Todos los capítulos de La Traición Bajo el Cerezo en Flor: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Capítulo11
Aunque Desislava sentía un poco de celos en su corazón, dijo: —No soy una persona celosa o mezquina, y pensando en ti, es muy bueno que tengas tu propio hijo, alguien en quien apoyarte en tus últimos años. En cuanto a si viene a tu habitación después de quedar embarazada, eso no es asunto mío. La última frase, evidentemente, mostraba un toque de enfado.Theobald rápidamente le prometió: —No te preocupes por eso, si ella queda embarazada, nunca la tocaré de nuevo en esta vida.—No hace falta prometerlo, no soy en verdad tan mezquina. — Desislava giró la cara, sus cejas mostraban el descontento.Isabella miró a las dos personas frente a ella y lo encontró todo extremadamente absurdo. Se levantó y miró a la mujer, diciendo con severidad: —Ya es bastante difícil para las mujeres en este mundo. ¿Por qué quieres tratar a las mujeres tan mal? Tú también eres una mujer; solo porque has estado en el campo de batalla y asesinando enemigos, eso no significa que puedas menospreciar a otras muj
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Capítulo12
Juana, sintiéndose furiosa e impotente al ver cómo su ama era vilmente maltratada, dijo algunas palabras que Isabella se abstuvo de decir debido a su educación. Pero ella, una simple criada grosera que no tenía miedo alguno ni tranca en la lengua dijo: —Incluso yo, una criada humilde, entiendo los principios de la cortesía y buena educación, de la justicia, de la integridad y de la vergüenza también. Sin embargo, tú, como la general, te enredas con los maridos de otras en el campo de batalla y ahora te apoyas en tus logros militares para maltratar a mi señora...—¡Plaf…! — La mano del hombre cayó sobre la cara de Juana.Theobald, enfurecido, miró con rabia a Isabella.—¿Esta es la niñita que has criado?, tan irrespetuosa.Isabella se levantó rápidamente y corrió hacia allí, primero sosteniendo a Juana. Al ver que su rostro se hinchaba instante, se dio cuenta de cuánta fuerza había usado ese hombre.Giró la cabeza, con sus ojos de repente llenos de ira, y abofeteó a Theobald.—¿Cómo t
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Capítulo13
Viendo la dificultad de todos, Theobald tomó la lista de regalos para echar un ligero vistazo. Después de leerla por un momento, le preguntó a la segunda tía:—¿Cuál es el problema? Diez mil reales de plata como patrimonio, dos pares de brazaletes de oro, dos pares de brazaletes de jade embadurnados con grasa de cordero, dos juegos de adornos en oro rojo, cincuenta piezas de telas finas bordadas, y no más. Los demás artículos son mínimos.—¿No mucho? — Angeles se rio— Pues, lamentablemente, como están las cuentas de la casa, no podemos sacar ni siquiera mil reales de plata.El hombre, sorprendido le preguntó:—¿Cómo puede ser? ¿Quién es el que maneja las cuentas? ¿Acaso hay un déficit?—¡Yo manejo las cuentas! — Dijo Isabella con calma.—¿Tú manejas las cuentas? ¿Dónde está el dinero entonces? — Preguntó con prepotencia Theobald—Sí, dime ¿dónde está el dinero? — Angeles añadió con critica.— ¿Piensas que nuestra familia es rica? Esta mansión fue otorgada por el rey anterior cuando tu
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Capítulo14
La anciana vaciló.—¿Pedir prestado?Pero ella misma había dicho que era un préstamo y que se lo devolverían cuando tuvieran más dinero. Al decir esto, Isabella la dejó sin argumento alguno.Sin embargo, en lo más profundo de su corazón culpaba a Isabella por no ser razonable, por discutir con su esposo, ya que toda su familia había muerto ¿a dónde iría el dinero si no era para la mansión del general?Theobald negó.—Me las arreglaré yo mismo, no necesito pedirte prestado.Dicho esto, se dio la vuelta y salió apresurado.Todos en la sala miraron a Isabella, quien hizo una reverencia.—Si no hay más asuntos pendientes, me retiro.—¡Isabelita, quédate!Rosario frunció el ceño, y de repente su ira subió tanto que ni tosió ni pareció débil, después de todo, ayer había tomado una píldora del famoso doctor Dagel.Isabella la miró. —¿Qué más desea?La anciana, con un tono severo, dijo: —Sé que has ido al palacio a hablar con el rey. Lo que hiciste no fue sabio. Desislava casándose aquí trae
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Capítulo15
La anciana Rosario no creía que el doctor Dagel nunca volvería, después de todo, el día anterior había ido a entregarle sus medicinas, y le había dado instrucciones muy detalladas sobre su enfermedad.De inmediato envió a alguien al salón de la medicina para invitar al doctor, pero él ni siquiera se presentó y solo envió un mensaje a través de un médico presente. Informó a Rosario palabra por palabra, lo que casi la hizo morirse de ira. El mensaje era el siguiente.—No hace falta invitarme más. Las acciones de la mansión del general hacen que uno como persona honesta se sienta muy desalentado. Tratar la enfermedad de personas de tan baja moral me acortará la vida. Y no quiero morir joven. —La anciana, furiosa, exclamó.—¡Seguro que ella le dijo al médico Dagel que no viniera a tratarme! No pensé que, en verdad, su corazón fuera tan negro. Cuando la casamos, pensé que era tan virtuosa y gentil. En ese año no parecía ser una persona tan malintencionada. Ella quiere matarme. Sin las medic
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Capítulo16
Theobald dio una vuelta afuera buscando a amigos cercanos para pedirles dinero prestado. Pero solo consiguió reunir mil reales de plata, todavía muy lejos de los más de diez mil reales de plata necesarios para la dote, los regalos y el respectivo banquete. Por supuesto, si tuviera la cara para pedirle prestado a familias nobles, no sería ningún problema obtener dos o tres mil reales.Después de todo, acababa de regresar con grandes honores y era un nuevo favorito en la corte, en realidad, todos querían congraciarse con él. Pero no tenía la cara para hacerlo.Pedir dinero prestado ya era algo embarazoso y sensible, ¿cómo iba a estar dispuesto a perder la dignidad?Luego de pensarlo varias veces, decidió que sería mejor pedirle prestado a su esposa. Pasar por la pena con ella era mejor que hacerlo frente a otros. En el camino de regreso a la mansión vio justo a un hermano acercarse apresurado a caballo. Antes de que pudiera preguntar, Nicolás dijo.—Hermano, regresa rápido a la mansión,
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Capítulo17
Theobald respiró hondo, mirando a Isabella con incredulidad.¿Realmente quería irse o era acaso otra táctica de su chantaje? Pero él nunca la repudiaría. Si lo hiciera, las habladurías de la gente los ahogarían por completo a él y a Desislava.Además, los soldados también lo considerarían una absoluta deshonra. Todos respetaban al marqués Diaz de Vivar como un héroe. No podía perder la lealtad de sus hombres.—Isabella, no te repudiaré. — Dijo con una fuerte frustración y molestia —Tampoco te trataré mal, pero espero que dejes de causar tantos problemas. Especialmente ahora, usar la enfermedad de mi madre para chantajearme tan vilmente, ¿no te parece esto demasiado cruel? Si tienes demandas o insatisfacciones, descárgalas sobre mí, no involucres a mi madre en esto. Esto es falta de amor familiar y dañará tu reputación.El rostro de Isabella se arrugó de amargura.—¿No me repudias porque no quieres o acaso es porque no te atreves? Repudiarme no te traerá ningún beneficio, solo críticas
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Capítulo18
—¡Bah! — Juana expresó su desprecio. —Diez mil reales de plata para el compromiso, ¿De verdad creen que la mansión del General es una casa rica? Cuando usted se casó por primera vez, la doña Diaz de Vivar solo aceptó unos cientos de reales. ¡Qué pérdida!Isabella respondió con lástima.—Sí, en realidad me vendí muy barato.Juana también comenzó a reírse, pero pronto sin pensar las lágrimas cayeron mientras reía. — ¡Cuántas ofensas soportó la joven cuando se casó aquí! La señora realmente se enfocó en las solemnes promesas de Theobald en aquel entonces, diciendo que nunca tendría una amante en su vida, lo cual resultó ser una completa mentira.Ella se secó las lágrimas y bajó a traer sopa de loto y otra sopa, también llamó a las otras niñeras para que vinieran a comer.La cuestión del decreto real para el divorcio aún es confidencial. Por supuesto, todas las personas que habían ido con ella de su familia materna eran muy confiables y leales, así que no importa si ellos lo sabían o
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Capítulo19
Después de entregar el respectivo control de la casa, Isabella cerró las puertas y no salió más.Excepto por la gente que trajo de su familia, no veía a nadie. Incluso comía en la pequeña cocina de la Casa Alta, donde las niñeras Filomena y Matilde compraban los ingredientes y cocinaban.Después de que Isabella convocó a toda su gente de regreso, toda la mansión del general se volvió un caos.La señora Minerva solo pudo pedir al mayordomo que promoviera a las personas capaces para llenar los vacíos dejados por la ausencia de la niñera Matilde y otras, y luego continuó según las reglas habituales.Sin embargo, ahora que se debía organizar una boda, obviamente el personal no era suficiente. Y los criados que Isabella había conseguido cuando se casó, fueron enviadas lejos por las niñeras. Ahora, no había suficiente personal en cada habitación.Minerva informó todo esto a la anciana Rosario, la cual estaba tan enojada. —Nunca imaginé que ella sería tan insensata. Cómo no lo pude ver ante
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Capitulo20
La anciana empeoró aún más y, la casa estuvo alborotada toda la noche. Al final, trajeron a un médico real que logró estabilizar su condición de manera temporal. El médico real le dijo a Theobald.—Yo he tratado a la señora Rosario antes, pero mi habilidad médica es limitada. El mejor médico para tratar este tipo de enfermedades cardíacas en la capital es el doctor Dagel. Sus píldoras son el verdadero medicamento salvavidas para la anciana.—Comprendo.—La razón por la que puedo controlar su enfermedad ahora es porque ella ha estado tomando las píldoras durante un año, y su condición se ha estabilizado. Pero si las crisis se vuelven más frecuentes en el futuro, no podré hacer nada. —añadió.Después de decir esto, el médico se despidió y se fue. Theobald estaba enojado y con sus ojos rojos de tanto pensar. Esa noche fue personalmente a buscar al doctor Dagel, pero él ni siquiera lo recibió. Sabía que Isabella estaba usando esto para presionarlo a que renunciara a casarse con Desislava.
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