En el salón más grande frente al lago, las luces se habían encendido desde hacía algunos minutos. Piratas, monstruos, personajes místicos y algunos otros con nada más que maquillaje en el rostro se encontraban en el lugar.La música retumbaba entre las paredes. La decoración, impregnada por el bar, no sólo contaba con alcohol, sino con un grupo de chicas que ofrecían purpurina, y todos querían al menos un dibujo en el rostro.De repente, las luces se apagaron. Un murmullo de expectación recorrió la sala. La música se avivó aún más cuando el ritmo de “Sweet but Psycho” de Ava Max inundó el ambiente a un volumen ensordecedor. Todos alzaron sus voces en una ola de gritos que se intensificó cuando, desde el techo, se descolgó una manta que, al adherirse a la pared, liberó una cascada de luces que se movían al ritmo de la música.En ese momento, la puerta se abrió y un hada hizo su entrada con las manos en alto y su pose de haber llegado para adueñarse del lugar. El top destellaba aún más
—Ya decía yo que todo estaba demasiado bien. —se alejó cuando esa electrizante sensación la recorrió al ver al Mayor. Eso no la detendría. Hacerlo rabiar era tan increíble que no se negaría ese gusto. —Eso no lo piensas cuando me buscas por todos lados. —dio otro paso y ella solo colocó ambas manos en la cintura. —Muy bonita medalla, pero te hice falta. —¿Cuanta prepotencia, Hércules? —le sonrió. —Pero ¿no acordamos que no vendrías? —hizo un puchero. —Mi ilusión se fue al diablo. La estaba pasando tan bien sin verte. Conseguí un harem increíble. Los ojos de Kael la recorrieron de pies a cabeza sin importarle sus palabras. Esa joya en su abdomen le agrietaba los límites. Rasgaban esas ganas por tocarla. Lo llevaba a tener pensamientos nada amables con ese pequeño cuerpo que seguramente no podría resistirlo. Pero se sentía tan extremo que tuvo que apretar sus puños para no hacerlo. —Tenía 80 razones para no venir. —avanzó hacia ella. El aroma que desprendía lo puso peor. —Y solo dos
La lengua de Kael se movía con destreza dentro de la boca de Lina, quien sentía que ardía en la prisión disfrazada por los brazos del hombre que la estrelló contra la puerta de su dormitorio. La música subió aún más alentando a todos a quedarse en la fiesta llena de descontrol que había por todos lados. Mientras Lina recibía el beso cargado de electricidad que la tenía al borde de perder la cabeza totalmente.Kael la presionó contra su entrepierna totalmente rígida. Se sentía tan grande que tuvo miedo de su promesa. La iba a destrozar, aunque ya no había vuelta atrás. Estaba tan deseoso que cuando la sentó sobre la cómoda para tirar todo lo que estorbaba, solo atinó a sostenerse cuando Kael se deshizo de la camisa, quedando solo con el pantalón desabrochado. Mientras por la mente del Mayor solo estaba la imagen de la chica con el top de lentejuelas que tenía la división más exquisita entre esa pieza y la falda que subió con sus dedos extendidos. Llegó a sus caderas y siguió subiend
—Déjame verte. —pidió haciendo que su espalda tocara la cama, volviendo a su boca sin ninguna reserva. Sus senos fueron apresados por las manos del Mayor y su cuello ya contaba con una marca roja que él recorrió con su lengua. Sus latidos se detuvieron cuando algo enorme se frotó contra su canal. La humedad no bastaba, pero con las caricias en ese lugar obtuvo el necesario para que sintió la lucha por invadir ese pequeño espacio.—Va dejar de doler. Lo prometo. —la siguió besando a medida que iba expandiendo sus pliegues y desapareciendo entre ellos. —Solo déjame entrar en este apretado coño tuyo. No le fue difícil adivinar que jamás había sido tocada por ninguno antes que él y en ese momento en el que las uñas se enterraron en su piel y su polla se esforzaba por entrar completamente, eso quedaba más que claro. Lina sintió que la estaban desgarrando por dentro, aún así mantuvo su decisión de continuar hasta que el ardor la hizo apretar los ojos, mientras Kael suplicó por mantener
El sol comenzaba a asomarse tímidamente por el horizonte, iluminando con su luz dorada los restos de la fiesta de disfraces. El lugar designado para el retiro corporativo, que había sido el epicentro de risas y música la noche anterior, ahora parecía un campo de batalla de disfraces y cuerpos desparramados.Avery, con su disfraz de Cleopatra, despertó primero. Se encontraba en una cama, con una capa de purpurina cubriéndola como una manta. Se incorporó lentamente, sacudiéndose el polvo de estrellas y observando a su alrededor. A pocos metros, Eleazar, acomodado en uno de los muebles, dormía plácidamente, ajeno al mundo. Estaba agotado de luchar con un pulpo que apenas dos horas antes se había dormido. En una mesa afuera del salón de la fiesta, un pirata y una sirena estaban entrelazados, roncando suavemente. En el suelo, un superhéroe y un vampiro compartían una manta improvisada hecha de capas y disfraces. Más allá, un grupo de zombis y fantasmas comenzaba a moverse, estirándose y b
Los empleados que asistieron al retiro corporativo se integraron con entusiasmo a las actividades en una zona boscosa, donde debían encontrar un banderín y llevarlo a la meta. Todos estaban motivados por el premio prometido, moviéndose por todo el terreno que cubría Lake Place.Miradas furtivas surgieron en el camino, pues Naenia debía mantener la imagen que tanto le costó crear entre los socios del corporativo. Tener la mirada de su hermano sobre ella la mantenía en constante alerta, y además, debía lidiar con el humor volátil de su sobrino.Pero nada de eso la ponía tan nerviosa como encontrarse de cara con el moreno de remera blanca que se rió de medio lado cuando ella caminó desde el extremo contrario. Pascal continuó su camino, pero su risa lo decía todo. Eleazar sólo podía soportar sus propias protestas por las tonterías de su amigo.—Suicidio pendejo —le reprochó Eleazar. Pascal sólo sostuvo la maleta que llevaba hacia el auto, mirando el reloj en su mano.—Del infierno venimos
Los recién llegados fueron dirigidos por el empleado que no tenía permitido hacer preguntas, ni hablar más que para hacerles saber todo lo que estaba a su disposición. Kael sostuvo la mano de Lina en todo momento. Habían condiciones y él se encargaría de hacerlas cumplir. —Sí necesita cualquier cosa, sólo debe llamar a recepción y se les proporcionará. —aseguró el sujeto con uniforme. Lina soltó su bolso rosa sobre una silla y abrió las ventanas para ver el paisaje que le brindó una brisa que la envolvió por completo. —Esto es nuevo para mí. —dijo cuando sintió las manos rodear su cintura. —¿Esto qué? —cuestionó Kael hundiendo su nariz en el cuello de la chica que le dio el acceso que este buscaba. —Contigo me espero cualquier respuesta, así que mejor especifica a qué te refieres realmente. —No soy tan difícil. —los dedos encajándose en sus caderas fueron mucho más tolerables que cuando despertó. —Lo eres. —susurró Kael girándola en su eje para tener acceso a su boca tambié
En la ducha nada cambió en Lina y el Mayor, quiénes olvidaban su moral y su objetividad. Esa relación clandestina que sostenían aplastaba su férrea moral, la cual desaparecía con el otro, pues eran conscientes de que lo que estaban haciendo estaba mal, pero ninguno se esforzaba por deshacerse de ese gusto prohibido por el otro. Kael la ubicó sobre el lavabo y ella tuvo que ponerse a pensar cuánto más resistiría su cuerpo ese día, pero verlo emerger de sus piernas la hizo deducir que todo lo que quisiera. Querían más y nada los detendría. No importaba. Aún cuando la comida llegó, Kael estaba más absorto en comerle la boca que en probar los platillos. —Está delicioso. Come al menos una de las porciones. —le entregó el bocado que este recibió, para arrugar las cejas. —¿Sabe mal? —Tiene conservantes. —exclamó pasando el bocado con agua. —Perdón señor “como nutritivo”, pero esto para mi está delicioso. —Kael la alzó y acomodó sobre su regazo. —¿Te digo que es delicioso para mí?