—No me mires así. —se defendió Lina de su prima. —No es nada del otro mundo. Una tregua se hace todos los días. Tampoco soy la primera. Avery se giró en su puesto cuando su prima lo hizo a su alrededor. Ajustó los lentes de estrella que tomó del cajón y se los quitó de golpe.—Menos mal solo era para correrlo. Las técnicas son…innovadoras. —la castaña detuvo la brocha para verla a través del espejo. —Bien, diré lo que pienso realmente. —le dedicó el gesto más neutral que se le pudo ver. Soltó un suspiro golpeado y colocó los lentes a un lado de Lina. —¡¿Qué hiciste qué cosa?! Su prima roció el fijador, para no verla. Sabía cuán inconsciente había sido, aunque lo que menos deseaba era un reproche, después de tantos que se había hecho ella misma.—Vamos a calmarnos. —Avery se sentó en la esquina de la cama. —Si te cuidaste, ¿verdad?—Claro que sí. Pero ese no es el tema. —Lina fue al armario para luego ingresar al baño con la ropa que sacó de este. —No pasará nada más. Soy alguien
—Sigo insistiendo, Adelina. Ese vestido es muy revelador. —Nixon mantuvo su voz baja, pero cargada de desaprobación. El vestido de Lina, con una abertura que dejaba su espalda al descubierto, había captado la atención de más de uno en la sala. Y eso no le gustaba en absoluto. Lina suspiró, tratando de mantener la calma. Simulando que no sucedía nada con el hombre que la llevaba del brazo, mientras saludaba a todos en el salón. —Nixon, es solo un vestido. No hagas una escena. —con un maquillaje ligero, resaltaba ese dorado tan brillante en sus ojos. El salón de eventos estaba lleno de murmullos y risas suaves. Los invitados se movían con elegancia, disfrutando de la música suave y las bebidas exquisitas. La atmósfera era relajada, casi festiva, mientras los Ercil conversaban animadamente en un rincón con el procurador Romulo. —Cuando Rowan me dijo que tenías una esposa sumamente hermosa, creí que exageraba. —saludó el hombre de mediana edad que le besó la mano a Lina. —
Los murmullos se intensificaron y las miradas se dirigieron hacia los recién llegados, llenas de curiosidad y admiración. Algunos de los invitados más jóvenes intercambiaron miradas emocionadas, claramente impresionados por la presencia magnética de los Crown.Un grupo de empresarios en un rincón dejó de hablar por un momento, sus conversaciones interrumpidas por la entrada imponente de los hombres y mujeres que pasaban a su lado, como lo que eran. Figuras de alto poder e influencia. Uno de ellos, un hombre mayor con gafas, ajustó su corbata nerviosamente, mientras otro, más joven, observaba a Leonardo con una mezcla de envidia y respeto.Las mujeres en la sala no pudieron evitar fijarse en Mateo, susurrando entre ellas sobre su elegancia y aire misterioso. Una de ellas, con un vestido rojo brillante, se sonrojó ligeramente cuando Mateo pasó cerca, aunque él no parecía notar su presencia. Nadie de ahí le importaba. Ignorar la presencia de ese apellido era prácticamente imposible, ya
El intento de sacar el arma que tenía en la espalda de Leonardo quedó a medias cuando su esposa le tomó el brazo con sutilidad. Kael por su parte recibió un golpe con la punta del pie en su tobillo de parte de Lina, quien veía con atención a su tío. Una mirada fugaz le fue suficiente para saber que su padre era intocable para ella. Este soltó la copa y sin importarle la advertencia comenzó a enrollar el calabacín en el tenedor que luego llevó a su boca. —Como de seguro saben el cumpleaños de Adelina se acerca. —Nixon no tenía idea de lo que allí sucedía, por lo que inició un nuevo tema. —Estaba pensando en una fiesta al estilo Ercil para festejar sus 25. Kael elevó la ceja sin quererlo, mientras que Lina negó abiertamente. —No estoy para fiestas por ahora. Suelo hacer muchas tonterías cuando asisto a alguna y no es lo que quiero para ese día. —limpió su boca para ver a Avery. —Habíamos planeado saltar en paracaídas. Es más gratificante y emocionante. —Cariño, no creo que esa sea
—Estoy celoso, brillitos —presionó su cuello con una precisión adecuada, en la que el dolor no existía, sino esa abrumadora sensación de no saber por qué seguía permitiendo que lo jodiera algo que no tenía que haber sucedido en primer lugar.Pero ahí estaba, pidiendo tiempo. Pidiendo. Su palabra prohibida.—Estoy celoso de que él te toque como si fueras suya —el peso de sus palabras era similar al de un edificio cayendo sobre él—. Estoy celoso de que te bese cuando quiero hacerlo yo. Estoy celoso de…Selló sus labios. No era necesario decir más. Ella le gustaba. Era solo eso. Un gusto que se iría si dejaba de verla. Un gusto que dejaría de ser un problema si…—Bésame, Kael —el susurro de Lina los sorprendió en igualdad de condiciones. Ninguno supo por qué todo se tornaba enorme si los separaba, incluso el poco espacio de sus bocas.El pulso se convirtió en un latido de un bombo lejano, del cual apenas podían capturar el sonido cuando sus labios se unieron una vez más. En esta ocasión
Kael soltó un botón de su camisa cuando sintió que se ahogaba. Tenía un límite y verla besando a Nixonfue un nudo que la hizo percibir la presiónen los pulmones. Aún cuando fuera un beso fugaz, le dio la suficiente rabia para matarlo y no era momento para cometer tonterías. Ya había hecho muchas cosas tontas.Esa posesividad no era algo que fuese normal en él. Nadie en el mundo fue tan importante como para sentirla. Decidió el móvil totalmente cansado de tantas llamadas de Cameron, quien no entendía que no quería tenerlo cerca. Pero antes de hacerlo logró leer el mensaje de su padre, avisando que ya sabía dónde se encontraba y que iba hacia ese lugar. Que maldit@ manía de meterse en lo que no le importaba. Que jodido interés de inmiscuirse en algo que no le debía generar interés. Lo quería lejos de ahí, no llegando como un héroe idiota que creía que podía lograr mucho con palabras. Warren no era alguien para tratar como amigo. Jamás lo sería y a Cameron lo quería lejos de él, por
Si tener cuatro armas no eran suficientes para él, una quinta se sumó. Leonardo la presionó contra su cuello y con esa mirada filosa que le dedicó, dejó claro que estaba a nada de apretar el gatillo.—Romano baja esa pistola. —pidió Nixon perdido en todo el asunto. Lina tenía los ojos sobre él Kael en ese instante y este solo se repetía el maldit0 guión a seguir. Ella no debía tener sobre él. No tenía que hacerle pensar en bajar el arma, porque no era…Pero esa forma de verlo. La manera en la que ordenaba con sólo mover las pestañas no era normal. Para nada lo era y él tenía que concentrarse en lo que estaba a su alrededor. Cinco cañones estaban a sólo segundos de atravesarle el rostro y espalda. Cinco balas aseguradas si tiraba del gatillo. Cinco asesinos que no dudarían en hacerlo si movía otro milímetro de su dedo. El aire estaba cargado de una tensión mortal, tan densa que casi podía tocarse con las manos. El sudor frío le recorría la frente a Kael, mezclándose con la sangre
Lina soltó una exhalación en cuánto cerró la puerta. Todo la estaba rebasando y lo que creyó que sería relajante, terminó siendo agonizante. Se refrescaba la cara a la vez que se quitaba el vestido. Dormir era lo único que quería, pese a estar en el lugar donde no lo haría, pero Atila estaba ahí. La rottweiler dejó que la usaran como salvavidas en ese preciso momento. No había forma de olvidar tan rápido, pero el intento lo hizo, despertando muy tarde al siguiente día. No quiso desayunar pensando en que tendría que verlo y aún esa tentación por matarlo de una vez no se iba. Claro que podría hacerlo. No importaba si se echaba al mismo FBI encima, podría quitárselo de encima algún día. Tardado, pero no imposible. No obstante, no era recomendable llamar la atención de esa forma. Le obsequiaría la muerte al idiota. Acordó con que tendrían la dichosa carrera con Mateo y Anthony luego. Ninguno estaba para la competencia que estaba decidida a ganar. La vida debía seguir. Cualquier mal