Capítulo 18.

Cuando Isma entró con una bandeja con pastillas y un vaso con agua para Kael, este lidiaba con un grupo de papeles que daban números que representaban cifras, de esas dependían otras y él debía revisarlas, aunque los únicos números que entendía totalmente fueron coordenadas.

No ese tipo.

Su impaciencia quedó aún más al descubierto. Todo por un capricho tonto de la esposa del descerebrado.

Isma se quedó en su oficina esperando que este tomara las aspirinas para darle la información que llevaba para él. Mientras tanto, Kael no entendía por qué demonios no dejó que corrieran a la asistente si él no quería tener una. Desde que se la asignaron estuvo en contra de tenerla.

—¿Quién canta? —preguntó cuando escuchó un ligero tarareo por lo alto. Tan alto como para distinguir la canción.

—Es la señora Adelina.

Señora. Ese término no le quedaba para nada a alguien como ella. El descerebrado de Nixon no tenía los cojones para tener una mujer como ella a su lado y que ésta obtuviera ese título.

—P
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