Al día siguiente tocaron tierra por primera vez. Las órdenes eran que sólo podían desembarcar los soldados cuyo destino fuera ese puerto, ya que no querían arriesgarse a tener que ir a recuperar soldados ebrios por las calles de esa ciudad, felices por la vuelta al hogar. Aun así, John, Iliana y el capitán consiguieron escabullirse, con la condición de estar de vuelta antes del anochecer.Por primera vez desde hacía mucho tiempo volvían a pisar una ciudad digna de ese nombre, y mucho más: una ciudad inglesa. Los tres estaban entusiasmados, con los ruidos, los olores, el ritmo…por fin en casa. Los caballeros acompañaron a Iliana a un almacén para conseguir un par de cosas que necesitaba con urgencia. Sólo tenía las monedas de plata que le dio aquel maldito tabernero, así que fue muy parca en sus gastos. Aun así, cuando se dispuso a saldar su cuenta, la dependienta le dijo que el caballero ya se había hecho cargo del pago. Señalando en dirección a William.
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