La noche late con vida.El rugido de los motores, las luces de los autos modificados y la mezcla embriagadora de adrenalina con olor a gasolina me envuelven. Este es mi mundo. El lugar donde el asfalto se convierte en mi trono y la velocidad en mi mayor arma.Estaciono junto a Xavier, apago la moto con un movimiento mecánico y me quito el casco. El aire nocturno acaricia mi rostro, y sacudo un poco mi cabello mientras clavo la mirada en mi amigo.—Hola, Valery —me saluda con esa sonrisa de complicidad que siempre lleva cuando algo interesante está por suceder.—Hola —respondo, cruzándome de brazos—. ¿Contra quién corro? Espero que valga la pena.Siempre lo hace. Desde que pisé este mundo, no ha habido una sola carrera que no haya sido un reto, pero ahora… ahora hay una pequeña diferencia. No estoy aquí solo para correr. Estoy aquí para reclamar lo que es mío.Xavier suelta una risa breve antes de responder.—Oh, créeme, lo vale. Es el que ha estado en primer lugar desde que te retirast
Estoy en la línea de salida, el motor de mi moto vibrando debajo de mí, la adrenalina recorriéndome las venas. Esta vez no me voy a contener.Aprieto el manillar con fuerza, sintiendo la textura del cuero bajo mis guantes. Marina se coloca en el centro con el típico pañuelo blanco entre las manos. Lo levanta en el aire, dándonos los últimos segundos antes de que todo inicie.El ruso está a mi lado, su moto rugiendo impaciente. Puedo sentir su mirada de reojo, probablemente preguntándose si la fama de "La Reina" es solo un mito.Le demostraré que no lo es.El pañuelo baja.Suelto el freno de golpe y acelero con toda mi fuerza. La velocidad es mi aliada. El aire golpea contra mi cuerpo, la vibración del motor se fusiona con la euforia de la carrera.—Comerás polvo, ruso —murmuro con una sonrisa torcida mientras lo dejo atrás.Siento cada curva, cada recta, cada leve inclinación del terreno. La pista es una extensión de mi cuerpo. Mis reflejos están afilados, mis movimientos precisos. La
"Lo fácil aburre, lo difícil atrae, lo complicado seduce y lo imposible enamora"Sonrío.Tal vez es un gesto insignificante para cualquiera, pero para mí significa algo enorme. Ahora sí soy su amigo. O, al menos, ella me ve de una forma diferente.Me siento emocionado, casi nervioso. No pensé que este día llegaría tan pronto. No pensé que me permitiría estar cerca.Aún sigo procesando lo que pasó anoche. Todavía tengo grabado en la cabeza el rugido de las motos, la adrenalina, el olor a gasolina quemada y el eco de las voces apostando por un ganador. Nunca imaginé que la vería en una carrera de motos, y mucho menos que ella sería “La Reina”.Pero cuando la vi, lo entendí.Ese título le queda perfecto. No es solo un apodo, es una corona invisible que ella lleva con orgullo. Conduce con una confianza brutal, con una seguridad que intimida y deslumbra al mismo tiempo.Durante la carrera, supe que ganaría. Desde el momento en que apretó el acelerador y dejó atrás a mí hermano como si fuera
Han pasado ya unas semanas desde que lo encontré en las carreras, y aunque al principio no estaba muy segura de qué pensar de él, ahora estamos en este punto, donde él me invita a salir y a correr juntos. Bueno, yo voy a correr y él me acompañará. Tenía una carrera esa noche, pero me invitó a ir con él a otro lugar después. Aunque, si soy sincera, lo acepté porque se lo prometí. No soy de romper promesas, aunque a veces siento que lo que prometí me está llevando por caminos que no tenía planeados.Me termino de vestir, y mientras lo hago, mis pensamientos se mezclan, se atropellan unos con otros. No puedo evitar pensar en cómo ha cambiado mi vida desde que lo conocí, cómo la presencia de Adeus parece haber alterado algo en mí que no había notado antes. Mi reflejo en el espejo me muestra la misma chica de siempre: unos jeans rotos en las rodillas que combinan perfectamente con una malla negra que lleva hasta la cintura. Me pregunto si soy la misma de antes, si sigo siendo la misma chica
Estaba en mi cuarto, frente al espejo, vistiéndome para acompañar a Valery a la carrera. La habitación estaba desordenada, como siempre. En una esquina, sobre la silla que usaba para dejar la ropa cuando no me daba tiempo de guardarla, había una chaqueta de cuero negra arrugada, junto a unos pantalones de mezclilla y unos botines. Mi cama, grande y con sábanas negras, estaba apenas hecha, con el edredón arrugado y la almohada fuera de lugar. Los papeles con garabatos de mis ideas para la tarea estaban esparcidos sobre la mesa del escritorio, junto a la laptop que casi nunca apago.La luz tenue de la lámpara del techo caía suavemente sobre la habitación, iluminando las paredes llenas de posters de motos y mapas de circuitos, todo combinado con el estilo rudo que tanto me gustaba. No había mucho más, pero era suficiente para que me sintiera cómodo aquí. Mi cuarto siempre había sido mi refugio, el lugar donde desconectaba del caos del mundo exterior.—¡Adeus, te buscan! —escucho la voz de
"Basto un simple beso para cerrarle la boca a un chico"Me contó sobre su accidente.Antes, me habría dado igual. No era mi problema. Pero ahora... ahora es diferente. Solo pensar que pudo haber muerto me deja un nudo en la garganta.Es absurdo. No debería afectarme.Me repito eso mientras lo observo con una sonrisa burlona, intentando no pensar demasiado en lo que siento.—¡Corredores, Acérquense! —escucho la voz de Marina llamando a los participantes.Sonrío, agarrándome a la adrenalina, a lo único que realmente me hace sentir viva.—Voy a patear bolas —digo con confianza, dejando la cerveza en el suelo antes de caminar hacia mi moto.—Espera —su voz me detiene.Levanto una ceja y lo miro. Tiene el ceño fruncido.—¿Y el casco?Me río por lo bajo.—No lo uso —respondo sin darle importancia.—¿Cómo que no? —su tono cambia, casi parece molesto.Ruedo los ojos. No quiero discutir por algo tan estúpido. Pero entonces, siento su mano en mi brazo.—¿Y si te estrellas? ¿Si pierdes el equilib
Bajamos de las motos frente a la playa, el sonido de las olas estaban llenando el silencio entre nosotros. Me quito los zapatos y dejo que mis pies se hundan en la arena fría, esa sensación helada que, por alguna razón, siempre logra calmarme. Respiro profundo mientras camino hasta la orilla, permitiendo que el agua moje mis pies. A mi lado, el puberto sigue mi ritmo, sin decir nada.Silencio.Es raro.Él nunca se calla.Pero por alguna razón, este silencio no es incómodo. No es el tipo de silencio que pide a gritos ser roto con palabras vacías. Es un silencio que simplemente… está.Entonces, su voz lo quiebra.—¿Por qué corres sin casco?Cierro los ojos por un segundo y ruedo los ojos antes de responder.—Puedes morir.—No lo hago —digo con fastidio, sin mirarlo. Y aunque muriera, daba igual. En unos años regresaría.—Pero puedes.Su tono es serio. Demasiado.Y lo siento detenerse.Yo también me detengo.—Si el día de mi accidente no lo hubiera llevado, estaría muerto.Sus palabras me
"Cuando por fin encontré algo que me importa...No lo perderé a la primera"Estoy en mi cuarto, acostado en la cama, con un brazo sobre los ojos y el otro apoyado en mi abdomen. Mi respiración es tranquila, pero mi mente está lejos de encontrar paz.No puedo dejar de pensar en ella.En lo dulce que saben sus labios.En la manera en que su cuerpo se amoldaba al mío cuando la tenía cerca, en cómo su respiración se mezclaba con la mía.En lo jodidamente perfecta que se sintió esta madrugada.Cierro los ojos, dejando que los recuerdos me arrastren de nuevo. Puedo verla ahí, con esa mirada desafiante, esa actitud de “no me importa” que me saca de quicio... y que, sin embargo, me tiene completamente atrapado.Lo supe desde hace tiempo, pero ahora es diferente. Ahora es real.La quiero.Y no pienso rendirme tan fácil.El sonido de mi teléfono rompe el silencio del cuarto, sacándome de golpe de mis pensamientos.Frunzo el ceño y estiro la mano para tomarlo de la mesa de noche.Pantalla ilumina