Después de despedir al doctor Dagel, ella regresó a Casa Alta. Media hora más tarde, Theobald llegó al lugar con Desislava para buscarla. Ella estaba en el pequeño estudio, organizando con cuidado las cuentas del mes. Al verlos entrar, su mirada se fijó en sus manos entrelazadas.El pequeño incensario dorado quemaba un fragante incienso que inundaba el aire de calma. Isabella respiró tranquila y decidió abordar el asunto directamente. Después de pedir a Juana que se retirara, dijo.—Por favor, ¡tome usted asiento!Desislava había vuelto a vestir ropa femenina, con una delicada falda plisada escarlata bordada con mariposas doradas. Al sentarse, el dobladillo de su falda se desplegó de manera elegante, haciendo que las mariposas parecieran suspendidas. Ella no era especialmente hermosa, pero tenía una presencia imponente.—¡Díaz de Vivar!Comenzó ella, mirando directo a Isabella. Habiendo estado en el ejército y asesinado al enemigo, se consideraba a sí misma con una dignidad capaz de in
Aunque Desislava sentía un poco de celos en su corazón, dijo: —No soy una persona celosa o mezquina, y pensando en ti, es muy bueno que tengas tu propio hijo, alguien en quien apoyarte en tus últimos años. En cuanto a si viene a tu habitación después de quedar embarazada, eso no es asunto mío. La última frase, evidentemente, mostraba un toque de enfado.Theobald rápidamente le prometió: —No te preocupes por eso, si ella queda embarazada, nunca la tocaré de nuevo en esta vida.—No hace falta prometerlo, no soy en verdad tan mezquina. — Desislava giró la cara, sus cejas mostraban el descontento.Isabella miró a las dos personas frente a ella y lo encontró todo extremadamente absurdo. Se levantó y miró a la mujer, diciendo con severidad: —Ya es bastante difícil para las mujeres en este mundo. ¿Por qué quieres tratar a las mujeres tan mal? Tú también eres una mujer; solo porque has estado en el campo de batalla y asesinando enemigos, eso no significa que puedas menospreciar a otras muj
Juana, sintiéndose furiosa e impotente al ver cómo su ama era vilmente maltratada, dijo algunas palabras que Isabella se abstuvo de decir debido a su educación. Pero ella, una simple criada grosera que no tenía miedo alguno ni tranca en la lengua dijo: —Incluso yo, una criada humilde, entiendo los principios de la cortesía y buena educación, de la justicia, de la integridad y de la vergüenza también. Sin embargo, tú, como la general, te enredas con los maridos de otras en el campo de batalla y ahora te apoyas en tus logros militares para maltratar a mi señora...—¡Plaf…! — La mano del hombre cayó sobre la cara de Juana.Theobald, enfurecido, miró con rabia a Isabella.—¿Esta es la niñita que has criado?, tan irrespetuosa.Isabella se levantó rápidamente y corrió hacia allí, primero sosteniendo a Juana. Al ver que su rostro se hinchaba instante, se dio cuenta de cuánta fuerza había usado ese hombre.Giró la cabeza, con sus ojos de repente llenos de ira, y abofeteó a Theobald.—¿Cómo t
Viendo la dificultad de todos, Theobald tomó la lista de regalos para echar un ligero vistazo. Después de leerla por un momento, le preguntó a la segunda tía:—¿Cuál es el problema? Diez mil reales de plata como patrimonio, dos pares de brazaletes de oro, dos pares de brazaletes de jade embadurnados con grasa de cordero, dos juegos de adornos en oro rojo, cincuenta piezas de telas finas bordadas, y no más. Los demás artículos son mínimos.—¿No mucho? — Angeles se rio— Pues, lamentablemente, como están las cuentas de la casa, no podemos sacar ni siquiera mil reales de plata.El hombre, sorprendido le preguntó:—¿Cómo puede ser? ¿Quién es el que maneja las cuentas? ¿Acaso hay un déficit?—¡Yo manejo las cuentas! — Dijo Isabella con calma.—¿Tú manejas las cuentas? ¿Dónde está el dinero entonces? — Preguntó con prepotencia Theobald—Sí, dime ¿dónde está el dinero? — Angeles añadió con critica.— ¿Piensas que nuestra familia es rica? Esta mansión fue otorgada por el rey anterior cuando tu
La anciana vaciló.—¿Pedir prestado?Pero ella misma había dicho que era un préstamo y que se lo devolverían cuando tuvieran más dinero. Al decir esto, Isabella la dejó sin argumento alguno.Sin embargo, en lo más profundo de su corazón culpaba a Isabella por no ser razonable, por discutir con su esposo, ya que toda su familia había muerto ¿a dónde iría el dinero si no era para la mansión del general?Theobald negó.—Me las arreglaré yo mismo, no necesito pedirte prestado.Dicho esto, se dio la vuelta y salió apresurado.Todos en la sala miraron a Isabella, quien hizo una reverencia.—Si no hay más asuntos pendientes, me retiro.—¡Isabelita, quédate!Rosario frunció el ceño, y de repente su ira subió tanto que ni tosió ni pareció débil, después de todo, ayer había tomado una píldora del famoso doctor Dagel.Isabella la miró. —¿Qué más desea?La anciana, con un tono severo, dijo: —Sé que has ido al palacio a hablar con el rey. Lo que hiciste no fue sabio. Desislava casándose aquí trae
La anciana Rosario no creía que el doctor Dagel nunca volvería, después de todo, el día anterior había ido a entregarle sus medicinas, y le había dado instrucciones muy detalladas sobre su enfermedad.De inmediato envió a alguien al salón de la medicina para invitar al doctor, pero él ni siquiera se presentó y solo envió un mensaje a través de un médico presente. Informó a Rosario palabra por palabra, lo que casi la hizo morirse de ira. El mensaje era el siguiente.—No hace falta invitarme más. Las acciones de la mansión del general hacen que uno como persona honesta se sienta muy desalentado. Tratar la enfermedad de personas de tan baja moral me acortará la vida. Y no quiero morir joven. —La anciana, furiosa, exclamó.—¡Seguro que ella le dijo al médico Dagel que no viniera a tratarme! No pensé que, en verdad, su corazón fuera tan negro. Cuando la casamos, pensé que era tan virtuosa y gentil. En ese año no parecía ser una persona tan malintencionada. Ella quiere matarme. Sin las medic
Theobald dio una vuelta afuera buscando a amigos cercanos para pedirles dinero prestado. Pero solo consiguió reunir mil reales de plata, todavía muy lejos de los más de diez mil reales de plata necesarios para la dote, los regalos y el respectivo banquete. Por supuesto, si tuviera la cara para pedirle prestado a familias nobles, no sería ningún problema obtener dos o tres mil reales.Después de todo, acababa de regresar con grandes honores y era un nuevo favorito en la corte, en realidad, todos querían congraciarse con él. Pero no tenía la cara para hacerlo.Pedir dinero prestado ya era algo embarazoso y sensible, ¿cómo iba a estar dispuesto a perder la dignidad?Luego de pensarlo varias veces, decidió que sería mejor pedirle prestado a su esposa. Pasar por la pena con ella era mejor que hacerlo frente a otros. En el camino de regreso a la mansión vio justo a un hermano acercarse apresurado a caballo. Antes de que pudiera preguntar, Nicolás dijo.—Hermano, regresa rápido a la mansión,
Theobald respiró hondo, mirando a Isabella con incredulidad.¿Realmente quería irse o era acaso otra táctica de su chantaje? Pero él nunca la repudiaría. Si lo hiciera, las habladurías de la gente los ahogarían por completo a él y a Desislava.Además, los soldados también lo considerarían una absoluta deshonra. Todos respetaban al marqués Diaz de Vivar como un héroe. No podía perder la lealtad de sus hombres.—Isabella, no te repudiaré. — Dijo con una fuerte frustración y molestia —Tampoco te trataré mal, pero espero que dejes de causar tantos problemas. Especialmente ahora, usar la enfermedad de mi madre para chantajearme tan vilmente, ¿no te parece esto demasiado cruel? Si tienes demandas o insatisfacciones, descárgalas sobre mí, no involucres a mi madre en esto. Esto es falta de amor familiar y dañará tu reputación.El rostro de Isabella se arrugó de amargura.—¿No me repudias porque no quieres o acaso es porque no te atreves? Repudiarme no te traerá ningún beneficio, solo críticas