Al día siguiente, me levanté a las cinco de la mañana. Entro a las seis y media a clases. Me bañé, desayuné rápidamente, evitaría todo tipo de contacto con Leandro en lo que me sea posible. Lo peor es que iba a estar en mi salón de clases. María me llevó el uniforme y me decepcioné, cada año lo odiaba más. Era un pantalón azul oscuro con zapatos clásicos, una camisa blanca de mangas largas con una corbata vino tinto, encima se debe usar por regla un saco gris que tiene el escudo de la escuela y un bolsillo al otro lado. Todo debe quedar bien, algo ajustado. Sino devuelven al que vaya con el uniforme en contra de las reglas.
Bajé, papá estaba en la entrada. Mamá estaba maquillándose en su habitación, ella sale más tarde que nosotros.- Yo los llevaré hoy, pero mañana los llevará el chofer porque tengo mejores cosas que hacer que llevar a una barracuda amargada y al chico de la laguna azul.- ¿Cuándo podré manejar? No me gusta que me lleve ningún chofer, ni que fuera el príncipe de Inglaterra.- Cristóbal, manejaras un auto en mi lecho de muerte.Luego bajó Leandro, traía cargada a Sofía. Ni a mí me dejaba cargarla.- ¡Papi! – Gritó ella emocionada, corriendo hacia él. - ¿Ya te vas?- Sí, debo ir a trabajar.Luego subimos al auto, me senté atrás con Leandro porque papá llevaba muchas cosas adelante. No le hablé, ni siquiera lo saludé después de que me besara ayer en la mejilla. Cuando bajó, me escapé por la ventana y me fui a la casa de Pascual. Leandro me causaba incomodidad. Pero ahora aquí estaba, al lado mío y no podía evitarlo, así que opté por ignorarlo, hacer como si no existiera.- A fin de año, iremos de viaje por tu cumpleaños Cristóbal, deberías ir pensando adonde quieres ir. Sé que cumples antes de Julio, pero no podemos ir en tus fechas escolares. – Dijo papá.- No lo sé, me gustaría ir a corea del sur, pero es muy lejos y costoso.- Podemos ir donde tú quieras, no te preocupes por lo que cueste. Aunque seas feo, no puedo regalarte algo barato, aunque ganas no me faltan. Si lo hago, Julia me mataría. Por mi te regalaría un coco y una hamaca para que juegues a la playa. A propósito, Leandro. Hay que gestionar los trámites para tu visa.- Umm está bien. ¿Por qué usamos este tipo de uniformes en un clima caliente? – Dijo Leandro mirando con desanimo el saco gris.- Escuela de ricachones, vas a ir a una. La odiarás, créeme. Si fuera por mí, hubiera estudiado a distancia, pero este señor no me deja.- Don pedro para ti, Cristóbal y para ti también, chica rubia.Leandro reía y yo miraba por la ventana, evitando el contacto visual. No sé por qué desde que él llegó me siento tan incómodo, no sé qué lo causa. Creo que él me trata así porque me ve como un hermano o algo similar, pero de igual forma es extraño, nunca me había sentido de esta manera.Llegamos, papá me dijo que lo guiara por la escuela y lo llevara al salón de clases. Caminé rápidamente, dejándolo atrás. Volteé y grité:- ¡Ven Leandro! – Grité, pero no me escuchó. Se veía aturdido entre tanta gente, había muchos autos estacionados, ruido, chicos corriendo. Él nunca ha estado en una escuela, debe estar perdido.Maldición. Me acerqué a él y lo miré fijamente. – ¿Me vas a seguir o qué?- No me agrada este lugar. – Dijo el mirando hacia los lados.- Te lo dije, sígueme. – Empecé a caminar y él iba a mi lado.Llegamos al salón de clases, ahí hay unas cuarenta personas, cuarenta chicos groseros, que se creen los dueños del mundo y de las personas. Vi que Leandro tenía pena de entrar, tenía el rostro enrojecido y sentí pena por él. Mis compañeros estaban sentados en sus sillas, el pasillo estaba vacío y el profesor aún no llegaba, aquí son estrictamente organizados con todo. Le hice señas para que entrara, pero se volteó dispuesto a irse. Caminé detrás de él.- Oye, ¡Leandro! – Grité, pero él seguía caminando rápidamente, tanto que empezó a correr y fui detrás de él. Entró en uno de los baños y lo seguí. No había nadie porque ya había sonado la campana de ingreso a clases. – Detente ya.- Lo siento, me quiero ir. No quiero estar aquí, no pertenezco a este lugar. Mira a todas estas personas, llegan en autos deportivos, serán hijos de políticos o celebridades, yo no soy así, mi papá es humilde. De ningún modo voy a encajar. – Me dijo y tenía los ojos llorosos.- Eso no es un problema, todo va a estar bien. Tranquilízate.- ¿Me aseguras que así será? - Me dijo y me tomó de las manos. Supongo que lo hizo para calmarse, pero eso me puso muy nervioso. Empecé a temblar y bajé la mirada.- Sí, te lo aseguro. – Sonrió y me abrazó, no sé de dónde saqué valor, pero pude abrazarlo igual. Al parecer ya me ve como su hermano, ojalá que estos nervios sean por la falta de costumbre.Luego caminamos al salón de clases y llegamos, el profesor me miró mal y me regañó por haber llegado tarde, Leandro estaba detrás de mí. Nos dejó entrar y yo caminé a mi asiento, me senté y vi que Leandro no entró, se quedó de pie, paralizado en la puerta y mis compañeros estallaron en risas. Esto no va bien.- No estés nervioso, entra. – Le dijo el profesor, pero él no lo escuchaba, mis compañeros no paraban de reírse y eso me hizo molestarme. Me puse de pie y fui hasta él, lo jalé del brazo hasta el asiento que está junto al mío. ¿Por qué tenían que reírse de él? Eso es cruel. El profesor lo cambió de lugar porque los puestos están asignados al parecer. Lo ubicó en los asientos de atrás, yo voy como en la tercera fila.Luego el profesor mandó a pasar al frente a los alumnos nuevos, debían presentarse ante los demás. Le tiré un papel a Leandro, diciéndole que se calmara. Pasaron dos chicas que venían de intercambio, una de Rusia y la otra era mexicana. Había tres chicos, dos eran hijos de futbolistas nacionales, el otro era hijo del alcalde.El profesor dejó de último a Leandro, dándole tiempo para que se calmara. Se puso de pie lentamente, temblaba y no miraba a nadie. Llegó al frente, dijo su nombre, su edad y por último dijo que era hijo de un agricultor del amazonas. Vi como todos murmuraban cosas, seguramente hablaban mal de él por no ser hijo de alguien adinerado. Por eso detesto a esta gente, son todos una b****a, no llegan ni a eso.- Hagan silencio o los suspendo. – Dijo el profesor, pero seguían hablando. Escuché que Emanuel, uno de mis compañeros, dijo que Leandro seguro se subía en los autobuses a pedir dinero.- ¡Emanuel! ¡Cállate que tu papá trabaja para el mío! – Grité y se quedó callado al igual que la mayoría, es increíble como aún se ven este tipo de comportamientos tan arcaicos, la mayoría me respeta porque mi papá en teoría, es el más importante de casi todos los de la escuela. Monetariamente hablando. Es realmente jodido ver que aquí solo importa una persona dependiendo de cuanto ganen sus padres, a ver si se enchapan los huesos de oro para cuando se mueran estas lacras.Así transcurrió el primer día de Leandro en la escuela, estuvo callado, tímido, en el descanso no sé para donde se fue y no lo seguí porque iban a pensar mal, que un chico ande detrás de otro no es algo que de nada bueno qué pensar. Yo me senté junto a Pascual, Alba y unos compañeros de clase. Ellos están en el mismo año que yo, pero en otros salones. A la salida estuve esperando por mucho tiempo a Leandro en la entrada, nos había venido a recoger Nestor, el chofer de la casa. Se demoró unos treinta minutos en aparecer en la entrada después de que sonara la campana de salida.- ¿Dónde estabas? – Pregunté, ya íbamos en el auto.- Me extravié, esta escuela es muy grande.- Bueno.- Gracias por ayudarme hoy, en verdad eres una buena persona. – Me dijo sonriendo.Pasaron un poco más de dos semanas desde que Leandro llegó a la casa. Rápidamente nos hicimos muy unidos, por no decir amigos. No me agradan las etiquetas. Nos juntábamos para ver películas de suspenso o de acción, veíamos series sangrientas o veíamos videos de raros, antes veía todas estas cosas, pero ahora todo se volvió más interesante. No es lo mismo estar solo viendo algo, que con alguien que lo aprecia y me acompaña, me cuesta admitirlo, pero sí, me agradaba pasar tiempo con él.Estábamos en la escuela, en la segunda clase. Era viernes y acordamos que iríamos al lago al salir de clases, Leandro me dijo que me iba a enseñar unas cosas. Estábamos en la clase de deportes, pronto iban a seleccionar nuevos jugadores para el equipo de fútbol. He tratado de mantenerme al margen con esto, no entrar al equipo porque me tomo muy en serio los juegos, s
Cuando regresamos a casa me puse a pensar. Me encerré en mi habitación y me acosté bocarriba sobre la cama. Es gay, no es que sea homofóbico ni nada así, ¿pero andar con una persona que tiene esas preferencias todo el tiempo sería raro? Por lo que he visto, es respetuoso y nunca ha hecho nada fuera de lugar. De igual manera es extraño. No me esperaba que dijera eso.De igual forma yo sé quién soy, eso no es un problema y no debería afectarme. Aunque al parecer sí lo hacía, ahora cuando lo veía era diferente, no podía verlo igual que antes, ¿cuál es mi problema?Al día siguiente, me llamó Pascual para confirmar si iba a ir a su casa. Le dije que sí y me dijo que llevara a Leandro, dudé un momento y luego le dije que le iba a preguntar, aunque no sabía si en realidad lo iba a hacer.Era de tarde y salí a comprar
Adentro, estaba mucho más lleno que afuera. Había mucha gente bailando, algunos completamente ebrios y casi todas las mesas estaban llenas. Nos sentamos atrás, en una de las pocas mesas vacías. Eran cerca de las once de la noche. Empezamos a beber cervezas, papá odia que haga eso. Prefiere que beba algo como whisky o coñac, eso no me gusta. Opino que las cervezas han sido una de las mejores creaciones de la humanidad. Después de unas dos horas, habíamos bebido muchas y la pasábamos genial.- Llevaba rato sin tomarme tantas de estas, en casa solo puedo tomar whisky y es horrible. – Dije admirando la botella que tenía en la mano.- Tú porque te han hecho tomar eso, mi querido y veterano padre, me hacía beber tequila, eso me quemaba la garganta. Cuando conseguía dinero por algún trabajo que hice, me escapaba a la ciudad a comprar unas cervezas artesanales que si las probara
Pasaron varios días y no le volví a hablar, cuando pasaba cerca de mí por la casa, me desviaba o fingía que no lo había visto. Ni cuando íbamos en el auto camino a la escuela lo miraba o si quiera le dirigía la palabra. No tenía ningún tipo de contacto con él.No sé qué me pasaba o por qué, pero no podía dejar de pensar en él. Tal vez fui muy duro en hablarle así, tal vez exageré… No, no exageré. No puedo acercarme a él, no debo hacerlo.En la escuela las cosas se volvieron muy complicadas, en la práctica de fútbol no sé que pasó, pero Leandro apareció con moretones en la cara. Se veía triste y apagado. Cuando pasó a mi lado me miró, pero yo desvié la mirada y bajé la vista hacia mi teléfono. En el salón de clases lo seguían molestando y empeorab
“Hoy es un día muy triste para la humanidad. Cumple años el hijo mayor del grandísimo Pedro Bustamante, ese hijo que mira mal a la gente por la calle, ese que tiene una lista negra en la parte de atrás del cuaderno de biología, el zurdo, la barracuda, el que se come solo la crema que cubre el pudín y deja el resto, ese que vomitó en la montaña rusa de niños, el que patinó sobre hielo un año en contra de la voluntad de su valiente y heroico padre, ese que le teme a los barcos y a viajar sin un mapa, ese que había leído varios libros a los siete años de edad y que aprendió coreano a los diez. Ese que no es como yo, pero, aun así, lo quiero como a nadie en el mundo. Feliz cumpleaños, hijo mío, mi primogénito”. Ese fue un cartel que encontré en la puerta de mi habitación ese día. La mañana del sábado.
En la noche fuimos a cenar a un restaurante costoso que no es de mi agrado, hacen comida árabe y sabe muy mal, el arroz sabe cómo a almendras, es simple y pastoso, me dan ganas de escupirlo, no puedo mantenerlo mucho en mi boca sin que me haga querer vomitarlo, la carne es blanda, tanto que se deshace y es muy dulce, lo demás está bien, excepto un vino blanco que sabe amargo. Sofía no comió nada, se estuvo quejando todo el tiempo, igual que yo en mi mente, pero no dije nada porque hoy me había dicho a mí mismo que no iba a irritar a nadie. Mañana sí lo haré.- ¡Mamá ya! ¡no quiero! ¡no quiero! Esto se queda en mis dientes. – Dijo Sofía llorando, mamá la obligaba a comer, pero era inútil.- Ella no come porque ve que el otro idiota arruga la cara al probar algo. – Dijo papá mirándome mal.- Sí, cómo no voy a
Terminaron las clases, por lo general cuando acaban, Leandro se acerca y salimos conversando, pero esta vez no me apetecía hablar con él. Salí rápidamente, caminé por el pasillo y luego lo vi aparecer a mi lado, me llamó, pero no respondí.- Cristóbal, ¿está todo bien? – Me dijo Leandro y sé que me miraba, pero yo miraba hacia otro lado.- Sí, ¿por qué no lo estaría?- Estás raro, ¿seguro que estás bien?- Sí.- No te creo.- ¿Cómo te fue con tu amigo en el descanso? – Le pregunté, se me salió, me dieron ganas de pegarme.- Bien. – Me dijo sonando extrañado. – ¿Nos viste?- Sí, no sabía que ya tenías amigos en la escuela.- No es precisamente un amigo, me escribió porque al parecer le gusté. – Cuando escuché eso me molesté el doble, no lo pude evitar. Creo que cualquiera hubiera notado mi cara de amargura.- ¿Y a ti te gusta él?- No, no me gusta. – Me dijo a la defensiva.- ¿Entonces por qué te viste con él?- No lo sé, quería conversar con alguien. No tengo amigos. ¿Por qué te moles
Entré a mi casa, ansiaba bañarme y luego encerrarme en mi habitación, no tenía hambre, no tenía ganas de nada. Subí, iba a dejar mi mochila sobre la cama, pero vi a Leandro en mi habitación esperándome.- ¿Qué haces acá? Quiero que te vayas, me estorbas. – Dije y me puse de espaldas fingiendo buscar algo en él armario, no debía estar en mi mejor momento, menos con los ojos hinchados y mi cabello sudado.- Estaba esperándote, te vi molesto conmigo y no sé por qué era, eso me preocupó, pensé que te pasaba algo, pero ahora veo que estás muy bien, tu acostándote con esa chica estúpida y yo pensando que estabas mal.- ¿Por qué dices cosas tan absurdas? No me acosté con nadie. – Dije y la verdad no tenía ánimos para discutir.- Hasta acá se siente el olor a sexo, de verdad eres tonto. Mírate, mira tu cabello, mira tú ropa, cualquiera se daría cuenta.- Vete, por favor, solo vete. – Dije y mi voz se quebró, no pude evitar llorar de nuevo y él me miró preocupado.- ¿Te pasó algo? ¿algún probl