Después de que Isabella se marchó, el criado Marcelino entró con rapidez.—Su majestad, la emperatriz ha enviado a alguien para solicitar su presencia cuando tenga un momento. —El Rey Leónidas suspiró.—Tal vez sea por el asunto de Isabelita por lo que está ansiosa y preocupada. Vamos.Las peonías en el Palacio de la Longevidad estaban mostrando su magnífica belleza y fragancia nacional. Incluso las rosas en las paredes del palacio estaban floreciendo. La viuda emperatriz sentada en el salón principal en una silla redonda de madera, color rosa con respaldo alto. Llevaba una túnica de tela fina, color púrpura oscuro y luciendo su cabello con un exquisito pasador de jade blanco, pero su rostro lucía bastante demacrado.—¡Mi hijo viene a saludar, qué milagro!El Rey Leónidas dio un paso hacia adelante para rendirle homenaje. Ella lo miró y suspiró.—Esa orden de matrimonio que diste no fue nada prudente. Haciendo eso, no solo le has fallado a Melquíadez Díaz de Vivar, sino que además has
Al día siguiente, Theobald fue convocado al palacio por orden real. Pensó que al entrar al palacio podría ver al Rey de inmediato, después de todo, ahora era un militar favorito de la corte. Sin embargo, esperó afuera del estudio real durante una hora completa antes de que el criado Marcelino saliera y dijera.—General Vogel, su majestad está ocupado. Le ha pedido que regrese y que se le convocará otro día.Él estaba asombrado. Había esperado afuera del estudio real durante tanto tiempo y no vio a ningún ministro entrar o salir, por lo que estaba claro que su majestad no estaba discutiendo asuntos de estado con los ministros.—Marcelino, ¿para qué asunto su majestad me llamó? —El empleado sonrió y comentó.—Gran general, realmente no lo sé. Theobald se sintió algo desconcertado, pero no se atrevió a irrumpir y preguntar al Rey.—Le pido que me indique si he hecho algo mal. Marcelino seguía sonriendo con sarcasmo.—El gran general acaba de regresar victorioso, solo tiene méritos, ning
Theobald respiró aliviado, pero, aun así, dijo con cierta rabia.—Esto lo he conseguido con base a mis méritos de guerra. Si su majestad realmente retirara la orden, seguramente decepcionaría a los soldados. Pero hoy su majestad me convocó y luego no me recibió. Supongo que fue porque te quejaste de haber sido maltratada, ¿verdad? Isabella, no voy a discutir, pero he sido lo más complaciente posible contigo. —Siguió diciendo en tono aún más firme.—Yo no…—Espero que puedas comportarte y no causar más problemas. Después de que Desislava y yo nos casemos, te permitiré tener tus propios hijos, y tendrás un sustento para el resto de tu vida. —Ella bajó instintivamente la mirada y dijo en voz baja.—Juana, ¡acompaña al general a la puerta! La mujer dio un paso hacia adelante.—¡General, por favor, márchese!Él se dio la vuelta y se fue agitando las mangas. Isabella no había dicho nada todavía, cuando las lágrimas de su doncella comenzaron a caer como simples perlas de un collar roto. Isab
Después de despedir al doctor Dagel, ella regresó a Casa Alta. Media hora más tarde, Theobald llegó al lugar con Desislava para buscarla. Ella estaba en el pequeño estudio, organizando con cuidado las cuentas del mes. Al verlos entrar, su mirada se fijó en sus manos entrelazadas.El pequeño incensario dorado quemaba un fragante incienso que inundaba el aire de calma. Isabella respiró tranquila y decidió abordar el asunto directamente. Después de pedir a Juana que se retirara, dijo.—Por favor, ¡tome usted asiento!Desislava había vuelto a vestir ropa femenina, con una delicada falda plisada escarlata bordada con mariposas doradas. Al sentarse, el dobladillo de su falda se desplegó de manera elegante, haciendo que las mariposas parecieran suspendidas. Ella no era especialmente hermosa, pero tenía una presencia imponente.—¡Díaz de Vivar!Comenzó ella, mirando directo a Isabella. Habiendo estado en el ejército y asesinado al enemigo, se consideraba a sí misma con una dignidad capaz de in
Aunque Desislava sentía un poco de celos en su corazón, dijo: —No soy una persona celosa o mezquina, y pensando en ti, es muy bueno que tengas tu propio hijo, alguien en quien apoyarte en tus últimos años. En cuanto a si viene a tu habitación después de quedar embarazada, eso no es asunto mío. La última frase, evidentemente, mostraba un toque de enfado.Theobald rápidamente le prometió: —No te preocupes por eso, si ella queda embarazada, nunca la tocaré de nuevo en esta vida.—No hace falta prometerlo, no soy en verdad tan mezquina. — Desislava giró la cara, sus cejas mostraban el descontento.Isabella miró a las dos personas frente a ella y lo encontró todo extremadamente absurdo. Se levantó y miró a la mujer, diciendo con severidad: —Ya es bastante difícil para las mujeres en este mundo. ¿Por qué quieres tratar a las mujeres tan mal? Tú también eres una mujer; solo porque has estado en el campo de batalla y asesinando enemigos, eso no significa que puedas menospreciar a otras muj
Juana, sintiéndose furiosa e impotente al ver cómo su ama era vilmente maltratada, dijo algunas palabras que Isabella se abstuvo de decir debido a su educación. Pero ella, una simple criada grosera que no tenía miedo alguno ni tranca en la lengua dijo: —Incluso yo, una criada humilde, entiendo los principios de la cortesía y buena educación, de la justicia, de la integridad y de la vergüenza también. Sin embargo, tú, como la general, te enredas con los maridos de otras en el campo de batalla y ahora te apoyas en tus logros militares para maltratar a mi señora...—¡Plaf…! — La mano del hombre cayó sobre la cara de Juana.Theobald, enfurecido, miró con rabia a Isabella.—¿Esta es la niñita que has criado?, tan irrespetuosa.Isabella se levantó rápidamente y corrió hacia allí, primero sosteniendo a Juana. Al ver que su rostro se hinchaba instante, se dio cuenta de cuánta fuerza había usado ese hombre.Giró la cabeza, con sus ojos de repente llenos de ira, y abofeteó a Theobald.—¿Cómo t
Viendo la dificultad de todos, Theobald tomó la lista de regalos para echar un ligero vistazo. Después de leerla por un momento, le preguntó a la segunda tía:—¿Cuál es el problema? Diez mil reales de plata como patrimonio, dos pares de brazaletes de oro, dos pares de brazaletes de jade embadurnados con grasa de cordero, dos juegos de adornos en oro rojo, cincuenta piezas de telas finas bordadas, y no más. Los demás artículos son mínimos.—¿No mucho? — Angeles se rio— Pues, lamentablemente, como están las cuentas de la casa, no podemos sacar ni siquiera mil reales de plata.El hombre, sorprendido le preguntó:—¿Cómo puede ser? ¿Quién es el que maneja las cuentas? ¿Acaso hay un déficit?—¡Yo manejo las cuentas! — Dijo Isabella con calma.—¿Tú manejas las cuentas? ¿Dónde está el dinero entonces? — Preguntó con prepotencia Theobald—Sí, dime ¿dónde está el dinero? — Angeles añadió con critica.— ¿Piensas que nuestra familia es rica? Esta mansión fue otorgada por el rey anterior cuando tu
La anciana vaciló.—¿Pedir prestado?Pero ella misma había dicho que era un préstamo y que se lo devolverían cuando tuvieran más dinero. Al decir esto, Isabella la dejó sin argumento alguno.Sin embargo, en lo más profundo de su corazón culpaba a Isabella por no ser razonable, por discutir con su esposo, ya que toda su familia había muerto ¿a dónde iría el dinero si no era para la mansión del general?Theobald negó.—Me las arreglaré yo mismo, no necesito pedirte prestado.Dicho esto, se dio la vuelta y salió apresurado.Todos en la sala miraron a Isabella, quien hizo una reverencia.—Si no hay más asuntos pendientes, me retiro.—¡Isabelita, quédate!Rosario frunció el ceño, y de repente su ira subió tanto que ni tosió ni pareció débil, después de todo, ayer había tomado una píldora del famoso doctor Dagel.Isabella la miró. —¿Qué más desea?La anciana, con un tono severo, dijo: —Sé que has ido al palacio a hablar con el rey. Lo que hiciste no fue sabio. Desislava casándose aquí trae