Capítulo 33.

El convertible que habían rentado la animó a subir sus pies en el asiento. Kael solo se dedicó a conducir, mientras los tonos anaranjados en el cielo le hicieron notar aún más ese color en los ojos de la chica que sonreía emocionada, la cual elevó los brazos y dejaba su cabello ondearse con el viento.

Se quitó los lentes para verla, para luego frenar frente a una curva de la carretera. Se estacionó para luego quitarse el cinturón y recibir a Lina, quien no negó ese beso que este parecía urgido de recibir de ella.

Sentada sobre su regazo le cedió todo el control, permitiendo ese efecto tan cegador que causaba en ella.

No debía dejar cruzar líneas que usaba como barreras, pero besaba tan bien que se olvidó de dejarlas reforzadas. Se abrazó a él y continuó besándolo, como si con ello se tatuara ese preciso instante en la cabeza, como tantos otros ya tenían un lugar.

Ella se separó un segundo y lo tomó del rostro.

—Bésame como lo harías si fuera importante para tí. —suspiró en un ju
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