Camila terminó siendo llevada al hospital gracias a la ayuda de un buen samaritano.Era la segunda vez que se lastimaba en la cabeza, y el médico no tardó en reprenderla por no saber cuidarse.Ella no supo qué responder. ¿Cómo explicarle que esas heridas no eran producto de su descuido, sino de los dos hombres que, alguna vez, habían sido lo más importante en su vida?En medio de sus pensamientos, su teléfono vibró por una notificación.Con el ceño fruncido, lo abrió.Lo primero que escuchó fue la voz dulce y frágil de Viviana, fingiendo preocupación:—Camila también está herida. La están vendando en la sala de al lado. Cristian, Luan, ¿por qué no van a verla? Pobrecita, seguramente se siente muy sola y triste.Cristian, que estaba arreglando una manzana para dársela a Viviana, respondió con frialdad:—Viviana, eres demasiado buena. Ella me lastimó con su actitud. Que sienta lo mismo, a ver si aprende.Luan, con la misma indiferencia, le pasó un vaso de agua con suavidad antes de añadi
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