El gélido frío de la noche hace que la piel se me erice, a lo lejos el sonido de risas, palabras dulzonas y gemidos, se vuelven inconexos, inestables, bebo lo que queda de mi cerveza y dejo el envase vacío cerca de unos arbustos, el corredor lleno de enormes pinos en medio del bosque, hace que me sienta como la protagonista de alguna película de terror, eran poco más de las diez de la noche y aún no tenía noticias de Alana, mi mejor amiga no daba señales de vida y comenzaba a cabrearme el hecho de que me hubiera dejado sola en medio de la fiesta en la piscina del hotel, todo por irse con un chico que apenas había conocido hace tres horas.Todo está bien, solo es una fiesta, no seas paranoica.Alana y yo éramos estudiantes de periodismo de segundo año en la universidad, habíamos ahorrado todo un año para poder salir de vacaciones de verano a Phoenix Arizona, nos ho
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