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Todos los capítulos de Un lobo en tentación : Capítulo 21 - Capítulo 30
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Estrategia y negocios.
La fábrica estaba sumida en un silencio intenso, a Kerr le pareció que cualquiera podía escuchar hasta la más mínima respiración que saliera de él. Subió las escaleras y en silencio junto al catre se cambió la ropa de dormir y se puso uno de los últimos pantalones que le quedaba.Cuando salió del lugar entrando en el bosque extendió su conciencia, quería probar algo antes de arriesgarse, así que cuando encontró a uno de los miembros de su manada que merodeaba vigilando los alrededores trató de meterse en su mente con cautela, sintió el mal genio que tenía el lobo con el barro que se le quedaba pegado en las patas y la duda de si lo que veía junto al árbol más allá era un conejo a una ardilla, y cuando Kerr se alejó sonrió con alegría.No le importó cómo había adquirido esas habilidades, pero le alegró poder entrar en contacto con alguien sin que se diera cuenta, así que utilizando su sobrehumana habilidad aún sin convertirse, corrió por el bosque siguiendo el sendero oloroso que habí
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Perder el control.
Un calor sofocante trepó por el cuerpo de Kerr y lo golpeó en la cara, la vista se le oscureció y no logró ver más allá del rostro crispado de Víctor que lo miraba con una arrogancia que le produjo un vacío en el pecho.Dio un paso atrás y agarró la esquina de la pared con tanta fuerza que desprendió un enorme fragmento de cemento que disolvió como un trozo de cal en su mano.Trató de contenerse, apretó los puños para evitar el arrebato de estirar la mano y agarrar a Víctor del cuello de la camisa y sacudirlo, pero sería una ofensa directa y una pelea a muerte.Pensó que tal vez eso era lo que debía hacer, retar a Víctor, matarlo y hacerse con el liderazgo de la manada, pero no se sintió capaz de hacerlo, no sabía si tenía las fuerzas suficientes para ganarle, pero el cuerpo lleno de adrenalina y la rabia le decían que sí, que sí podía, que lo hiciera.—No puedes entregarla —le dijo tratando de contener un grito y Víctor no le apartó la mirada.—Si, si puedo —Kerr apretó los puños.—E
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Calma.
Cuando Kerr despertó la luz del sol entraba a raudales por la ventana a su lado. Estaba en su catre en el segundo piso y se sintió vacío y ciego como la primera vez que le dispararon el suero, los colores eran menos intensos, no podía oler nada más allá de un par de centímetros de su nariz y se sintió débil, pero le alegró sentir que la fuerza en su interior, esa fuerza incontrolable y cegadora, ya no estaba.Ni siquiera intentó extender la conciencia, sabía que el efecto del suero se lo impediría, así que cerró los ojos y trató de quedarse dormido de nuevo, tenía todo el cuerpo dolorido y lo único que quería en ese momento era volver a entrar a ese mundo de tinieblas para no pensar más, estaba harto de pensar.La cobija que le cubría el cuerpo era cálida y suave, estaba seguro que no era la suya, pero ni siquiera quiso abrir los ojos para comprobarlo. No estaba en una celda ni tampoco amarrado, así que imaginó que sus acciones aún no le habían costado la permanencia en la manada, y
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La confianza.
Kerr permaneció el resto de la tarde en la cama, ¿qué más podía hacer? La debilidad del cuerpo ya se le había pasado, pero sus poderes aún no volvían.Clarisa pasó a sacarle por lo menos un litro de sangre para “estudiar” cómo sus genes eliminan lentamente el suero, y Kerr aprovechó para desquitar con ella parte de su frustración.—¿Cómo te prestaste a hacer esto? —le preguntó él y la mujer se limitó únicamente a sacar la sangre de su vena. Era alta y delgada, una de las mejores doctoras de su generación, pero se enamoró de un lobo que murió años después y ella no logró nunca abandonar la manada. Kerr no quiso imaginar todo lo que la mujer dejó por quedarse en ella, una vida próspera y exitosa, tal vez hijos.—Si entramos en guerra no sobreviviremos —le comentó la mujer vaciando la sangre de Kerr en un frasquito —tenemos que estar preparados.—No habría guerra si Víctor me escuchara —le dijo él y ella no contestó —él está perdido y no se deja ayudar, a veces hace las cosas por que era
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Trato.
Kerr corrió por el bosque a toda velocidad, su conciencia extendida hacia el frente al máximo percibiendo hasta el más mínimo animalito que huía despavorido ante su presencia.Cuando estuvo a una distancia considerable, dejó la mochila con su ropa y volvió a su forma humana, y cuando el pelaje desapareció un frío intenso lo invadió. Se vistió rápido y extrañó su chaqueta de cuero.Llegó con paso rápido a la orilla del lago y observó las tiendas al otro lado, a pesar de la hora, había varias luces de antorchas que se movían por todo el campamento, parecía que estaban bastante activos.Utilizó la conciencia hacia el frente para evitar a los vigilantes, y espero que, aunque estuviera en su forma humana, no le llegara su olor a alguno de los merodeadores.De igual forma estaba casi seguro que, de la misma forma en que proyectó el dolor hacia los guardias, podía proyectar hasta un olor, así que se atrincheró detrás de un árbol y contactó la mente de uno de los vigilantes. Trató de recorda
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La fuerza que intenta escapar.
Kerr saltó hacia el frente y cayó completamente trasformado rasgando sus ropas, los hombres que estaban con Rod lo miraron sorprendidos, era un lobo negro grande y se veía agresivo, o eso le habían dicho, además, había derrotado con facilidad al tuerto mano derecha del Alpha.Corrió hacia el árbol donde Benjamín se había escondido, pero cuando llegó no encontró a nadie. Buscó y encontró el olor intenso del niño, era parecido al de Víctor, ahora que era un hombre lobo su olor había aumentado.Kerr corrió lanzando tierra alrededor y cuando encontró al niño este estaba intentando quitarse la camisa con desesperación, de seguro intentando no rasgarla cuando se transformara. Aún tenía mucho que aprender.—Sube— le dijo Kerr y el niño se tambaleó, de seguro era la primera vez que sentía la voz de alguien más dentro de su cabeza.—Yo puedo transformarme —dijo asustado y Kerr se agachó.—¡Qué subas de una puta vez! —le gritó al niño y pareció que le dolió la cabeza, pero sirvió, salió corrien
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Guerra.
Kerr sabía que nada podía salir bien de esa situación. Rak y el resto de su manada comenzaba a dispersarse por todos los alrededores de la fábrica, rodeándolos, con los dientes afuera y la baba cayendo por entre las fauces.—¡Todos adentro! —gritó Víctor y la manada corrió dentro el lugar despavorida. Clarisa soltó el brazo de Kerr y corrió con más rapidez de lo normal hacia adentro —¿dime qué fue lo que hiciste? —le preguntó Víctor a Kerr que observaba todo como si fuera un sueño. La morfina lo tenía drogado.—Hablé con unos… —se quedó callado, era obvio que la manada de Bosque Oscuro lo escuchaba, no podía delatar a los hombres con los que casi había hecho negocios o todo empeoraría, así que no dijo nada más mientras los oscuros ojos de Víctor lo asesinaban.—Tu maldito esclavo estaba espiándonos — dijo Rak, cuando el lobo habló en la mente de Kerr él lo escuchó lejano, como un eco que se pierde.—Lo siento —comenzó a decir Víctor —yo no lo envié, no tenemos intención de empezar una
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El lobo y el vampiro.
Aleck esperó en el primer piso, lograba escuchar latiendo con fuerza los corazones de muchas personas dentro del lugar y se preguntó cuántas personas trabajaban ahí.Desde que Ana Avendaño con su actual esposo Eduardo Tcherassi, a través del periódico Sole Imprimiere, demostró la evidencia de que el el submundo existía: Lobos, Vampiros, Sirenas y cuanta criatura mágica, los laboratorios Jábico habían quedado en evidencia como los principales responsables de la trata de estas especies para su experimentación.Fue un escándalo sin precedentes, no solo para los humanos el saber que existía el submundo, si no también para todo el submundo saber que un laboratorio los estaba capturando para experimentos.Muchas manadas de lobos se mudaron de las ciudades para protegerse, incluso grandes aquelarres de vampiros como al que Aleck pertenecía desaparecieron del mapa para cuidarse.Aleck pensó que todos ellos estaban siendo unos exagerados, ningún humano sería capaz de identificar a alguien del
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Para la guerra.
Cuando Kerr salió de las habitaciones de abajo donde estaba la celda de Vanya, comprobó que la fábrica estaba completamente vacía, así que se dirigió a su catre y buscó el último par de zapatos que le quedaban. Prefirió dejar la chaqueta de cuero, no le apetecía arruinarla.Mientras bajaba trató de pensar en las personas del concejo, normalmente eran los más ancianos de la manada, pero también los más fuertes, por eso Sebastián estaba ahí y él también debería de estarlo.Eran, a lo mucho, seis sin Sebastián. Kerr nunca había llegado a hablar con ninguno que recordara, siempre pasaban altivos como si fueran los seres más importantes del mundo, pero sobre todo había uno que le ponía los pelos de punta, Larr, el hombre calvo y delgado que siempre andaba detrás de Víctor como un perrito faldero y uno de los principales cabecillas del séquito del consejo. Siempre había tenido especial aversión hacia Kerr, incluso desde que era niño.Cuando salió al patio de la fábrica comprobó que todos es
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El consejo.
Kerr subió las escaleras con un poco de ansiedad, ya la mayoría de la manada estaba en sus respectivos catres, pero muy temprano aun para dormir, y se limitaron a verlo subir las escaleras en silencio como un condenado a muerte que camina hacia la silla eléctrica.Tocó un par de veces con los nudillos y nadie le indicó que podía entrar, así que abrió la puerta y se encontró con varios pares de ojos que se posaron sobre él.Víctor estaba de pie en la cabecera de la mesa y los ancianos del consejo alrededor lo miraron superficialmente.—Bien, Kerr —le dijo el Alpha indicándole que se sentara en la silla al otro lado de la cabecera —quiero escuchar por qué me has desobedecido —Kerr miró a cada miembro del concejo, uno a uno, sabía que eran ellos los que estaban convenciendo a Víctor de seguir con la guerra de esa forma, pero cuando se posó sobre el rostro de Lair, el anciano le devolvió una mirada de hastío superior a los demás. Kerr siempre había notado que lo miraba mal, pero pensó qu
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