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Todos los capítulos de Nuestro cielo: Capítulo 1 - Capítulo 10
26 chapters
1.
Dudo de cuando escucho decir a la gente que el tiempo lo cura todo, esto no puede ser cierto. En mi caso no era así, mis heridas nunca terminaron de sanar por algún motivo. Miré la sortija en mi mano y la arrojé por la ventana, eso era una farsa, todos estos últimos años de mi vida lo han sido. Me acuesto en la cama, perdido en mis pensamientos. Esta noche no he podido cerrar los ojos ni un segundo y menos hace unos instantes, ya que Iris me llamó demandando cada vez más de mí, y no sé qué hacer o cómo decirle las cosas. Tantos años sin pisar esa casa y con tan solo un par de horas que estuve ahí, volví a devastarme igual que antes, es que parece que esto nunca voy a poder superarlo. Odio esta vida, si es que a esto se le puede llamar de así. Me voy a remontar a los años en que mi vida tuvo un gran cambio, lo que me hizo ser lo que soy ahora y también la &eac
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2.
- ¡Levántate de una vez idiota! -Me gritó papá muy cerca a mis oídos.- ¡Que no me digas así!- No puedo llamarte de otra manera Cristóbal, duermes como una mariposa. ¿Qué haces abrazando ese oso? ¿no te da vergüenza?- ¡Ese no es tu problema papá!-No pareces hijo del Gran Pedro Bustamante, si no fueras mi hijo ya te hubiera liquidado.-Si claro, como digas. -Dije con evidente sarcasmo.-Mañana cuando te despiertes, veras que te habré fusilado de una buena vez, sabes que ganas no me faltan. Tengo un hijo feo e idiota, eso no tiene razón de ser.-Ya déjalo Pedro, por eso se levanta de mal ánimo. -Intervino mamá. Siempre ella quitándomelo de encima, por eso la quería tanto. -Ven a desayunar cariño, te hice los pancakes de cacao que te gustan.- Por eso es que Cristobal es un idiota, lo tiene
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3.
Más tarde ese mismo día, Papá ayudó a Leandro a subir sus cosas a su habitación. Luego se fue a la casa de su mejor amigo, un tipo que es dueño de varias firmas importantes en la región. Bueno sí, nosotros pertenecemos a ese círculo de gente importante de la ciudad. Papá es amigo de gran parte de las personas más influyentes ya que él es un empresario reconocido, es dueño de una constructora, de almacenes en cadena y de varios hoteles, todo esto heredado de mi abuelo. Él es alguien sociable, agradable y chistoso, no se lleva mal con nadie. Mi madrastra es un poco más sencilla, ella proviene de una familia humilde y me llevo mejor con ella que con mi papá, ella me trata bien y siento que puedo contarle cualquier cosa.Nuestra casa tiene dos niveles, siete habitaciones, tres baños y medio, una cocina enorme, dos salas de estar, un comedor y una oficina, la usa pa
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4.
Más tarde, mis papás se fueron a dormir. No escuché a Leandro caminar por ahí, así que supuse que también se había acostado a dormir. Una chica le escribió a Pascual quién sabe para hacer qué tipo de cosas, no le pregunté, salió disparado a verlo. Me quedé solo con Alba en la sala.- ¿Hace cuánto no nos quedábamos así? – Le pregunté.- Cómo tres meses, creo. ¿No extrañas estar conmigo Cristóbal?- Ya hablamos de eso…- Lo sé. Lo tengo presente a diario, pero aun así me gustaría estar contigo. Prometo no involucrar sentimientos de nuevo.- No, yo no quiero hacerte sentir mal otra vez.- ¿Por qué nunca me dices que es lo que pasa? ¿por qué cuando has estado conmigo siempre tiene que ser un secreto? ¿por qué te avergüenzas de
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5.
Al día siguiente, me levanté a las cinco de la mañana. Entro a las seis y media a clases. Me bañé, desayuné rápidamente, evitaría todo tipo de contacto con Leandro en lo que me sea posible. Lo peor es que iba a estar en mi salón de clases. María me llevó el uniforme y me decepcioné, cada año lo odiaba más. Era un pantalón azul oscuro con zapatos clásicos, una camisa blanca de mangas largas con una corbata vino tinto, encima se debe usar por regla un saco gris que tiene el escudo de la escuela y un bolsillo al otro lado. Todo debe quedar bien, algo ajustado. Sino devuelven al que vaya con el uniforme en contra de las reglas.Bajé, papá estaba en la entrada. Mamá estaba maquillándose en su habitación, ella sale más tarde que nosotros.- Yo los llevaré hoy, pero mañana los llevará el chofer porque tengo
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6.
Pasaron un poco más de dos semanas desde que Leandro llegó a la casa. Rápidamente nos hicimos muy unidos, por no decir amigos. No me agradan las etiquetas. Nos juntábamos para ver películas de suspenso o de acción, veíamos series sangrientas o veíamos videos de raros, antes veía todas estas cosas, pero ahora todo se volvió más interesante. No es lo mismo estar solo viendo algo, que con alguien que lo aprecia y me acompaña, me cuesta admitirlo, pero sí, me agradaba pasar tiempo con él.Estábamos en la escuela, en la segunda clase. Era viernes y acordamos que iríamos al lago al salir de clases, Leandro me dijo que me iba a enseñar unas cosas. Estábamos en la clase de deportes, pronto iban a seleccionar nuevos jugadores para el equipo de fútbol. He tratado de mantenerme al margen con esto, no entrar al equipo porque me tomo muy en serio los juegos, s
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7.
Cuando regresamos a casa me puse a pensar. Me encerré en mi habitación y me acosté bocarriba sobre la cama. Es gay, no es que sea homofóbico ni nada así, ¿pero andar con una persona que tiene esas preferencias todo el tiempo sería raro? Por lo que he visto, es respetuoso y nunca ha hecho nada fuera de lugar. De igual manera es extraño. No me esperaba que dijera eso.De igual forma yo sé quién soy, eso no es un problema y no debería afectarme. Aunque al parecer sí lo hacía, ahora cuando lo veía era diferente, no podía verlo igual que antes, ¿cuál es mi problema?Al día siguiente, me llamó Pascual para confirmar si iba a ir a su casa. Le dije que sí y me dijo que llevara a Leandro, dudé un momento y luego le dije que le iba a preguntar, aunque no sabía si en realidad lo iba a hacer.Era de tarde y salí a comprar
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8.
Adentro, estaba mucho más lleno que afuera. Había mucha gente bailando, algunos completamente ebrios y casi todas las mesas estaban llenas. Nos sentamos atrás, en una de las pocas mesas vacías. Eran cerca de las once de la noche. Empezamos a beber cervezas, papá odia que haga eso. Prefiere que beba algo como whisky o coñac, eso no me gusta. Opino que las cervezas han sido una de las mejores creaciones de la humanidad. Después de unas dos horas, habíamos bebido muchas y la pasábamos genial.- Llevaba rato sin tomarme tantas de estas, en casa solo puedo tomar whisky y es horrible. – Dije admirando la botella que tenía en la mano.- Tú porque te han hecho tomar eso, mi querido y veterano padre, me hacía beber tequila, eso me quemaba la garganta. Cuando conseguía dinero por algún trabajo que hice, me escapaba a la ciudad a comprar unas cervezas artesanales que si las probara
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9.
Pasaron varios días y no le volví a hablar, cuando pasaba cerca de mí por la casa, me desviaba o fingía que no lo había visto. Ni cuando íbamos en el auto camino a la escuela lo miraba o si quiera le dirigía la palabra. No tenía ningún tipo de contacto con él.No sé qué me pasaba o por qué, pero no podía dejar de pensar en él. Tal vez fui muy duro en hablarle así, tal vez exageré… No, no exageré. No puedo acercarme a él, no debo hacerlo.En la escuela las cosas se volvieron muy complicadas, en la práctica de fútbol no sé que pasó, pero Leandro apareció con moretones en la cara. Se veía triste y apagado. Cuando pasó a mi lado me miró, pero yo desvié la mirada y bajé la vista hacia mi teléfono. En el salón de clases lo seguían molestando y empeorab
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10.
“Hoy es un día muy triste para la humanidad. Cumple años el hijo mayor del grandísimo Pedro Bustamante, ese hijo que mira mal a la gente por la calle, ese que tiene una lista negra en la parte de atrás del cuaderno de biología, el zurdo, la barracuda, el que se come solo la crema que cubre el pudín y deja el resto, ese que vomitó en la montaña rusa de niños, el que patinó sobre hielo un año en contra de la voluntad de su valiente y heroico padre, ese que le teme a los barcos y a viajar sin un mapa, ese que había leído varios libros a los siete años de edad y que aprendió coreano a los diez. Ese que no es como yo, pero, aun así, lo quiero como a nadie en el mundo. Feliz cumpleaños, hijo mío, mi primogénito”. Ese fue un cartel que encontré en la puerta de mi habitación ese día. La mañana del sábado.
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