6.

Pasaron un poco más de dos semanas desde que Leandro llegó a la casa. Rápidamente nos hicimos muy unidos, por no decir amigos. No me agradan las etiquetas. Nos juntábamos para ver películas de suspenso o de acción, veíamos series sangrientas o veíamos videos de raros, antes veía todas estas cosas, pero ahora todo se volvió más interesante. No es lo mismo estar solo viendo algo, que con alguien que lo aprecia y me acompaña, me cuesta admitirlo, pero sí, me agradaba pasar tiempo con él.

Estábamos en la escuela, en la segunda clase. Era viernes y acordamos que iríamos al lago al salir de clases, Leandro me dijo que me iba a enseñar unas cosas. Estábamos en la clase de deportes, pronto iban a seleccionar nuevos jugadores para el equipo de fútbol. He tratado de mantenerme al margen con esto, no entrar al equipo porque me tomo muy en serio los juegos, sé que terminaría gritando o insultando a alguien por cualquier cosa.

A las mujeres se las llevaron a la piscina y a nosotros a una de las canchas de futbol. Este uniforme me agrada más que el de diario porque es más cómodo y práctico, es una sudadera vino tinto ajustada, una camiseta blanca que tiene el logo del equipo y tenis blancos.

Nos pusieron a trotar en línea alrededor de la cancha, hacía mucho calor, unos treinta y cuatro grados calculo o más, así que todos sudábamos. Miré atrás a Leandro, estaba casi de último, sudaba mucho y tenía el rostro rojo, igual que la mayoría. Luego nos pusieron a calentar, ya veía las negras intenciones del entrenador de hacernos jugar un partido de fútbol a todos.

Nos dividió en dos grupos de diez chicos cada uno, a Leandro le tocó en el contrario. A mí me tocó con los más desagradables del aula, bonito día, ¿no? Estos juegan mejor, pero creen que son superiores a todos, me dan ganas de pegarles a todos. Empezamos a jugar, rápidamente rodaba el balón, no sé por qué me confiaban tanto el balón, me hacían varios pases. No tardé en pelear con Rodrigo, un compañero que me empujó haciéndome caer de lado con fuerza. Me levanté y lo empujé, ellos empezaron a gritar por la “pelea” y el entrenador me suspendió del juego. Igual ya había alcanzado a anotar un gol, aunque no es que me importara. Ganó el equipo donde yo estaba, ¡cómo me emocionaba eso!

Luego de ducharnos, salimos al descanso. Fui al salón para buscar a Leandro, quería comer con él. Cuando estaba llegando me crucé a Alba, me hizo señas para que me sentara con ella. Espero no demorarme.

- Cristóbal, hice esto para ti. – Me dijo mostrándome una caja con una torta de naranja, tenía maní encima.

- No sé si sabías que soy alérgico al maní. – Le dije tratando de sonar lo menos duro posible.

- Oh está bien. Quisiera hacer algo contigo hoy, ir a comer en la noche o salir a algún lado.

- Ya veremos eso, debo irme. – Le dije y me puse de pie.

- Mañana Pascual hará una reunión, solo iremos unos cuantos. Deberías venir, lleva a tu hermano si quieres.

- Bueno, iré.

A la salida tomamos un taxi y fuimos al lago, queda cerca de la escuela, pero hacía mucho sol y es peligroso caminar por la carretera, no hay casas cerca porque la escuela queda en las afueras.

A este lago no va nadie, es bastante retirado y no es muy sencillo llegar. Llegamos, caminamos entre los arbustos para buscar donde ubicarnos.

- Mira, te voy a enseñar a disparar. – Me dijo el sacando un arma de su mochila. – Esta me la regaló papá cuando cumplí doce años, es sencilla de usar. Allá usaba por lo general una escopeta, pero acá si me ven con una, me meto en un lío enorme.

- Sí, creerían que vas a hacer un tiroteo en la escuela.

- No creo tener una cara de loco. – Dijo y reímos. – Debes saber diferenciar entre un revolver y una pistola, esta es una pistola automática, es fácil de usar y no es de calibre alto, es medio. Si fuera alto sería muy peligroso para empezar.

Me sorprendió que sabía mucho de armas, me enseñó cómo cargarla y trucos para acertar al blanco.

- Sostenla. – Me dijo y me dio el arma. – Ponte recto y sostenla de esta manera, es más seguro y saldrá bien.

Me indicó como pararme, tomé con nervios el arma y apunté a un árbol que estaba lejos. Dudé, pero lo hice. Disparé una vez y luego solté el arma, eso no era lo mío. La bala no pasó ni cerca al árbol.

Me enseñó unas cosas, como por ejemplo encender una fogata, trampas para cazar y como dormir una noche sin una carpa en el bosque. Duramos un rato hablando de esto, en verdad él sabía mucho de estos temas, me sentía un inútil al lado de él.

- ¿No te vas a meter al lago? – Me dijo Leandro.

- No, no, no. No sé nadar, podría ahogarme.

- Ven, no dejaré que te ahogues.

Se quitó el uniforme quedando en bóxer y cuando lo vi, miré hacia otro lado avergonzado. Me quité el uniforme también y entré lentamente al agua, tengo pánico al mar, a los lagos y a todo lo que

tenga agua, a la piscina de mi casa no, porque el nivel no es muy alto, pero acá es impredecible.

- Entra, acá donde estoy no está tan hondo. – Me dijo señalándome donde él estaba. Me arrepentí y me salí, al parecer la fobia me ganaba. Me senté en el césped, a salvo y aun reponiéndome del susto de haber entrado a un lago. Leandro salió y se sentó a mi lado.

- Lo siento.

- No sabía que le tenías tanto miedo, señor amargado. – Me dijo y reí.

- Deja de decir eso.

- Pero si eres amargado…

- Sí, pero eso ya lo sabía. No es una novedad.

- Cambiando de tema, el otro día que te vi “haciendo cosas” con la chica, ¿por qué hacían eso si no son novios?

- Es que… no lo sé, ni yo mismo entiendo. – Dije y solté un suspiro.

- Sí haces eso con ella es porque te agrada, no entiendo cómo es que no son nada.

- Nunca me ha gustado Alba, al principio sí. O sea, me gustaba estar con ella, si sabes a que me refiero. Pero ya hablando de sentimientos y este tipo de cosas, creo que no. Nunca he sentido nada así por ella, era como pasar el rato y ya.

- Creo que entiendo. No podría hacer algo así, ¿sabes? – Me dijo y lo miré fijamente.

- ¿Por qué?

- El sexo no creo que sea algo que se toma a la ligera, ¿te imaginas como sería que lo hubieras hecho con ella si la amaras? Sería algo increíble, ¿no lo crees?

- Sí, pero mi realidad está muy lejos de eso. No puedo imaginarme con ella. Tengo ciertos pensamientos raros, no lo sé. No me entiendo.

¿Por qué no me enamoré nunca de ella? Ella si está enamorada de mí.

- Tal vez no es tu tipo de chica, te gustaran con otra actitud o físicamente diferentes. Eres complicado, por eso te es difícil. Muuuuy complicado. – Dijo y reímos.

- ¿Cómo te gustan a ti?

- No sé si decirte…

- Dime, no seas misterioso.

- No, podrías pensar mal de mí o dejarías de hablarme.

- No pensaré mal de ti, vamos dime.

- Me gustan los chicos, ¿estás contento? – Me dijo y me quedé sorprendido, no esperaba que me dijera eso. No pude decir nada, se me bloquearon las palabras por mucho tiempo, no sé por cuánto, pero sentí que fue eterno. – Por eso no te quería decir, no quiero que me mires diferente. Me agrada estar contigo y no quiero que eso cambie.

- Nada va a cambiar Leandro.

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