Capítulo 5

Me he relajado un poco después de la cena. La compañía del señor Denti me resulta muy agradable, es muy callado, me observa demasiado pero me siento tranquila, nada como lo describió Paulino. 

Vamos directo hacia mi departamento. No hemos intercambiado ninguna palabra pero no es necesario. Finalmente Joaquín se aparca y suspiro.

—Muchas gracias por traerme a casa, espero su cena haya ido bien, después de mucho tiempo sin estar aquí —el Señor Denti me mira expectante, al no recibir respuesta me siento un tanto extraña pero al fin contesta.

—Fue mejor de lo que pensé Jenna, debí de haber vuelto antes —su tono y palabras me confunden, pero al final sonrío. Abre la puerta y sale para después ayudarme a salir.

—Nos vemos mañana señor Denti —él asiente 

—Claro, hasta mañana Jenna —y comienzo a caminar hacia la recepción del edificio. Llamo el ascensor y me adentro aun un poco nerviosa. 

Al llegar a mi apartamento me deshago de las zapatillas corro hacia mi cama y me doy un clavado hacia el colchón, al fin puedo relajarme pero no por mucho. Tengo que obligar a mi cuerpo a levantarse y despintar mi rostro. Lavar mis dientes y meterme a dormir. Mañana será otro día.

◂▸◂▸◂▸

Mi alarma suena y salto de la cama. Voy directo a la ducha. Por fin es viernes, pero mi jefe está en la ciudad y por primera vez en 1 año pasaré un día en la oficina con él. 

Salgo de la ducha y comienzo a secar mi cabello. Selecciono una falda ceñida hasta la rodilla color azul, una blusa blanca cuello redondo y sobre de ella un blazer color beige con zapatillas a juego. Cepillo mi cabello y hago un semi-recogido. Maquillo mis ojos de manera tenue y me coloco labial rojo. 

Tomo mi portafolio y salgo directo a mi cocina. Preparo mi batido con espinaca, piña, jugo de naranja... algo que me brinde la energía que sé que me hará falta. También corto un poco de fruta y yogurt con granola. Me dispongo a desayunar mientras repaso mis pendientes del día escritos en mi agenda. 

Tengo que ir a ver los últimos detalles de la fiesta del señor Denti en el local del lujoso hotel. Verificar si las invitaciones han sido enviadas a todos. También si el paquete de puros está listo y… la salida con Pamela. 

La pantalla de mi celular de ilumina mostrando un mensaje nuevo de Paulino:

>Paulino 7:45 am<

Llega a mi oficina.

Contesto afirmativamente y me parece un tanto extraño. Espero que todo haya ido bien y que el señor Denti no se haya quejado de mí o… m****a, recuerdo sus palabras… recuerdo el momento exacto cuando dijo que le parecía bella y no puedo evitar volver a sonrojar me un poco. Me reprimió al instante, es tu jefe Jenna por Dios, probablemente lo dijo solo para ser amable. Pero él es tan atractivo… continúo desayunando de forma apresurada y en minutos me encuentro bajando por el ascensor. Voy directo al auto, me coloco el cinturón y salgo del estacionamiento de mi edificio. Conduzco en dirección a la oficina y para no variar el tráfico es terrible.

Tardo un poco más en llegar, me adentro en el lugar autorizado para mi auto y me encuentro con Joaquín. 

—Buenos días Jenna —le contesto el saludo y corro hasta el elevador. Pulso la flecha para subir y este no llega. M****a, m****a, se me hará tarde. Cuando por fin las puertas se abren subo a toda velocidad pero me encuentro con que está casi lleno.

Pulso el botón del 8vo piso e inicia el ascenso. Me tardo alrededor de 5 minutos en llegar a mi destino. Salgo a trompicones y cruzo la puerta de cristal.

—Maia— saludo y ella apunta hacia la oficina de Paulino. Llamo dos veces y su voz indica que pase. Está sentado en su escritorio. Mueve papales de un lado a otro. Me acerco lentamente y tomo asiento. Miro como se ilumina la pantalla de mi móvil con una llamada entrante de papá. He olvidado llamarle, pero no contesto. 

—Buenos días Paulino —me recibe con su sonrisa característica 

—Buenos días Jenna, ¿cómo estás? —asiento y le digo que bien—. Bueno, te he pedido que vengas porque quiero saber cómo va lo de la celebración.

—Perfecto, de hecho hoy iré a asegurarme de que todo esté listo y…

—Lo sabía, eres estupenda —sonrío y trato de tomar aire—. El problema es que… Andrea quiere venir también.

Mi rostro se transforma. Andrea es la ahora ex esposa del señor Denti y no creo que le haga mucha gracia tenerla aquí, en su fiesta. 

—Me ha telefoneado y se muestra bastante indignada debido a que no le hicimos llegar una invitación y a Michael si —Michael es el hijo del señor Denti, nunca en mi vida lo he visto pero sé por Paulino que el chico tiene muchos problemas.

—Bueno… ¿Qué vamos a hacer? —Paulino me mira triste

—Pensé que tu sabrías que hacer —sonrío nerviosa y niego

—Tendremos que recibirla y tratar de que estén lo más lejos posible. Son 500 invitados, podrá pasar desapercibida ¿no? —Paulino suelta una carcajada 

—Dudo mucho que una ex mujer pase desapercibida, Jenna.

—No tengo otra idea, puedo situarla lejos de la mesa del Señor Denti —se encoje de hombros. 

—Haz lo que puedas, linda —asiento y me pongo de pie—. Por cierto, tu jefe está encantado contigo… luce, enamorado.

Mis ojos se abren como platos y Paulino suelta una carcajada, me he sonrojado, lo sé.

—¿Dirás que no te has dado cuenta?, un cuarentón tras de ti, no será el único —niego y trato de ocultar mi rostro del color de un tomate. 

—Paulino…

—No te disculpes, le has encantado, así eres tú —muerdo mi labio inferior—. Nos vemos en un rato.

Le dedico una sonrisa nerviosa y doy media vuelta para retirarme de su oficina sin hacer ruido. Camino por un largo pasillo y ahí justo frente a mí está la oficina del señor Denti que hasta hace unas horas era inhabitable. 

Camino hasta mi escritorio y coloco mi portafolio, la agenda y mi móvil. Recuerdo que no le he llamado a papá así que tecleo de forma inmediata.

—Hija… no has llamado.

—Lo siento papá, he tenido una reunión muy temprano. El señor Denti ha llegado —mi padre bufa

—El señor Denti terminará acabando con tu integridad —ruedo los ojos, de nuevo con lo mismo.

—Gracias a esto estamos tan bien, además de que estoy muy cómoda, ¿Cómo está la abuela y Pablo?

—Tu abuela bien, Pablo se acaba de ir, parece que está enderezando el camino —muerdo mis labios. Ese chico no entiende.

—Espero que así sea papá y deje de meterse en líos. Tengo que colgar, te llamaré por la tarde ¿está bien? 

—Claro mi niña, te esperaré, cuídate mucho, te quiero —sonrío

—Y yo te quiero a ti, cuídate —termino la llamada y es cuando escucho como carraspea.

—¿Su novio? —alzo los ojos hasta él y mi corazón se dispara, luce mucho más atractivo hoy.

—No señor, era mi padre, me he retrasado con la llamada y… se ha asustado —su rostro se suaviza un poco.

—¿No vive aquí? —niego y coloco el móvil en mi escritorio. Es cuando puedo observar que no lleva saco, sino una camisola color blanco con los primeros botones desabrochados. Luce bastante en forma, la fina camisa dibuja los músculos bien formados en su pecho y anchos brazos, concéntrate Jenna… 

—No, vive en Vermont, con mi abuela —asiente y me pongo de pie—. Lo siento, ¿quiere un café?

—Si no es mucha molestia—noto como sus ojos recorren mi cuerpo de una forma muy poco educada, eso me hace estremecer—. A mi oficina. 

Asiento y salto de mi escritorio para ir a la cocina donde solo se preparan los alimentos de Paulino, Maia, míos y ahora del señor Denti. Coloco la cafetera a andar y comienzo a sacar la taza donde voy a servirlo, azúcar, leche en polvo. Sirvo el café hábilmente y camino en dirección a la oficina. 

Llamo dos veces y su ronca voz me indica que pase. Camino tranquilamente con la taza en las manos y la coloco frente a él. 

—Le he traído un par de sobres más de azúcar, no sé si sus gustos han cambiado —sonríe.

—¿También sabes cómo tomo el café? —asiento despreocupada

—Por las mañana con un sobre de leche en polvo y uno de azúcar, a las 8 negro y con dos sobres de azúcar —su sonrisa se ladea haciéndolo parecer un joven coqueteando. Recuerdo las palabras de Paulino y me siento un tanto incómoda.

—Me agrada eso —sonrío débilmente

—Es mi trabajo señor —su rostro se endurece casi de inmediato.

—Claro, su trabajo —toma la taza y yo miro hacia todos lados. Creo que es hora de irme. 

—Si necesita algo más estoy afuera —asiente sin mirarme, su cambio de humor me deja confundida pero al final doy media vuelta y salgo del lugar. 

Al cerrar la puerta tomo un largo suspiro. ¿Qué habrá querido decir Paulino?, ¿de verdad el señor Denti…? Niego, no puede ser. 

Me obligo a volver a mi trabajo. Esa fiesta tiene que estar lista hoy mismo. 

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