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Capítulo 3

LEA

Meto la última prenda que me falta dentro de la maleta y la cierro con destreza, pero noto que mis manos son invadidas por un ligero temblor. Me muerdo el labio inferior y comienzo a sentir un sabor amargo en mi garganta, corro hacia el baño, levanto la tapa y comienzo a vomitar.

¡Joder!

Después de un aseo bucal a conciencia, me preparo mentalmente para darle la noticia a Corban, Alana había investigado acerca de su paradero y tenía en mis manos la dirección, así como una cita con él, con otro nombre claro está, y por supuesto la foto de una modelo rusa que no tenía ni idea de quién era, pero hacer eso me facilitó enormemente las oportunidades para encararlo. Ya me había hecho a la idea de que no pensaba ni quería regresar con él, lo único que le pediría a cambio es la manutención legal, un simple apoyo económico, nada para mí, solo para él.

Los gastos me pasaban, ahora que estaba confirmado mi embarazo, tendría que buscar un nuevo empleo, dejar la universidad cursando el último año, no era una salida, estaba a pocos pasos de lograr mi meta de graduarme en periodismo, mis notas eran excelentes, la mejor estudiante de mi clase y siempre sacaba sobresalientes, incluso uno de mis profesores más queridos tiene una hermana que trabajaba para una revista muy importante, esa era mi siguiente meta, también tendría que acomodar mi agenda con las tutorías privadas que daba y de las cuales me pagaban.

Veo mi reflejo en el espejo y quiero que me trague la tierra o despertar de este sueño, abortar tampoco era una opción, pese a mis errores y que mi hijo fue concebido bajo circunstancias que no me tenían tirando confeti por todos lados, era mío, y por él estaba dispuesta a dar y hacer lo que sea, el apoyo de mis padres no lo tenía, hace tres días, cuando les conté sobre mi embarazo, mi madre me gritó dejándome casi sorda, y mi padre no perdió la oportunidad de decirme lo cuan decepcionado está de mí y que no querían volver a saber nada de mi ni de mi hijo. Así que sí, estaba sola en esto, solo contaba con la ayuda de Alana, mi mejor amiga y esperaba contar con el apoyo de Corban, después de todo este hijo también era suyo.

Me coloco un poco de maquillaje, delineando mis ojos para que resaltara su azul natural, y paso la plancha del cabello sobre mi cabello largo y oscuro.

—Tienes que dejar de pensar tanto.

La voz de Alana me saca de mi ensimismamiento y hace que suelte un respingo.

—Estoy bien —asiento con la cabeza, quisiera que fuera verdad.

—Llevas repitiendo eso desde que te enteraste de tu embarazo —Alana me regala una mirada sutil y luego me sonríe—. La pregunta aquí es... ¿crees lo que dices?

Me conocía bien.

—Tienes razón, no estoy bien, siento que el miedo domina todos mis sentidos, que los nervios se convierten en la soga que me ahorcará cuando vea a Corban —mi corazón comienza a bombear a toda velocidad—. Y no dejo de pensar en qué será de mí y de mi bebé, ¿Corban se hará responsable? ¿Lo querrá? ¿Nos abandonará a nuestra suerte?

Alana frunce el ceño, toma mis manos entre las suyas y hace que levante el mentón para mirarle directo a los ojos.

—Escucha Lea, eres una mujer fuerte, si ese gilipollas les da la puerta a ti y a mi sobrino, dale una patada en las bolas y mándalo a la m****a, que juntas sacaremos a ese pequeño demonio que no tardará en andar corriendo por el mundo, adelante.

Las palabras de mi amiga me reconfortan y se convierten en el cobijo que necesitaba, era verdad, podía sacar adelante a mi bebé, con o sin Corban.

—Tienes razón —me concentro en esconder mis temores y mostrar mi sonrisa más fingida.

—Esa es mi chica, ahora vamos, que se te hace tarde —Alana observa la hora en su reloj de mano y frunce los labios—. ¿Estás segura que no quieres que vaya contigo? Entre las dos podemos convertir a Corban en el trasero de nuestras bromas.

—Lo sé —replico observándola—. Pero necesito hacer esto sola, sino, me temo que no podré soportar lo que se viene en camino.

En cuanto las palabras se deslizan de mis labios, siento que saco fuerzas de algún lugar en mi interior que no conocía, Alana asiente y no dice nada más. San Francisco estaba a ocho horas en carro, por lo que me quedaba un viaje largo para repasar todo lo que había memorizado y qué le iba a decir al papá de mi bebé.

—Cuando llegues no olvides marcarme, y maneja con cuidado —dice Alana ayudándome a cerrar la puerta del carro mientras me coloco el cinturón de seguridad—. Creo que debemos comprar una estampa que diga "Bebé a bordo" o alguna m****a como esa.

Sonrío.

—Gracias por prestarme tu carro, prometo no chocar y entregártelo sano y salvo.

—Lea, eso no es lo que me preocupa, sabes bien que eres como mi hermana, tu seguridad es mi prioridad, y ahora que mi primer sobrino viene en camino, seré una pesada contigo —me guiña un ojo.

—Vale, como digas, te llamó más tarde —me despido de ella y arranco.

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