Más tarde ese mismo día, Papá ayudó a Leandro a subir sus cosas a su habitación. Luego se fue a la casa de su mejor amigo, un tipo que es dueño de varias firmas importantes en la región. Bueno sí, nosotros pertenecemos a ese círculo de gente importante de la ciudad. Papá es amigo de gran parte de las personas más influyentes ya que él es un empresario reconocido, es dueño de una constructora, de almacenes en cadena y de varios hoteles, todo esto heredado de mi abuelo. Él es alguien sociable, agradable y chistoso, no se lleva mal con nadie. Mi madrastra es un poco más sencilla, ella proviene de una familia humilde y me llevo mejor con ella que con mi papá, ella me trata bien y siento que puedo contarle cualquier cosa.
Nuestra casa tiene dos niveles, siete habitaciones, tres baños y medio, una cocina enorme, dos salas de estar, un comedor y una oficina, la usa papá a veces. Ahí guarda sus vinos y botellas ostentosas. En la parte de atrás, hay una piscina que poco uso y también hay un espacio donde papá hace sus fiestas llenas de ricachones hambrientos de poder. No sé cómo se junta con esa clase de personas, son muy diferentes a él. Ellos son ambiciosos y están acostumbrados a tener a todo el mundo a sus pies, humillan a la gente a diario. Papá no es así.Mi madrastra me dijo que ayudara a Leandro a desempacar sus cosas. Después de un rato, cuando al fin me digné a levantarme a ayudarlo, salí de mi habitación y entré a la suya. Él estaba asomado por la ventana, miraba fijamente a algo que estaba afuera. Me apoyé de espaldas al borde de la puerta.- ¿Qué miras allá? – Pregunté, él se asustó al oírme.- No, no es nada. Solo estoy asombrado. – Dijo mirando de nuevo hacia afuera.- ¿Por qué?- No me imaginé que mi mamá vivía de esta manera. Esta casa es increíble, no se compara con el lugar donde crecí. Mi casa era de madera, era grande igual pero muy sencilla. Aquí cada rincón tiene algún detalle, y hasta tienen sirvientes. ¿Cómo te acostumbras a vivir así?- Pues, no sabría cómo responderte a eso. Siempre he vivido de esta manera, no sé cómo sería acostumbrarme a otra cosa. No considero que sea algo tan bueno como lo piensas. – Le dije y me senté en la cama.- Me imagino que has tenido todo lo que alguien podría desear,¿Cómo no estás feliz por eso?- No creo que… - Me interrumpió y se sentó a mi lado.- Lo veo en tus ojos, eres un chico raro. – Me miró sonriendo y apoyó su mano en mi pierna, abrí los ojos nervioso y me puse de pie.- Tal vez sí, no lo sé. Me voy. – Dije y salí rápidamente, me encerré en mi habitación.Me pareció muy de mal gusto que hiciera eso, ni lo conozco bien para que se tome esas atribuciones. No entiendo por qué me puse tan nervioso, pero era mejor evitar malentendidos e irme de ahí. Creo que me irá mejor no teniendo una relación cercana con él.En la noche me puse a leer una novela de filosofía muy buena, estaba junto a la piscina. Suelo sentarme en una banca que está ahí cerca para leer, me relaja y nadie me molesta. Vi que llegó Pascual junto a Alba, ellos dos son unos conocidos de la escuela, me consideran su “amigo” pero yo no puedo llamar a nadie así, esa cercanía es frustrante.Pascual es alto, algo musculoso, pero no tanto, es trigueño, cabello oscuro, tiene dieciséis años y juega en el equipo de fútbol, es conocido por todos. Es alguien agradable, sincero y sobre todo y más importante, es inteligente, por eso pasaba tiempo con él. Alba es una chica dulce, amable, es bonita y creo que por eso es que llama tanto la atención de todos, es blanca, tiene el cabello castaño largo y ojos claros, a ella la conocí en uno de los cursos vacacionales de filosofía, nos llevamos bien de inmediato. Ellos se acercaron y se sentaron junto a mí.- Suelta los libros un rato, no es sano estar leyendo todo el tiempo. – Me dijo Pascual quitándome la novela que leía.- Sí, ahorita tu piel se va a volver de papel. Estábamos aburridos y por eso vinimos a verte. ¿Quieres ir a beber algo? – Dijo Alba sonriendo.- Adentro papá tiene varias botellas, entremos.Caminamos hacia adentro, María los saludó y nos sentamos en la sala de estar, beber me parece agradable si estoy escuchando música o si estoy sentado relajado, me desestresa. Lo hago ocasionalmente.- Creo que sucedió algo con Camila. – Dijo Pascual emocionado.- ¿Qué pasó? Cuenta de una vez. – Dijo Alba alterada.- Antes de entrar al salón de clases, me miró y sonrió, luego siguió caminando.- Wow que emocionante eso que dices. No le gustas, eso se nota. Deberías salir con la chica de intercambio que te escribe mensajes. – Dijo Alba.- No, ella es muy fea y no me merezco eso. Creo que seguiré igual que siempre.- Follando con desconocidas, te desperdicias hermano. – Le dije.- Mira Cristóbal, tienes que dejar de ponerle el drama a los temas sexuales y dejar de ver toda la vida como si fuera un poema, no lo es y eso de follar por amor hace rato ya pasó de moda, después que me cuide no pasa nada. No me hace más o menos persona hacer lo que hago.- Eso dices porque no has follado con alguien que quieras estúpido, te veré diciendo otra cosa cuando te enamores. – Dijo Alba.- Habló la santísima virgen, la que no folla cuando está aburrida. – Añadió Pascual sarcásticamente. – Tú perdiste la virginidad primero que yo.- Fue con mi primer novio, no con una chica con quien hablé por diez minutos y luego boom, directo al baño de la discoteca.- Ya, hasta aquí de temas moralistas, me estresan. No sé cuándo se volvieron católicos ustedes dos.- judía, le querrás decir a ella. – Dije señalando a Alba.- No voy a esa iglesia desde hace años, ¿algún día dejaran de molestarme por eso?- No, nunca. – Dijo Pascual burlándose de ella. – La sangre judía corre por tus venas.Luego vimos que pasó Leandro hacia la cocina, ellos dos no disimularon nada, lo miraron descaradamente.- ¿Ese es tu hermanastro? ¿el que dijiste que vendría a vivir aquí? – Dijo Alba y tenía muy abiertos los ojos, ya sé que tramaba.- Sí, ese es. Se llama Leandro.- ¿Puedo acercarme a él en un futuro? Uno de mis primos quiere estar con un rubio. – Dijo Pascual con una mirada maliciosa.- No lo sé, es tu problema.- ¿En serio dejarías que este descarado le presente tu hermano al primo gay? Deberías defenderlo de personas como él. – Dijo Alba seriamente.- No es mi hermano, ni lo conozco. El culo es de él.Más tarde, mis papás se fueron a dormir. No escuché a Leandro caminar por ahí, así que supuse que también se había acostado a dormir. Una chica le escribió a Pascual quién sabe para hacer qué tipo de cosas, no le pregunté, salió disparado a verlo. Me quedé solo con Alba en la sala.- ¿Hace cuánto no nos quedábamos así? – Le pregunté.- Cómo tres meses, creo. ¿No extrañas estar conmigo Cristóbal?- Ya hablamos de eso…- Lo sé. Lo tengo presente a diario, pero aun así me gustaría estar contigo. Prometo no involucrar sentimientos de nuevo.- No, yo no quiero hacerte sentir mal otra vez.- ¿Por qué nunca me dices que es lo que pasa? ¿por qué cuando has estado conmigo siempre tiene que ser un secreto? ¿por qué te avergüenzas de
Al día siguiente, me levanté a las cinco de la mañana. Entro a las seis y media a clases. Me bañé, desayuné rápidamente, evitaría todo tipo de contacto con Leandro en lo que me sea posible. Lo peor es que iba a estar en mi salón de clases. María me llevó el uniforme y me decepcioné, cada año lo odiaba más. Era un pantalón azul oscuro con zapatos clásicos, una camisa blanca de mangas largas con una corbata vino tinto, encima se debe usar por regla un saco gris que tiene el escudo de la escuela y un bolsillo al otro lado. Todo debe quedar bien, algo ajustado. Sino devuelven al que vaya con el uniforme en contra de las reglas.Bajé, papá estaba en la entrada. Mamá estaba maquillándose en su habitación, ella sale más tarde que nosotros.- Yo los llevaré hoy, pero mañana los llevará el chofer porque tengo
Pasaron un poco más de dos semanas desde que Leandro llegó a la casa. Rápidamente nos hicimos muy unidos, por no decir amigos. No me agradan las etiquetas. Nos juntábamos para ver películas de suspenso o de acción, veíamos series sangrientas o veíamos videos de raros, antes veía todas estas cosas, pero ahora todo se volvió más interesante. No es lo mismo estar solo viendo algo, que con alguien que lo aprecia y me acompaña, me cuesta admitirlo, pero sí, me agradaba pasar tiempo con él.Estábamos en la escuela, en la segunda clase. Era viernes y acordamos que iríamos al lago al salir de clases, Leandro me dijo que me iba a enseñar unas cosas. Estábamos en la clase de deportes, pronto iban a seleccionar nuevos jugadores para el equipo de fútbol. He tratado de mantenerme al margen con esto, no entrar al equipo porque me tomo muy en serio los juegos, s
Cuando regresamos a casa me puse a pensar. Me encerré en mi habitación y me acosté bocarriba sobre la cama. Es gay, no es que sea homofóbico ni nada así, ¿pero andar con una persona que tiene esas preferencias todo el tiempo sería raro? Por lo que he visto, es respetuoso y nunca ha hecho nada fuera de lugar. De igual manera es extraño. No me esperaba que dijera eso.De igual forma yo sé quién soy, eso no es un problema y no debería afectarme. Aunque al parecer sí lo hacía, ahora cuando lo veía era diferente, no podía verlo igual que antes, ¿cuál es mi problema?Al día siguiente, me llamó Pascual para confirmar si iba a ir a su casa. Le dije que sí y me dijo que llevara a Leandro, dudé un momento y luego le dije que le iba a preguntar, aunque no sabía si en realidad lo iba a hacer.Era de tarde y salí a comprar
Adentro, estaba mucho más lleno que afuera. Había mucha gente bailando, algunos completamente ebrios y casi todas las mesas estaban llenas. Nos sentamos atrás, en una de las pocas mesas vacías. Eran cerca de las once de la noche. Empezamos a beber cervezas, papá odia que haga eso. Prefiere que beba algo como whisky o coñac, eso no me gusta. Opino que las cervezas han sido una de las mejores creaciones de la humanidad. Después de unas dos horas, habíamos bebido muchas y la pasábamos genial.- Llevaba rato sin tomarme tantas de estas, en casa solo puedo tomar whisky y es horrible. – Dije admirando la botella que tenía en la mano.- Tú porque te han hecho tomar eso, mi querido y veterano padre, me hacía beber tequila, eso me quemaba la garganta. Cuando conseguía dinero por algún trabajo que hice, me escapaba a la ciudad a comprar unas cervezas artesanales que si las probara
Pasaron varios días y no le volví a hablar, cuando pasaba cerca de mí por la casa, me desviaba o fingía que no lo había visto. Ni cuando íbamos en el auto camino a la escuela lo miraba o si quiera le dirigía la palabra. No tenía ningún tipo de contacto con él.No sé qué me pasaba o por qué, pero no podía dejar de pensar en él. Tal vez fui muy duro en hablarle así, tal vez exageré… No, no exageré. No puedo acercarme a él, no debo hacerlo.En la escuela las cosas se volvieron muy complicadas, en la práctica de fútbol no sé que pasó, pero Leandro apareció con moretones en la cara. Se veía triste y apagado. Cuando pasó a mi lado me miró, pero yo desvié la mirada y bajé la vista hacia mi teléfono. En el salón de clases lo seguían molestando y empeorab
“Hoy es un día muy triste para la humanidad. Cumple años el hijo mayor del grandísimo Pedro Bustamante, ese hijo que mira mal a la gente por la calle, ese que tiene una lista negra en la parte de atrás del cuaderno de biología, el zurdo, la barracuda, el que se come solo la crema que cubre el pudín y deja el resto, ese que vomitó en la montaña rusa de niños, el que patinó sobre hielo un año en contra de la voluntad de su valiente y heroico padre, ese que le teme a los barcos y a viajar sin un mapa, ese que había leído varios libros a los siete años de edad y que aprendió coreano a los diez. Ese que no es como yo, pero, aun así, lo quiero como a nadie en el mundo. Feliz cumpleaños, hijo mío, mi primogénito”. Ese fue un cartel que encontré en la puerta de mi habitación ese día. La mañana del sábado.
En la noche fuimos a cenar a un restaurante costoso que no es de mi agrado, hacen comida árabe y sabe muy mal, el arroz sabe cómo a almendras, es simple y pastoso, me dan ganas de escupirlo, no puedo mantenerlo mucho en mi boca sin que me haga querer vomitarlo, la carne es blanda, tanto que se deshace y es muy dulce, lo demás está bien, excepto un vino blanco que sabe amargo. Sofía no comió nada, se estuvo quejando todo el tiempo, igual que yo en mi mente, pero no dije nada porque hoy me había dicho a mí mismo que no iba a irritar a nadie. Mañana sí lo haré.- ¡Mamá ya! ¡no quiero! ¡no quiero! Esto se queda en mis dientes. – Dijo Sofía llorando, mamá la obligaba a comer, pero era inútil.- Ella no come porque ve que el otro idiota arruga la cara al probar algo. – Dijo papá mirándome mal.- Sí, cómo no voy a