El festejo no apaciguaba la incómoda posición de Lina en el lugar. Todos tenían una sonrisa en el rostro, menos ella. Por primera vez. El brazo de Nixon la mantenía junto a él, mostrándose como el esposo afectuoso y protector. El sueño de muchas que la veían, envidiando eso. Mientras tanto, ella no soportaba los comentarios vulgares de los amigos de los Ercil sobre algunas de las invitadas. A pesar de la frialdad de su matrimonio de conveniencia, debían mantener las apariencias. Por su parte, Lina, intentaba relajarse, pero la presencia de Kael a solo unos metros con sus ojos de halcón puestos sobre ella en todo momento, la tenía en constante alerta. —¿Estás bien? —preguntó Nixon, notando su tensión. —Sí, solo un poco cansada —respondió haciendo a un lado su brazo, forzando una sonrisa. Nixon la llevó más cerca de nuevo, fingiendo susurrarle al oído siendo esa la señal de qué debía sonreír, porque las apariencias eran todo para los Ercil y él no estaba dispuesto a perder s
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