—¿Hola? —me quito los auriculares, dejandolos en la palma de mi mano y los hago sonar con un movimiento impaciente—. ¿Interrumpo? —digo, casi sin interés, mientras camino hacia Erick. Mi voz es baja y calculada.Él no parece sorprenderse, pero aún así se acerca más y, sin previo aviso, besa mi mejilla con la misma familiaridad de siempre.—¿Qué mosco te picó? —suelto con sarcasmo, frunciendo un poco el ceño, pero sin desviar la mirada.El susurro del murmullo entre los estudiantes en el aula se hace más fuerte, y noto a Clara aún tirada en el suelo, sin mover un dedo, como si el mundo no fuera más que una obra para ella.—¿Y a ti? ¿Qué terremoto te tumbó que aún no te levantas? —mi tono es casi burlón, y no puedo evitar sonreír para mis adentros.Erick se endereza, como si una chispa le hubiera saltado de pronto, y me fulmina con la mirada. Me quedo impasible, apenas alzando una ceja.—¿Qué? —pregunto, con total indiferencia.No necesito esperar a que me conteste. En un abrir y cerrar
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