Termino de ordenar algunos de los asuntos de la fiesta. El banquete, la decoración y también aprovecho para hacer el pedido de los puros del señor Denti.
Faltan 15 minutos para salir de la oficina. Tecleo una última frase en mi portátil y mi móvil se ilumina anunciando que el señor Denti está llamando. Tal vez se ha arrepentido, cruzo los dedos.
—Buenas noches Señor Denti —escucho silencio
—Quiero que alguien venga a buscarme… al aeropuerto —sus palabras se arrastran con dificultad. Me alarmo y miro el reloj. Son las 7 de la tarde.
—Claro señor, mandaré a un chofer para…
—Venga usted —frunzo el ceño
—Cla… claro —muerdo mi labio y me apresuro a hablar—. Estaré ahí.
—Llegue a tiempo señorita Moore.
—Por supuesto —la llamada se termina y bufo
—Genial —jueves por la noche, estoy exhausta, solo quería llegar a mi departamento a descansar y tomar un té caliente, pero ahora tendré que ir a buscar a mi jefe al aeropuerto.
Apago mi portátil y lo guardo en el portafolio de mano. Tengo que ir a tomar un baño y cambiar mi ropa. Es la primera impresión, debe ser buena.
Salgo de la oficina y camino hasta el ascensor, presiono el botón y en un minuto tiene sus puertas abiertas.
—Buenas noches —digo al par de personas que hay dentro. Estos me contestan el saludo para después dejar que el silencio se apodera del lugar, mi cabeza va de un lado a otro, repasando los pendientes de la fiesta de cumpleaños y por si fuera poco de su llegada repentina.
Al llegar a la planta baja me despido de Pamela pero esta me hace una señal para que me acerque.
—¿Cómo estás he?, he escuchado que se te adelanto la llegada del jefe —alzo las cejas. No puede suceder nada en el edificio sin que Pamela se entere.
—Sí, se me ha adelantado, pero estaré bien o eso espero. Yo te aviso —le doy un beso en la mejilla.
—He, sigue en pie lo de mañana —asiento
—Buenas noches —me giro en mis talones y escucho como mis zapatillas golpean en el suelo.
No recodaba que mañana saldríamos a tomar un par de copas… hace tiempo que no lo hago, ya que el señor Denti no me deja mucho tiempo libre. Voy hacia mi Pontiac y lo libero de la alarma, me adentro en el auto y antes de que lo olvide tomo mi agenda y escribo en el día de mañana la salida con Pamela y los chicos. Vuelvo a colocarla en el asiento del copiloto y conduzco hasta mi apartamento.
El tráfico es terrible y termino llegando casi a las 8:10 de la noche. Me adentro de forma torpe hasta mi modesto apartamento. Corro hacia la ducha y me deshago de la camisola y falda color negro. Meto mi cuerpo en la ducha mientras deshago mi peinado. Dejo que el agua tibia comience a cubrir mi cuerpo y trato de que mi mente no piense demasiado en que algo vaya a salir mal.
Salgo de la ducha después de unos minutos y voy hacia mi closet. Selecciono un vestido negro hasta la rodilla ceñido al cuerpo y unas zapatillas de pulsera del mismo color.
Termino secando mi cabello rubio de forma hábil y las ondas aparecen. Subo el cierre del vestido y coloco las zapatillas. Voy hacia mi tocador y comienzo a maquillarme.
Todo irá bien, me repito sin cesar. Tengo que llamar a Joaquín, el chofer, y pedirle que venga cuanto antes para ir al aeropuerto.
Tomo mi móvil y el amable hombre me contesta de inmediato y asegura que sale hacia mi departamento. Me da tiempo para terminar de arreglarme. En 10 minutos llaman al timbre.
—En un momento bajo —digo en la bocina. Rápidamente tomo mi bolso negro y salgo del lugar. El elevador se tarda un poco en llegar hasta el primer piso. Por fin las puertas se abren y corro hacia donde Joaquín se encuentra, el auto está reluciente y con la noche parece tan misterioso. Como el señor Denti.
—Buenas noches Joaquín —él se inclina un poco
—Señorita Jenna, ¿Qué tal está? —siento un viento frío que me hace estremecer pero ya es demasiado para volver al apartamento.
—Muy bien gracias, tendremos que apresurarnos, el señor Denti fue muy claro, no quiere esperar — asiente y cierra la puerta para después adentrarse en el lugar del piloto.
—Me da gusto volverla a ver —dice Joaquín. Es un hombre de unos 50 años, ha trabajado toda su vida para el señor Denti.
—A mí también me da mucho gusto verlo. ¿Cómo están sus hijas? —eso bastó para que el resto del camino hacia el aeropuerto se pasara hablando de ellas. La sonrisa que aparece en su rostro me pone feliz. Está muy orgulloso de ellas.
Cuando menos pienso hemos llegado y tengo que salir del auto e ir a buscar a mi jefe. Tomo una gran bocanada de aire y aferro mi bolso en la mano. Llevo escrito el número de vuelo, su número de asiento, la puerta en donde tengo que ir a buscarlo, si… hay que ser precavida.
Camino por el enorme lugar y por fin encuentro la puerta. Para mi felicidad el vuelo no ha llegado. Miro de nuevo el móvil y no tengo ningún mensaje, me siento tranquila de ya estar aquí y sobre todo a tiempo.
Muerdo mis labios debido al nerviosismo, siento como mis manos sudan y suspiro de forma incontrolable. Estoy nerviosa. La mujer de la bocina anuncia que el vuelo ha llegado. Mi estómago se hace un nudo y miro hacia todos lados. M****a, m****a. Y es cuestión de 3 minutos para que mi móvil suene.
—Señor Denti —carraspea—Estoy aquí, ¿dónde se encuentra? —miro hacia todos lados un tanto nerviosa.—Estoy… por fuera de la cafetería se llama…—La he visto —y la llamada se termina. Me quedo mirando el móvil y no me puedo sentir peor. Mis ojos van hacia todos lados y justo detrás de mi escucho la voz rasposa tan conocida, solo que ahora mucho más intensa.—Señorita Moore —me giro en mis talones y alzo los ojos para encontrarme con un hombre mayor… pero en excelentes condiciones. Lleva un exquisito traje color azul. Su cabello peinado hacia atrás y puedo observar las entradas en su frente. Su nariz es un poco
Él.No puedo dejar de mirarla. Me siento como un idiota embelesado por su belleza. Por su naturalidad. Por sus labios.Empuja de nuevo la copa en su boca y ese movimiento se convierte en lo más embriagante para mí. Jenna es muy hermosa. Es una chica preciosa con un cuerpo que te invita a delirar. ¿Qué estoy diciendo?Trato de controlar mis ojos y concentrarme en cenar. La comida es deliciosa, tenía razón. La chica me mira con una sonrisa y juguetea con el tenedor.—¿Le ha gustado verdad? —pregunta después de varios intentos, asiento y meto otra albóndiga en mi boca—. Es que el lugar es fenomenal. Me encanta. Me he relajado un poco después de la cena. La compañía del señor Denti me resulta muy agradable, es muy callado, me observa demasiado pero me siento tranquila, nada como lo describió Paulino.Vamos directo hacia mi departamento. No hemos intercambiado ninguna palabra pero no es necesario. Finalmente Joaquín se aparca y suspiro.—Muchas gracias por traerme a casa, espero su cena haya ido bien, después de mucho tiempo sin estar aquí —el Señor Denti me mira expectante, al no recibir respuesta me siento un tanto extraña pero al fin contesta.—Fue mejor de lo que pensé Jenna, debí de haber vuelto antes —su tono y palabras me confunden, pero al final sonrío. Abre la puerta y sale para después ayuCapítulo 5
Él.Parezco un adolescente al tenerla cerca. Ni siquiera con Andrea llegue a sentir esta sensación, esa desesperación por volverla a ver.Estoy… impresionado. Sabe todo sobre mí. Sabe a lo que soy alérgico y lo que no me gusta, sabe cómo tomo el café. Entonces ¿Cómo es que no se da cuenta que me tiene como un bobo? Bobo por ella. ¿Cómo es que no se da cuenta que desde que la vi por primera vez quedé flechado?Probablemente se asuste un poco, soy mayor que ella pero estoy seguro de que es para mí. La quiero conmigo, es preciosa es… escucho como el móvil suena. Andrea, de nuevo.—¿Sí? —escucho como grita
He llamado varias veces al hotel dónde he organizado la fiesta del señor Denti. Estoy a punto de salir hacia el lugar cuando mi jefe sale de su oficina.—¿Va a salir Jenna? —asiento rápidamente—Tengo que hacer unos pendientes que el señor Paulino me ha delegado —miro como frunce el ceño—Bien —carraspea y luego reacomoda su camisa. Desvío la mirada para no parecer una boba, pero me doy cuenta que él no se mueve—. Jenna—Dígame —se acerca hasta mi escritorio y apoya sus manos casi sobre mí. Desde mi perspectiva se ve mucho más intimidante. Sus ojos parecen cansados y tristes, leves arrugas se marcan en su frente y en s
El fin de mi jornada ha llegado. Tecleo un par de cosas, en mi portátil. Este correo se le enviará automáticamente mañana por la mañana al señor Denti, tiene los pendientes del día y una especial felicitación por su cumpleaños. Doy guardar y apago el portátil.Estoy guardando mis cosas cuando la puerta de su oficina se abre. Me giro hacia donde él y me llama con su dedo índice, no hemos hablado desde lo que pasó hace un par de horas. Ese tosco beso… Me pongo de pie casi de inmediato y reacomodo mi falda. Camino hasta la oficina y me adentro no sin antes mirar si hay alguien detrás de mí. Cierro la puerta y me giro hacia él.—Se quedará Jenna —dice con su ronca voz, me recorre y hace mi cuerpo estremecerse, sonrío
Nos apartamos casi sin aliento. Me encuentro con sus ojos oscuros y luego estos van directo a mis labios. ¿Qué ha sucedido?, lo he besado.Desde que lo vi por primera vez en el aeropuerto lo he deseado. Esos finos labios. Es tan salvaje y posesivo como lo imagine, pero a la vez sé que le abruma el hecho de que pueda haber alguien más. Su deseo sobrepasa cualquier barrera que pueda haber.—Está jugando conmigo, Jenna —niego y alzo mi mano hasta llegar a su rostro afilado, hace tiempo que quería acariciarlo.—No Señor —sonríe asintiendo—Soy un hombre mayor fijándome en una joven que tiene toda una vida por delante y… puede tener a quien sea a sus pies, claro que
Abro los ojos de manera tranquila. Hoy es sábado. Eso solo significa una cosa. Descanso. Me siento de apoco en la orilla de mi cama. Estiro mis piernas, cuello y brazos. Miro hacia la mesita de noche y la pantalla se ilumina. Tomo el móvil.>Señor Massimiliano Denti 12:32 am<Estoy afuera de su apartamento, he llamado varias veces.>Señor Massimiliano Denti 01:12 am<Jenna, solo quería disculparme.>Señor Massimiliano Denti 03:42 pm<Sigo pensando en sus besos.Mierda. Pestañeo varias veces y vuelvo a leer los mensajes. ¿Es mi jefe el que los ha mandado? De forma instantánea la piel se me eriza al recordar sus besos, sus finos labios, sus manos en mi espalda y en que