Capítulo 8.

—¡Damas y caballeros, bienvenidos a esta noche especial! —dijo la maestra de ceremonias con el micrófono en mano, hacia los invitados. —Es un honor para mí presentarles a nuestros distinguidos invitados, Warren Ercil y su encantadora esposa, Salma.

Todos vieron a Salma, pero Warren no se encontraba a lado de su esposa como debía. Por lo que comentarios divertidos y preguntas de donde estaba el mencionado.

En lo que el silencio sumergió a las tres personas que estaban alejados de la multitud, dos de ellos en una situación comprometedora y el tercero con una teorías en su cabeza.

Warren Ercil, el suegro de Lina, tenía una pose de juez, jurado y verdugo, uno que ya contaba con la respuesta de lo que veía. Era un hombre de mediana edad, con el cabello gris perfectamente peinado hacia atrás y unos ojos azules que parecían perforar el alma de cualquiera que se atreviera a mirarlo.

Su rostro estaba marcado por arrugas profundas, no tanto por la edad, sino por los años de intrigas y manipul
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