Nixon mantuvo su cara de póquer, aunque sus ojos traicionaban una chispa de furia contenida. Sus manos estaban tensas, los nudillos blancos por la presión. Lina, por otro lado, sintió cómo la sangre le hervía, su respiración se aceleraba y sus mejillas se encendían de ira. Estaba a punto de lanzarse sobre Kael, pero él, con su habilidad innata para mantener el control, casi rió ante la cara de ambos, disfrutando de su reacción.—¿En serio consideraste la idea? —Kael hizo una pausa, disfrutando del momento, y luego se giró hacia Lina con una mirada lasciva que recorrió su cuerpo de arriba abajo—. Cuánta lealtad.Nixon se giró de inmediato al verla detrás suyo, sabiendo en la situación que se encontraba esta vez. Su mandíbula se tensó, y un músculo en su mejilla comenzó a palpitar.—Cuando digas “sin límites” que sea porque estás dispuesto a ceder a cada condición, así sea entregar a tu madre en bandeja de plata. —Tomó su saco y apagó el ordenador con un movimiento brusco—. De otra mane
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