- ¡Levántate de una vez idiota! -Me gritó papá muy cerca a mis oídos.
- ¡Que no me digas así!- No puedo llamarte de otra manera Cristóbal, duermes como una mariposa. ¿Qué haces abrazando ese oso? ¿no te da vergüenza?- ¡Ese no es tu problema papá!-No pareces hijo del Gran Pedro Bustamante, si no fueras mi hijo ya te hubiera liquidado.-Si claro, como digas. -Dije con evidente sarcasmo.-Mañana cuando te despiertes, veras que te habré fusilado de una buena vez, sabes que ganas no me faltan. Tengo un hijo feo e idiota, eso no tiene razón de ser.-Ya déjalo Pedro, por eso se levanta de mal ánimo. -Intervino mamá. Siempre ella quitándomelo de encima, por eso la quería tanto. -Ven a desayunar cariño, te hice los pancakes de cacao que te gustan.- Por eso es que Cristobal es un idiota, lo tienes como a un bebé. Mañana le voy a dar cachetadas hasta que se le quite la pendejada.-Papá…-Y cámbiate que iras conmigo a buscar a Leandro, sin objeciones.Cerca de las diez de la mañana llegamos al aeropuerto, me molestaba tener que llegar hasta acá y más siendo domingo, todo por buscar a Leandro, espero que él no me fastidie como papá. Trataré de no relacionarme mucho con él, no necesito amigos ni a nadie junto a mí. Esa necesidad absoluta de la raza humana por tener compañía no la puedo entender, si nacemos solos, ¿Por qué no podemos seguir así? Entiendo la necesidad de tener sexo, es algo biológico como ir al baño o comer, pero no puede ser así. Caminamos hasta los portaequipajes, por ahí venía el vuelo de Leandro. Dos chicas venían caminando con un par de maletas y cuando pasaron a mi lado, sonrieron mirándome y papá se emocionó mucho al ver eso.-No pensé que alguien como tú llamaría la atención. -Dijo sonriendo.- ¿Lo dices por lo feo que soy?-No, no eres feo Cristobal, solo tienes cara de barracuda recién parida.-Olvídalo. No me importa ser feo, al final una cara no sirve de nada.-Bueno en realidad no eres feo…- ¿Tengo cara de que ahora?-Mira, allá viene Leandro. ¡Leandro! -Gritó y él nos miró.Lo imaginaba completamente diferente, tenía el cabello rubio con ondas, mejillas llenas de pecas, ojos verdes y tenía un tono de piel bastante inusual, como bronceado, aunque no tanto. Iba vestido bastante informal, una camiseta blanca algo grande, unos jeans azules y converse. Solo llevaba un morral en el hombro.-Este es sin duda más feo que tú. -Dijo papá horrorizado.Se acercó hasta nosotros y sonrió, alargó la mano hacia mí saludándome, la estreché mirándolo a los ojos. Quería irme rápido.-Hola hermanito. -Dijo Leandro con una sonrisa amplia en su rostro, se le formaban hoyuelos en las mejillas al hacer esto, lo miré seriamente. Tenía un acento bastante particular, como portugués, pero al mismo tiempo sabía pronunciar bien. Creo que esto se debe a que él es de Leticia, un municipio colombiano que limita con Brasil y Perú, exactamente con Tabatinga, una ciudad brasilera, son prácticamente una sola ciudad así que todos hablan igual.-No digas eso. -Dije y rodé los ojos.-Bueno señoritas, dejemos esta escena tan cursi y vamos a buscar a tu hermana a la casa de mi suegra.Mi hermana se llama Sofía, tiene seis años y es la niña más preciosa del mundo, ella es hija de papá con julia. Recogimos a Sofía y papá nos llevó a almorzar algo ya que mamá estaba organizando unos regalos que le compró a Leandro. Yo iba en el auto sentado en el asiento de copiloto y me sentía inquieto, Leandro iba sentado detrás junto a Sofía quien no paraba de hablarle, contándole acerca de sus muñecas y un programa de televisión, ya parecían llevarse bien. Ni conmigo se lleva así. Papá la acostumbró a fastidiarme, ojalá Leandro no lo haga también.- ¿Por qué hablas tan raro hermanito? -Dijo Sofía.-No sé niñita. Yo hablo normal o al menos así me parece.-Un día en el colegio la profesora me dijo que dejara de hablar con la boca llena porque eso era desagradable, yo no entendí por qué me decía eso así que no le hice caso y mi mamá me regañó, me dijo que dejara de hablar con la boca llena porque era de mala educación y tampoco entendí, entonces me miré en el espejo con la boca llena de espaguetis y vi lo fea que me veía. Quise matar a los espaguetis, pero no pude porque ya me los había tragado. – Dijo Sofía con decepción, cruzando los brazos sobre su dorso.-Al menos vas a una escuela, apenas voy a entrar a una por primera vez. Papá me educó siempre en casa y cuando tenía tiempo libre, me iba al río a pescar, me adentraba en la selva a cazar con mi mejor amigo o ayudaba en los cultivos de la finca.- ¿Y qué cazabas hermanito?-Varios tipos de monos, guacamayas de colores o reptiles, los manteníamos en la finca junto al ganado.- Una vez este idiota cazó una lagartija y se creía rambo, aprende de tu hermano, Cristóbal. -Añadió mi papá regocijándose por haberme avergonzado.-Al menos yo no fui el que se desmayó en el zoológico delante de todos por un oso pequeño. -Respondí.-Era uno grande, ¿cierto Sofía?-Era pequeñito. - Dijo entre risas. -Papá es miedoso.- No soy miedoso, no te dejes influenciar de lo que dice Cristóbal. Solo debes hacerme caso a mí cuando hable mal de él.- ¿Por qué habla mal de él señor Pedro? – Preguntó Leandro curioso. Lo miraba por el espejo retrovisor.- No lo sé, aún no encuentro una causa. Siempre ha sido divertido fastidiarlo ya que es el único modo en que me puedo divertir con él. Es muy amargado, aburrido y no le gusta nada.- ¡Papá! ¡Ya deja de hablar de mí! – Dije molesto, él siempre me avergüenza delante de todos.- No dije mentiras, barracuda. Sabes que eres pesado, antisocial y grosero. Te voy a quitar esas malas costumbres a la fuerza. Así sea lo último que haga.- ¡Papá!- Además eres feo, tienes el cabello como el muñeco novio de la Barbie y no me agrada tu dirección.- ¿Qué dirección? – Pregunté.- Pues tu dirección, el lugar donde vives. Esa dirección no me gusta, espero que la cambies pronto.- ¿Él no vive con usted? – Preguntó Leandro.- Sí, vive conmigo. Ese es el problema. – Dijo papá riéndose. Leandro y Sofía reían igual cada vez que él decía algo malo de mí o de cualquiera. Que bien marchaba el domingo, maldición.Llegamos a la casa, bajé del auto de mala gana y vi mi madrastra junto a María, la empleada, estaban en la entrada. Omití saludarlas porque iba molesto y entré a la casa. Escuché que hablaban emocionados por la llegada de él y me puse mis auriculares. No es que esté celoso de que el haya llegado, pero ahora papá se va a lucir delante de élfastidiándome. Ya veo venir sus bromas mañaneras, como él las llama. Cuando me lleva en su auto a la escuela, empieza a contar cosas, pero como ahora llevará a Leandro también, supongo que hará su show de comedia barato.Más tarde ese mismo día, Papá ayudó a Leandro a subir sus cosas a su habitación. Luego se fue a la casa de su mejor amigo, un tipo que es dueño de varias firmas importantes en la región. Bueno sí, nosotros pertenecemos a ese círculo de gente importante de la ciudad. Papá es amigo de gran parte de las personas más influyentes ya que él es un empresario reconocido, es dueño de una constructora, de almacenes en cadena y de varios hoteles, todo esto heredado de mi abuelo. Él es alguien sociable, agradable y chistoso, no se lleva mal con nadie. Mi madrastra es un poco más sencilla, ella proviene de una familia humilde y me llevo mejor con ella que con mi papá, ella me trata bien y siento que puedo contarle cualquier cosa.Nuestra casa tiene dos niveles, siete habitaciones, tres baños y medio, una cocina enorme, dos salas de estar, un comedor y una oficina, la usa pa
Más tarde, mis papás se fueron a dormir. No escuché a Leandro caminar por ahí, así que supuse que también se había acostado a dormir. Una chica le escribió a Pascual quién sabe para hacer qué tipo de cosas, no le pregunté, salió disparado a verlo. Me quedé solo con Alba en la sala.- ¿Hace cuánto no nos quedábamos así? – Le pregunté.- Cómo tres meses, creo. ¿No extrañas estar conmigo Cristóbal?- Ya hablamos de eso…- Lo sé. Lo tengo presente a diario, pero aun así me gustaría estar contigo. Prometo no involucrar sentimientos de nuevo.- No, yo no quiero hacerte sentir mal otra vez.- ¿Por qué nunca me dices que es lo que pasa? ¿por qué cuando has estado conmigo siempre tiene que ser un secreto? ¿por qué te avergüenzas de
Al día siguiente, me levanté a las cinco de la mañana. Entro a las seis y media a clases. Me bañé, desayuné rápidamente, evitaría todo tipo de contacto con Leandro en lo que me sea posible. Lo peor es que iba a estar en mi salón de clases. María me llevó el uniforme y me decepcioné, cada año lo odiaba más. Era un pantalón azul oscuro con zapatos clásicos, una camisa blanca de mangas largas con una corbata vino tinto, encima se debe usar por regla un saco gris que tiene el escudo de la escuela y un bolsillo al otro lado. Todo debe quedar bien, algo ajustado. Sino devuelven al que vaya con el uniforme en contra de las reglas.Bajé, papá estaba en la entrada. Mamá estaba maquillándose en su habitación, ella sale más tarde que nosotros.- Yo los llevaré hoy, pero mañana los llevará el chofer porque tengo
Pasaron un poco más de dos semanas desde que Leandro llegó a la casa. Rápidamente nos hicimos muy unidos, por no decir amigos. No me agradan las etiquetas. Nos juntábamos para ver películas de suspenso o de acción, veíamos series sangrientas o veíamos videos de raros, antes veía todas estas cosas, pero ahora todo se volvió más interesante. No es lo mismo estar solo viendo algo, que con alguien que lo aprecia y me acompaña, me cuesta admitirlo, pero sí, me agradaba pasar tiempo con él.Estábamos en la escuela, en la segunda clase. Era viernes y acordamos que iríamos al lago al salir de clases, Leandro me dijo que me iba a enseñar unas cosas. Estábamos en la clase de deportes, pronto iban a seleccionar nuevos jugadores para el equipo de fútbol. He tratado de mantenerme al margen con esto, no entrar al equipo porque me tomo muy en serio los juegos, s
Cuando regresamos a casa me puse a pensar. Me encerré en mi habitación y me acosté bocarriba sobre la cama. Es gay, no es que sea homofóbico ni nada así, ¿pero andar con una persona que tiene esas preferencias todo el tiempo sería raro? Por lo que he visto, es respetuoso y nunca ha hecho nada fuera de lugar. De igual manera es extraño. No me esperaba que dijera eso.De igual forma yo sé quién soy, eso no es un problema y no debería afectarme. Aunque al parecer sí lo hacía, ahora cuando lo veía era diferente, no podía verlo igual que antes, ¿cuál es mi problema?Al día siguiente, me llamó Pascual para confirmar si iba a ir a su casa. Le dije que sí y me dijo que llevara a Leandro, dudé un momento y luego le dije que le iba a preguntar, aunque no sabía si en realidad lo iba a hacer.Era de tarde y salí a comprar
Adentro, estaba mucho más lleno que afuera. Había mucha gente bailando, algunos completamente ebrios y casi todas las mesas estaban llenas. Nos sentamos atrás, en una de las pocas mesas vacías. Eran cerca de las once de la noche. Empezamos a beber cervezas, papá odia que haga eso. Prefiere que beba algo como whisky o coñac, eso no me gusta. Opino que las cervezas han sido una de las mejores creaciones de la humanidad. Después de unas dos horas, habíamos bebido muchas y la pasábamos genial.- Llevaba rato sin tomarme tantas de estas, en casa solo puedo tomar whisky y es horrible. – Dije admirando la botella que tenía en la mano.- Tú porque te han hecho tomar eso, mi querido y veterano padre, me hacía beber tequila, eso me quemaba la garganta. Cuando conseguía dinero por algún trabajo que hice, me escapaba a la ciudad a comprar unas cervezas artesanales que si las probara
Pasaron varios días y no le volví a hablar, cuando pasaba cerca de mí por la casa, me desviaba o fingía que no lo había visto. Ni cuando íbamos en el auto camino a la escuela lo miraba o si quiera le dirigía la palabra. No tenía ningún tipo de contacto con él.No sé qué me pasaba o por qué, pero no podía dejar de pensar en él. Tal vez fui muy duro en hablarle así, tal vez exageré… No, no exageré. No puedo acercarme a él, no debo hacerlo.En la escuela las cosas se volvieron muy complicadas, en la práctica de fútbol no sé que pasó, pero Leandro apareció con moretones en la cara. Se veía triste y apagado. Cuando pasó a mi lado me miró, pero yo desvié la mirada y bajé la vista hacia mi teléfono. En el salón de clases lo seguían molestando y empeorab
“Hoy es un día muy triste para la humanidad. Cumple años el hijo mayor del grandísimo Pedro Bustamante, ese hijo que mira mal a la gente por la calle, ese que tiene una lista negra en la parte de atrás del cuaderno de biología, el zurdo, la barracuda, el que se come solo la crema que cubre el pudín y deja el resto, ese que vomitó en la montaña rusa de niños, el que patinó sobre hielo un año en contra de la voluntad de su valiente y heroico padre, ese que le teme a los barcos y a viajar sin un mapa, ese que había leído varios libros a los siete años de edad y que aprendió coreano a los diez. Ese que no es como yo, pero, aun así, lo quiero como a nadie en el mundo. Feliz cumpleaños, hijo mío, mi primogénito”. Ese fue un cartel que encontré en la puerta de mi habitación ese día. La mañana del sábado.