Capítulo 37.
—Sigo insistiendo, Adelina. Ese vestido es muy revelador. —Nixon mantuvo su voz baja, pero cargada de desaprobación. El vestido de Lina, con una abertura que dejaba su espalda al descubierto, había captado la atención de más de uno en la sala.

Y eso no le gustaba en absoluto.

Lina suspiró, tratando de mantener la calma. Simulando que no sucedía nada con el hombre que la llevaba del brazo, mientras saludaba a todos en el salón.

—Nixon, es solo un vestido. No hagas una escena. —con un maquillaje ligero, resaltaba ese dorado tan brillante en sus ojos.

El salón de eventos estaba lleno de murmullos y risas suaves. Los invitados se movían con elegancia, disfrutando de la música suave y las bebidas exquisitas. La atmósfera era relajada, casi festiva, mientras los Ercil conversaban animadamente en un rincón con el procurador Romulo.

—Cuando Rowan me dijo que tenías una esposa sumamente hermosa, creí que exageraba. —saludó el hombre de mediana edad que le besó la mano a Lina.

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