Capítulo 29.

Los empleados que asistieron al retiro corporativo se integraron con entusiasmo a las actividades en una zona boscosa, donde debían encontrar un banderín y llevarlo a la meta. Todos estaban motivados por el premio prometido, moviéndose por todo el terreno que cubría Lake Place.

Miradas furtivas surgieron en el camino, pues Naenia debía mantener la imagen que tanto le costó crear entre los socios del corporativo. Tener la mirada de su hermano sobre ella la mantenía en constante alerta, y además, debía lidiar con el humor volátil de su sobrino.

Pero nada de eso la ponía tan nerviosa como encontrarse de cara con el moreno de remera blanca que se rió de medio lado cuando ella caminó desde el extremo contrario. Pascal continuó su camino, pero su risa lo decía todo. Eleazar sólo podía soportar sus propias protestas por las tonterías de su amigo.

—Suicidio pendejo —le reprochó Eleazar. Pascal sólo sostuvo la maleta que llevaba hacia el auto, mirando el reloj en su mano.

—Del infierno venimos
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