esa comprensión que solo una madre sabe dar? —vuelve a gritar y termino la llamada.
No sé hasta cuando voy a seguir aguantando estas llamadas, está tortura. Andrea fue mi esposa durante… 10 años. 10 años de mi vida perdidos.
Fuimos novios y algo más. Al final pensé que era la indicada y le propuse que fuera mi esposa. Me arrepiento de haberlo hecho.
No soy un hombre fácil de comprender, pero jamás fui malo con ella. Trate de ser buen esposo, sobre todo cuando aún creía que era la indicada. Después llegó Michael, mi único hijo. Me hizo muy feliz, añoraba su llegada, su proceso de gestación lo viví. Pero los reclamos y las peleas con Andrea no cesaban.
Hoy mi hijo llega a altas horas de la madrugada, a veces un tanto alcoholizado. Andrea me culpa de eso. Y después llego aquí, perdido en esta oscuridad que creí, jamás se acabaría y me encuentro con Jenna. Llámenlo capricho no me importa. Creo que me he enamorado.
He llamado varias veces al hotel dónde he organizado la fiesta del señor Denti. Estoy a punto de salir hacia el lugar cuando mi jefe sale de su oficina.—¿Va a salir Jenna? —asiento rápidamente—Tengo que hacer unos pendientes que el señor Paulino me ha delegado —miro como frunce el ceño—Bien —carraspea y luego reacomoda su camisa. Desvío la mirada para no parecer una boba, pero me doy cuenta que él no se mueve—. Jenna—Dígame —se acerca hasta mi escritorio y apoya sus manos casi sobre mí. Desde mi perspectiva se ve mucho más intimidante. Sus ojos parecen cansados y tristes, leves arrugas se marcan en su frente y en s
El fin de mi jornada ha llegado. Tecleo un par de cosas, en mi portátil. Este correo se le enviará automáticamente mañana por la mañana al señor Denti, tiene los pendientes del día y una especial felicitación por su cumpleaños. Doy guardar y apago el portátil.Estoy guardando mis cosas cuando la puerta de su oficina se abre. Me giro hacia donde él y me llama con su dedo índice, no hemos hablado desde lo que pasó hace un par de horas. Ese tosco beso… Me pongo de pie casi de inmediato y reacomodo mi falda. Camino hasta la oficina y me adentro no sin antes mirar si hay alguien detrás de mí. Cierro la puerta y me giro hacia él.—Se quedará Jenna —dice con su ronca voz, me recorre y hace mi cuerpo estremecerse, sonrío
Nos apartamos casi sin aliento. Me encuentro con sus ojos oscuros y luego estos van directo a mis labios. ¿Qué ha sucedido?, lo he besado.Desde que lo vi por primera vez en el aeropuerto lo he deseado. Esos finos labios. Es tan salvaje y posesivo como lo imagine, pero a la vez sé que le abruma el hecho de que pueda haber alguien más. Su deseo sobrepasa cualquier barrera que pueda haber.—Está jugando conmigo, Jenna —niego y alzo mi mano hasta llegar a su rostro afilado, hace tiempo que quería acariciarlo.—No Señor —sonríe asintiendo—Soy un hombre mayor fijándome en una joven que tiene toda una vida por delante y… puede tener a quien sea a sus pies, claro que
Abro los ojos de manera tranquila. Hoy es sábado. Eso solo significa una cosa. Descanso. Me siento de apoco en la orilla de mi cama. Estiro mis piernas, cuello y brazos. Miro hacia la mesita de noche y la pantalla se ilumina. Tomo el móvil.>Señor Massimiliano Denti 12:32 am<Estoy afuera de su apartamento, he llamado varias veces.>Señor Massimiliano Denti 01:12 am<Jenna, solo quería disculparme.>Señor Massimiliano Denti 03:42 pm<Sigo pensando en sus besos.Mierda. Pestañeo varias veces y vuelvo a leer los mensajes. ¿Es mi jefe el que los ha mandado? De forma instantánea la piel se me eriza al recordar sus besos, sus finos labios, sus manos en mi espalda y en que
Él.La miro ligeramente adormilada y no puedo creer que haya sucedido al fin. Me siento enfermo al pensar de una manera tan obsesiva. Pero me importa poco. Jenna tiene que ser mía, hoy y cada noche. La quiero mía, la necesito mía.¿Pero qué mierda me pasa?, jamás me había sentido tan bien en el sexo. Y no tuve muchas parejas después de Andrea jamás quise estar con otra mujer hasta que Jenna llegó. Y que mujer. Su piel fue para mí adicción pura. Parecía un drogadicto con una caja llena de cocaína. No podía parar de besarla.Jenna, Jenna, Jenna. Te metiste en mi cabeza y de qué manera. Una parte de mí sabe que puede estar jugando conmigo, que puede que solo disfrute un par
Apenas he conseguido que el señor… perdón, que Massimiliano salga de mi departamento.No me he percatado de la hora. A las 8 es la fiesta sorpresa que Paulino le ha organizado y yo ni siquiera he tomado una ducha. Corro a prepararme y al salir aún con el cabello mojado me coloco un camisón y comienzo a secarlo de forma rápida. Lo llevaré suelto pero retocaré mis rulos rubios.Cuando por fin he terminado de peinarme paso a maquillarme. Coloco una sombra de ojos color negro en combinación con un azul metálico que es el color de mi vestido. Me pongo labial color rojo, mascara y demás.Corro al armario y saco el vestido que hace un par de semanas he comprado. Es un color precioso. Azul metálico, largo, llega hasta el suelo y
—Madre —habla y la mujer hermosa junto al hombre de poco cabello e impresionante altura se pone de pie—. Ella es Jenna Moore, mi pareja.Mi boca cae al suelo y por poco me ahogo. ¿Qué ha dicho?, ¿Qué?, ¿pareja?—Señorita, mucho gusto soy Clemente —estrecho la mano del hombre casi en automático.—Mucho gusto soy Antonietta —hago lo mismo con la mano de su madre y lo miro casi sin poder comprender lo que ha hecho. Ni siquiera me ha preguntado nada. Ni siquiera me ha dicho si puede llamarme así. ¿Qué cree que soy?, un objeto que puede sacar a lucir en una fiesta y presentarla como si fuera su pareja y…—Vaya, Michael me mencionó algo pero
Subo a mi piso y libero la cerradura del seguro. Coloco las llaves en la mesa del recibidor y voy directo a mi habitación.Tomo mi maleta y comienzo a guardar ropa necesaria para aquel lugar. Jeans, pantaloncillos cortos, converse, blusas con mangas, chamarras y un par de sudaderas. Mi ropa interior y un par de pijamas.En un bolso más pequeño guardo mi maquillaje y demás cremas para el rostro y cabello. Tomo el cargador de mi móvil, mi portátil y mi agenda. Voy al baño, tomo mi cepillo dental y lo adentro en la maleta. Es todo.Tomo un pantalón deportivo y una blusa holgada y me libero del hermoso vestido azul metálico. Lo coloco sobre la cama y salgo con mi maleta.Camino en di