Capítulo10
Después de despedir al doctor Dagel, ella regresó a Casa Alta. Media hora más tarde, Theobald llegó al lugar con Desislava para buscarla. Ella estaba en el pequeño estudio, organizando con cuidado las cuentas del mes. Al verlos entrar, su mirada se fijó en sus manos entrelazadas.

El pequeño incensario dorado quemaba un fragante incienso que inundaba el aire de calma. Isabella respiró tranquila y decidió abordar el asunto directamente. Después de pedir a Juana que se retirara, dijo.

—Por favor, ¡tome usted asiento!

Desislava había vuelto a vestir ropa femenina, con una delicada falda plisada escarlata bordada con mariposas doradas. Al sentarse, el dobladillo de su falda se desplegó de manera elegante, haciendo que las mariposas parecieran suspendidas. Ella no era especialmente hermosa, pero tenía una presencia imponente.

—¡Díaz de Vivar!

Comenzó ella, mirando directo a Isabella. Habiendo estado en el ejército y asesinado al enemigo, se consideraba a sí misma con una dignidad capaz de in
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