Los miembros de la familia Vogel se miraron entre sí, sin esperar que, Isabella, siempre tan dócil, esta vez mostrara una actitud tan firme. Además, ni siquiera escuchó a su madre. La anciana dijo con desprecio.—Ella obedecerá poco a poco, no tiene otra opción. Ahora no tiene familia materna a quien recurrir, no tiene de otra más que quedarse con nosotros, además, no la hemos tratado mal, y sigue siendo la esposa principal.A la mañana siguiente, Isabella y Juana, regresaron a la residencia del Marqués Díaz de Vivar, su padre. El jardín estaba totalmente desolado, con montones de hojas caídas. En solo medio año sin mantenimiento, el patio de la residencia de su padre se había llenado por completo de hierbas silvestres que crecían hasta casi la altura de una persona.Al volver a entrar en la casa, su corazón se sentía desgarrado por el recuerdo tan doloroso del pasado. Hace seis meses que se había enterado de la cruel masacre de su familia, en ese instante cuando entró colapsó arrodill
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