“Hoy es un día muy triste para la humanidad. Cumple años el hijo mayor del grandísimo Pedro Bustamante, ese hijo que mira mal a la gente por la calle, ese que tiene una lista negra en la parte de atrás del cuaderno de biología, el zurdo, la barracuda, el que se come solo la crema que cubre el pudín y deja el resto, ese que vomitó en la montaña rusa de niños, el que patinó sobre hielo un año en contra de la voluntad de su valiente y heroico padre, ese que le teme a los barcos y a viajar sin un mapa, ese que había leído varios libros a los siete años de edad y que aprendió coreano a los diez. Ese que no es como yo, pero, aun así, lo quiero como a nadie en el mundo. Feliz cumpleaños, hijo mío, mi primogénito”. Ese fue un cartel que encontré en la puerta de mi habitación ese día. La mañana del sábado.
En la noche fuimos a cenar a un restaurante costoso que no es de mi agrado, hacen comida árabe y sabe muy mal, el arroz sabe cómo a almendras, es simple y pastoso, me dan ganas de escupirlo, no puedo mantenerlo mucho en mi boca sin que me haga querer vomitarlo, la carne es blanda, tanto que se deshace y es muy dulce, lo demás está bien, excepto un vino blanco que sabe amargo. Sofía no comió nada, se estuvo quejando todo el tiempo, igual que yo en mi mente, pero no dije nada porque hoy me había dicho a mí mismo que no iba a irritar a nadie. Mañana sí lo haré.- ¡Mamá ya! ¡no quiero! ¡no quiero! Esto se queda en mis dientes. – Dijo Sofía llorando, mamá la obligaba a comer, pero era inútil.- Ella no come porque ve que el otro idiota arruga la cara al probar algo. – Dijo papá mirándome mal.- Sí, cómo no voy a
Terminaron las clases, por lo general cuando acaban, Leandro se acerca y salimos conversando, pero esta vez no me apetecía hablar con él. Salí rápidamente, caminé por el pasillo y luego lo vi aparecer a mi lado, me llamó, pero no respondí.- Cristóbal, ¿está todo bien? – Me dijo Leandro y sé que me miraba, pero yo miraba hacia otro lado.- Sí, ¿por qué no lo estaría?- Estás raro, ¿seguro que estás bien?- Sí.- No te creo.- ¿Cómo te fue con tu amigo en el descanso? – Le pregunté, se me salió, me dieron ganas de pegarme.- Bien. – Me dijo sonando extrañado. – ¿Nos viste?- Sí, no sabía que ya tenías amigos en la escuela.- No es precisamente un amigo, me escribió porque al parecer le gusté. – Cuando escuché eso me molesté el doble, no lo pude evitar. Creo que cualquiera hubiera notado mi cara de amargura.- ¿Y a ti te gusta él?- No, no me gusta. – Me dijo a la defensiva.- ¿Entonces por qué te viste con él?- No lo sé, quería conversar con alguien. No tengo amigos. ¿Por qué te moles
Entré a mi casa, ansiaba bañarme y luego encerrarme en mi habitación, no tenía hambre, no tenía ganas de nada. Subí, iba a dejar mi mochila sobre la cama, pero vi a Leandro en mi habitación esperándome.- ¿Qué haces acá? Quiero que te vayas, me estorbas. – Dije y me puse de espaldas fingiendo buscar algo en él armario, no debía estar en mi mejor momento, menos con los ojos hinchados y mi cabello sudado.- Estaba esperándote, te vi molesto conmigo y no sé por qué era, eso me preocupó, pensé que te pasaba algo, pero ahora veo que estás muy bien, tu acostándote con esa chica estúpida y yo pensando que estabas mal.- ¿Por qué dices cosas tan absurdas? No me acosté con nadie. – Dije y la verdad no tenía ánimos para discutir.- Hasta acá se siente el olor a sexo, de verdad eres tonto. Mírate, mira tu cabello, mira tú ropa, cualquiera se daría cuenta.- Vete, por favor, solo vete. – Dije y mi voz se quebró, no pude evitar llorar de nuevo y él me miró preocupado.- ¿Te pasó algo? ¿algún probl
Rápidamente pasaron seis meses desde que él llegó a mi casa, nos hicimos muy unidos, hacíamos todo juntos. Nunca le dije que me gustaba, no me atreví, seguí fingiendo que lo veía solo como mi mejor amigo y él me creía por completo, me preocupaba que esto no se iba y, por el contrario, incrementó mucho más. Me estoy enamorando de él, odio que así sea, pero no puedo mentirme a mí mismo diciendo que no es así.Últimamente, Leandro se veía mucho con el chico británico, eso no me gustaba para nada, pero no se lo hice saber. Eso me preocupa, me preocupa mucho que deje de quererme y sí, sé que suena cínico de mi parte porque no le he dicho nada, pero verlo con él me dan muchos celos. Me hace querer llorar y por más que me haya sentido bien en el día, luego me entero de que se vieron y se me pasa.Tengo mucha rabia acumulada, pero no le puedo decir nada. ¿Cómo podría celar a alguien que no es mi pareja? Sería ridículo de mi parte.¿Será que debería actuar? ¿rendirme ante él? Cada vez que pien
Al día siguiente, él se sentía muy mal. Le dolía la cabeza y no quiso comer nada. Recordó que bailamos y lo que pasó en el bar, pero no lo que hablamos en su habitación. Estaba entredormido y ebrio, sé que no lo iba a recordar. Eso era lo mejor, que no supiera nada. No sé por qué se lo dije y no fue porque bebí dos cervezas, eso no me hizo nada y ya no puedo excusarme. Es cierto lo que dije, me enamoré de él. Lo hice y ahora mi vida era un caos de emociones.Este mes era el dichoso baile de vacaciones, algo aburrido y todos los años acostumbro a evadir este tipo de eventos sociales, pero este año de ningún modo puedo hacerlo porque sé que Leandro va a ir. Lo sé porque escuché hablando sobre esto por teléfono. Y adivinen un dato curioso, ¿con quién irá? Si señores, con el británico y no conmigo, ni me consideró una opción.Esto ya empieza a molestarme, toda esta mezcla de sentimientos absurdos. Estaba tan bien antes de enamorarme. ¿Cuál es mi problema? ¿cuál es? Nunca fui así y menos m
María llevó el traje a mi habitación, me quedaba algo ajustado, pero de igual forma era cómodo. Mamá si que conocía bien mis tallas. Ya debíamos irnos al baile. ¿Cómo será todo con Leandro de ahora en adelante? No alcancé a preguntarle porque llegaron mis papás.Bajé, papá estaba en la entrada con mamá y Sofía. Iban a ir a una fiesta de unos amigos de ellos, pobre Sofía, la compadezco por ir con ellos a esas fiestas espantosas.- Al fin veo a Cristóbal luciendo como el hombre que no es. – Dijo papá mirándome de pies a cabeza, hoy ni siquiera me molestaron sus comentarios, era imposible que algo me molestara.- ¿Dónde está tu hermano? ¿por qué no bajaste con él? – Preguntó mamá.- No sé, supongo que aún no está listo.- ¿Qué esperas? Anda a ver si no se supo poner algo.Giré para ir a buscarlo, pero en ese momento venía bajando. Se veía tan diferente vestido de esa manera, parecía otra persona. De verdad se veía muy bien, sonreí al verlo y luego miré hacia otro lado para que no lo nota
Ahora estábamos en nuestras famosas vacaciones de mitad de año, me parecen excesivamente largas, aunque mejor para mí porque así no veo a esa gente tan desagradable. Normalmente me dedico a leer, a ir a la biblioteca y a los museos estos días, pero ahora que estoy con Leandro, debo aprovechar el tiempo con él.Me levanté a las ocho y media, bajé a desayunar. María estaba sirviendo el desayuno junto a Sonia, vi a un chico que estaba hablando con ellas, era trigueño, tiene el cabello negro y los ojos verdes, se ve que se ejercita bastante seguido. Entré a la cocina y miré a María fijamente, para que notara mi incomodidad al ver a un extraño en nuestra cocina.- Leandro, que bueno que te levantaste. Te quería presentar a Rubén, es el nuevo jardinero.- Hola. – Dijo mientras bebía café. – Te he visto en tu escuela, trabajé un par de días ahí.- ¿Ah sí? – Dije y noté que él hablaba bastante parecido a Leandro. -¿De dónde eres?- Nací en Bogotá, pero viví toda mi vida en Leticia, hasta el
Así seguimos por muchos días, nos besábamos cuando no había nadie cerca y por las noches, me escapaba de mi habitación y me iba a dormir con él, estábamos juntos todas las noches y luego nos dormíamos abrazándonos, ya no podía dormir yo solo. Me iba temprano antes de que se despertaran mis papás, todo a escondidas, como siempre, pero no nos importaba. Esta era sin duda la mejor época de mi vida hasta ahora, era feliz, muy feliz, como no lo había sido antes y no quería que esto terminara.Me ilusioné al tenerlo a mi lado, no hacía nada más que imaginar una vida entera junto a él. Si hubiera pensado que cuando llegó a nuestra casa, lo amaría de este modo, no hubiera sido tan grosero con él en ningún momento. Antes no podía ver con claridad lo que quería para mi futuro porque sencillamente nada me importaba, ni mis estudios, ni conocer a alguien ni nada. Ahora sí veía claramente las cosas, quería ser alguien para él, quería que pudiéramos tener un futuro juntos y en esto me basaba ahora.