Capítulo 32.

—¿Alguna vez has comido saludable? —preguntó Kael al verla devorar un pedazo de pizza que parecía un manjar para ella.

—Saludable, enferma, adormilada, trasnochada. Siempre tengo hambre —contestó, bebiendo la soda que tenía en la mano, una chispa de humor en sus ojos.

El Mayor soltó un suspiro y la dejó seguir, mirando a su alrededor. Todos tenían el mismo rostro de disfrute con lo que tenían sobre la mesa, mientras que él mantenía su plato intacto. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, una señal de su creciente impaciencia.

No es que nunca lo hubiera comido. De hecho, había comidas que siempre eran más soportables que otras, pero así como en cierta etapa de su vida eso fue una exigencia, ahora lo hacía por decisión propia. Solo que en ese momento, solo quería comerse otra cosa… En realidad, a alguien que lo obligó a salir de la habitación por la mañana para recorrer toda la zona.

Claramente podía negarse. Pero no quería perder el tiempo en discusiones que, por supuesto, iba a perder
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