Capítulo317
Isabella acompañó a los miembros lejanos de la familia Díaz de Vivar y a un grupo de amigas a ver una obra de marionetas. Raulito también quiso ir. En sus días como mendigo, solía colarse en los teatros para pedir limosna. A veces lograba disfrutar de las actuaciones hasta que alguien lo descubría, lo golpeaba y lo echaba a patadas. Esta vez, sin embargo, podía sentarse con total legitimidad en un asiento, sin temor a ser expulsado. Los días de sufrimiento le habían enseñado a valorar lo que ahora tenía.

Cuando comenzó la música, el ambiente se llenó de alegría. Isabella pudo sentir la emoción, lo que mejoró un poco su estado de ánimo. Al fin y al cabo, la vida tenía que seguir adelante, y sin importar qué, siempre tendría a Raulito a su lado.

Al revisar el programa de las obras, Isabella, que nunca había sido aficionada al teatro ni mucho menos a las marionetas, decidió dejar la elección en manos de la esposa de Melquiades, quien sí disfrutaba de las actuaciones y sabía cuáles eran ap
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