La lengua de Kael se movía con destreza dentro de la boca de Lina, quien sentía que ardía en la prisión disfrazada por los brazos del hombre que la estrelló contra la puerta de su dormitorio. La música subió aún más alentando a todos a quedarse en la fiesta llena de descontrol que había por todos lados. Mientras Lina recibía el beso cargado de electricidad que la tenía al borde de perder la cabeza totalmente.Kael la presionó contra su entrepierna totalmente rígida. Se sentía tan grande que tuvo miedo de su promesa. La iba a destrozar, aunque ya no había vuelta atrás. Estaba tan deseoso que cuando la sentó sobre la cómoda para tirar todo lo que estorbaba, solo atinó a sostenerse cuando Kael se deshizo de la camisa, quedando solo con el pantalón desabrochado. Mientras por la mente del Mayor solo estaba la imagen de la chica con el top de lentejuelas que tenía la división más exquisita entre esa pieza y la falda que subió con sus dedos extendidos. Llegó a sus caderas y siguió subiend
—Déjame verte. —pidió haciendo que su espalda tocara la cama, volviendo a su boca sin ninguna reserva. Sus senos fueron apresados por las manos del Mayor y su cuello ya contaba con una marca roja que él recorrió con su lengua. Sus latidos se detuvieron cuando algo enorme se frotó contra su canal. La humedad no bastaba, pero con las caricias en ese lugar obtuvo el necesario para que sintió la lucha por invadir ese pequeño espacio.—Va dejar de doler. Lo prometo. —la siguió besando a medida que iba expandiendo sus pliegues y desapareciendo entre ellos. —Solo déjame entrar en este apretado coño tuyo. No le fue difícil adivinar que jamás había sido tocada por ninguno antes que él y en ese momento en el que las uñas se enterraron en su piel y su polla se esforzaba por entrar completamente, eso quedaba más que claro. Lina sintió que la estaban desgarrando por dentro, aún así mantuvo su decisión de continuar hasta que el ardor la hizo apretar los ojos, mientras Kael suplicó por mantener
El sol comenzaba a asomarse tímidamente por el horizonte, iluminando con su luz dorada los restos de la fiesta de disfraces. El lugar designado para el retiro corporativo, que había sido el epicentro de risas y música la noche anterior, ahora parecía un campo de batalla de disfraces y cuerpos desparramados.Avery, con su disfraz de Cleopatra, despertó primero. Se encontraba en una cama, con una capa de purpurina cubriéndola como una manta. Se incorporó lentamente, sacudiéndose el polvo de estrellas y observando a su alrededor. A pocos metros, Eleazar, acomodado en uno de los muebles, dormía plácidamente, ajeno al mundo. Estaba agotado de luchar con un pulpo que apenas dos horas antes se había dormido. En una mesa afuera del salón de la fiesta, un pirata y una sirena estaban entrelazados, roncando suavemente. En el suelo, un superhéroe y un vampiro compartían una manta improvisada hecha de capas y disfraces. Más allá, un grupo de zombis y fantasmas comenzaba a moverse, estirándose y b
Los empleados que asistieron al retiro corporativo se integraron con entusiasmo a las actividades en una zona boscosa, donde debían encontrar un banderín y llevarlo a la meta. Todos estaban motivados por el premio prometido, moviéndose por todo el terreno que cubría Lake Place.Miradas furtivas surgieron en el camino, pues Naenia debía mantener la imagen que tanto le costó crear entre los socios del corporativo. Tener la mirada de su hermano sobre ella la mantenía en constante alerta, y además, debía lidiar con el humor volátil de su sobrino.Pero nada de eso la ponía tan nerviosa como encontrarse de cara con el moreno de remera blanca que se rió de medio lado cuando ella caminó desde el extremo contrario. Pascal continuó su camino, pero su risa lo decía todo. Eleazar sólo podía soportar sus propias protestas por las tonterías de su amigo.—Suicidio pendejo —le reprochó Eleazar. Pascal sólo sostuvo la maleta que llevaba hacia el auto, mirando el reloj en su mano.—Del infierno venimos
Los recién llegados fueron dirigidos por el empleado que no tenía permitido hacer preguntas, ni hablar más que para hacerles saber todo lo que estaba a su disposición. Kael sostuvo la mano de Lina en todo momento. Habían condiciones y él se encargaría de hacerlas cumplir. —Sí necesita cualquier cosa, sólo debe llamar a recepción y se les proporcionará. —aseguró el sujeto con uniforme. Lina soltó su bolso rosa sobre una silla y abrió las ventanas para ver el paisaje que le brindó una brisa que la envolvió por completo. —Esto es nuevo para mí. —dijo cuando sintió las manos rodear su cintura. —¿Esto qué? —cuestionó Kael hundiendo su nariz en el cuello de la chica que le dio el acceso que este buscaba. —Contigo me espero cualquier respuesta, así que mejor especifica a qué te refieres realmente. —No soy tan difícil. —los dedos encajándose en sus caderas fueron mucho más tolerables que cuando despertó. —Lo eres. —susurró Kael girándola en su eje para tener acceso a su boca tambié
En la ducha nada cambió en Lina y el Mayor, quiénes olvidaban su moral y su objetividad. Esa relación clandestina que sostenían aplastaba su férrea moral, la cual desaparecía con el otro, pues eran conscientes de que lo que estaban haciendo estaba mal, pero ninguno se esforzaba por deshacerse de ese gusto prohibido por el otro. Kael la ubicó sobre el lavabo y ella tuvo que ponerse a pensar cuánto más resistiría su cuerpo ese día, pero verlo emerger de sus piernas la hizo deducir que todo lo que quisiera. Querían más y nada los detendría. No importaba. Aún cuando la comida llegó, Kael estaba más absorto en comerle la boca que en probar los platillos. —Está delicioso. Come al menos una de las porciones. —le entregó el bocado que este recibió, para arrugar las cejas. —¿Sabe mal? —Tiene conservantes. —exclamó pasando el bocado con agua. —Perdón señor “como nutritivo”, pero esto para mi está delicioso. —Kael la alzó y acomodó sobre su regazo. —¿Te digo que es delicioso para mí?
—¿Alguna vez has comido saludable? —preguntó Kael al verla devorar un pedazo de pizza que parecía un manjar para ella.—Saludable, enferma, adormilada, trasnochada. Siempre tengo hambre —contestó, bebiendo la soda que tenía en la mano, una chispa de humor en sus ojos.El Mayor soltó un suspiro y la dejó seguir, mirando a su alrededor. Todos tenían el mismo rostro de disfrute con lo que tenían sobre la mesa, mientras que él mantenía su plato intacto. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, una señal de su creciente impaciencia.No es que nunca lo hubiera comido. De hecho, había comidas que siempre eran más soportables que otras, pero así como en cierta etapa de su vida eso fue una exigencia, ahora lo hacía por decisión propia. Solo que en ese momento, solo quería comerse otra cosa… En realidad, a alguien que lo obligó a salir de la habitación por la mañana para recorrer toda la zona.Claramente podía negarse. Pero no quería perder el tiempo en discusiones que, por supuesto, iba a perder
El convertible que habían rentado la animó a subir sus pies en el asiento. Kael solo se dedicó a conducir, mientras los tonos anaranjados en el cielo le hicieron notar aún más ese color en los ojos de la chica que sonreía emocionada, la cual elevó los brazos y dejaba su cabello ondearse con el viento. Se quitó los lentes para verla, para luego frenar frente a una curva de la carretera. Se estacionó para luego quitarse el cinturón y recibir a Lina, quien no negó ese beso que este parecía urgido de recibir de ella. Sentada sobre su regazo le cedió todo el control, permitiendo ese efecto tan cegador que causaba en ella. No debía dejar cruzar líneas que usaba como barreras, pero besaba tan bien que se olvidó de dejarlas reforzadas. Se abrazó a él y continuó besándolo, como si con ello se tatuara ese preciso instante en la cabeza, como tantos otros ya tenían un lugar. Ella se separó un segundo y lo tomó del rostro. —Bésame como lo harías si fuera importante para tí. —suspiró en un ju