ENZO
El recuerdo de aquella chica no deja de rondar por mi mente y siento deseos de follarla, darle tan duro hasta que sangre, sus pechos, sus curvas, todo me había llamado la atención desde el momento en el que la vi detrás de la puerta, rogando bajo la lluvia porque alguien le preste atención. Sin duda alguna sus ojos azules y su cabello oscuro pegado a su perfecto rostro de muñeca, habían hecho que no solo se robara mi atención sin ser consciente, sino, que mi polla anhelara estar dentro de su boca, probar el límite de su garganta ¿aguantará mi longitud?
—Deja de pensar en ese culo caliente —enfatiza Preppy, mi mejor amigo—. Es un poco menor para los gustos tan extravagantes que tienes. Solo es una niña.
Asiento en silencio, él me conocía tan bien que podía oler mi interés por una mujer a kilómetros de distancia, giro para verlo, un tipo como él; alto, atlético, rubio con la sombra de la ligera existencia de una barba, ojos avellana y vestimenta un tanto desenfadada, pasaría desapercibido por los hombres, tratándolo como alguien sin un propósito, pero en realidad Preppy era uno de los asesinos más peligrosos dentro del mundo de la mafia, los líderes se cagaban cuando él estaba presente.
—Mira, ahí va la peque —señala con el mentón en dirección de la chica, inhalando una línea de cocaína, dejando seis líneas más, bien definidas sobre una charola pequeña de plata—. Ve por ella, animal. ¿Seguimos en pie con el juego de la persecución inocente?
La veo salir y mis ojos no dudan un segundo en anclarse en su trasero, joder, estaba buena y mi polla comienza a arder, me gustaba, era guapa y no estaría mal una follada antes de la reunión con los miembros del directivo de las empresas con las que estaba a punto de cerrar trato, expandir mi producto dentro del mercado textil era un gran paso, en especial si eso cubría mis verdaderos negocios de compra y venta de marihuana.
Preppy esboza una sonrisa que ignoro, sé a lo que se refiere, camino hacia la chica que parece desesperada bajo la lluvia, buscando algo con ahogo emocional latente, soy consciente de las lágrimas que derrama y eso es lo que me impulsa a andar sin que me importara mojar mi costosa ropa. Cuando estoy a solo dos pasos detrás de ella, pese a la tormenta, el olor a fresas inunda mis fosas nasales y tengo que recurrir a toda mi fuerza de voluntad para no follarla aquí mismo.
—Parece que no estás teniendo un buen día —digo con un ligero tono de amargura en mi voz.
Ella da un respingo y se vuelve hacia mí con el ceño fruncido, en sus ojos habita la incertidumbre, la duda, el miedo y algo más que no sé descifrar pero que colisiona en mi interior llevándome a una vorágine llena de insaciable curiosidad.
—Lo siento, ya me iba —decide con la intensión de marcharse, pero se lo impido rodeando su brazo y ejerciendo fuerza en mi agarre un tanto posesivo.
—No tienes buena cara, déjame ayudarte —insisto.
Ella parece en un trance, la lluvia ha hecho que su maquillaje parezca salido de una película de terror, pero sigue conservando su inocencia y eso me excita, ¿sabrá que me pone duro? Por lo menos intento disimular mi erección.
—No es necesario —niega y algo dentro de mi interior se estremece cuando veo el dolor reflejado en sus ojos—. Suéltame.
Hago lo que pide y observo como camina hacia la carretera, me obligo a volver al local cuando noto que mi erección ha crecido de manera considerable.
Y una m****a, quiero meterle la verga.
De varias zancadas firmes, logro acercarme a ella, ninguna mujer me rechazaba y ella no iba a ser la excepción, llego y sin permiso alguno, rodeo su cintura y la cargo sobre mi hombro, dejando salir el cabrón que era en el fondo.
—¡Bájame, maldito idiota! —comienza a patalear y a golpear con sus puños cerrados mi espalda, cree que me causa algún daño pero no es así.
A lo lejos logro divisar que Preppy tiene las llaves del auto, juega con ellas como si fuera la cosa más aburrida y casual verme cargando a una chica que claramente era a lo mucho siete años menor que yo.
—¿A dónde? —me pregunta al tiempo que le echa un vistazo al culo de la chica.
—¡Por favor, no me hagan daño! Estoy...
Su voz me harta hasta el punto de tener que recurrir a la violencia, por lo que le doy una palmada ligera en el trasero, confirmando que sus nalgas eran firmes. Ella chilla pero no vuelve a abrir la boca, de hecho se queda callada y deja de golpear y patalear.
—A un restaurante —demando.
Los ojos de Preppy se abren desmesuradamente, como si lo que acababa de salir de mi boca hubiera sido una oración, o el peor insulto que la humanidad había creado, pero no dice nada, solo encoge los hombros y se dirige al aparcamiento, es en ese momento, que estando a solas unos instantes, la bajo y me siento un cabrón por ver que sus ojos permanecen hinchados y rojos a consecuencia del insaciable llanto, odiaba los dramas, y más a las mujeres que lo hacen. No me va verlas llorar, no sabía qué hacer en situaciones tan incomodas como esas que demandan paciencia y alguna palabra dulzona que las hiciera sentir mejor.
—¿Qué me vas a hacer? —traga duro y su voz es apenas audible, no se atreve a mirarme y eso es lo que más me encabrona.
—Nada —menciono tratando de sonar lo más compasivo posible, no tengo ni puta idea de quién es o lo que la orilló a tener que parar en un lugar como este, pero estaba buena y moría por meterle la verga en el coño, así que lo mejor era ir con cautela para lograrlo.
—¿Entonces por qué no me dejas libre? —dice con gesto ausente.
—Porque tienes cara de tener mucha hambre.
—Yo no tengo... —sus palabras se quedaron suspendidas en el aire al avergonzarse por el ruido nítido que proviene de su estómago.
—Tus tripas dicen lo contrario a lo que sale de tu boca —llevo mi pulgar hasta su boca y siento la imperiosa necesidad de rozar su labio inferior, quedándome abstraído con la suavidad y el ligero temblor que le domina—. Solo déjame invitarte a comer, luego si no tienes medio de transporte puedo llevarte a algún sitio, es todo.
Sus ojos perspicaces me observan, detallan mi rostro y me pierdo en el intenso azul de sus ojos. Parece que se lo piensa aunque se ve interrumpida cuando el sonido de mi auto la hace apartar la vista de mí y colocarla detrás de mí.
—Lo siento, no puedo aceptar nada de ti —finaliza aclarándose la garganta. Enarco una ceja con incredulidad, ¿acaso está ciega? Usualmente logro obtener un sí de las mujeres, solo basta con ver mi atractivo o los lujos que les puedo ofrecer, pero parece que ella es inmune a mis encantos. —¿Puedo saber por qué? —me aparto de ella como si su tacto me quemara. Ella parece recobrar la postura, su mirada parece más fiera y siento curiosidad de saber qué es lo que pasa por su cabeza. —No lo sé, déjame pensar... —suelta un largo suspiro de exasperación—. Porque no te conozco, no sé si eres un violador, un secuestrador sexy, o simplemente eres de esos tipos que buscan follar. Touché
—¿No piensas probar bocado? —inquiero limpiando las comisuras de mis labios con una servilleta de lino, para luego inclinarme hacia delante, ladeando una ligera sonrisa solo para ella. —Es difícil hacerlo cuando te miran fijamente —responde en un tono apenas audible. Borro todo rastro de diversión en mi rostro, termino de masticar rápidamente el pedazo de carne medio crudo, y fijo mi mirada en ella, Lea debe saber que es una mujer muy guapa, aun siendo ocho años menor que yo estoy seguro que debe tener a media Universidad a sus pies. Entonces, la idea de que uno o varios hombres la acechen o que incluso ella folle con otro tipo, hace que se retuerza mi estómago, era posesivo con mis presas, y ella estaba a solo un cruce de la línea delgada que separa un simple gusto de una obsesión sexual.
CORBAN La junta me tenía agotado y solo podía pensar en la guapa modelo que estaba a punto de follar, se había retrasado por veinte minutos pero solo recordar sus curvas hizo que el mal humor desapareciera. —Por esa sonrisa debo suponer que te parecieron bien los nuevos proyectos —la voz monótona de mi vieja secretaria me da una sensación de escalofríos. —Recuérdame por qué soy el único que no tiene una sexy y atractiva asistente —saqué al hijo de puta que llevaba por dentro. Verónica, una mujer de cincuenta años, madre soltera, con dos hijos que apenas y le apoyan, y una nieta que cuida como si fuera suya debido a la irresponsable de su hija menor que por lo que me había comentado, vivía bajo la vagancia y protec
ENZO —No te ves con buena cara —me preguntó Preppy; uno de los hombres que se encargaban de cuidar mi espalda y también mi mejor amigo, entrando al carro y tomando el lugar en el que hasta hace apenas cinco minutos, estaba Lea. No respondí, guardé silencio, esto apestaba, jamás me había sucedido una cosa así, se supone que una vez cerrados los tratos en aquel sitio, iba a follar a Alicia, una sexy rubia con caderas de infarto aunque de pechos pequeños, a la que le metía la verga de vez en cuando, era mi puta favorita porque me hacía buenas mamadas, pero cuando vi a Lea, con aquellos ojos azul zafiro llenos de incertidumbre, temor y salvajismo, algo se detonó en mi interior. No era que me pareciera la mujer más hermosa del planeta, porque había visto y follado a mejo
LEA No puedo apartar la mirada sobre los ojos de Corban, esos que en el pasado cuando me abrazaba, albergaban calidez, momentos bonitos, pero que ahora se habían convertido en un par de ojos extraños, transformando la mirada del chico que amé y que aun amaba, en algo siniestro y lleno de rabia, incluso de odio. —¿Qué m****a haces aquí, Lea? Ok, eso duele. —Yo... —trago duro. —¡Mierda! —Suelta un manotazo sobre el escritorio—. ¡Se supone que nunca nos íbamos a volver a ver! Vale, eso me dolió más de lo que pensé. —Escucha —suelto un
Tomo el cheque y lo rompo lanzándole los pequeños pedazos en sus narices. —Hasta nunca, Corban Smith. Sin esperar a que me dijera más, salgo de su oficina y al dirigirme al ascensor, termino chocando contra alguien. —¡Puaj! —una chica pelirroja, de ojos oscuros y pecas visibles con cuerpo de sirena, me mira con repugnancia de pies a cabeza—. Fíjate por donde caminas. —Lo siento —murmuro una disculpa. —Como sea —la chica puso los ojos en blanco, giro sobre sus talones y enseguida se dirigió hacia la secretaria que estaba a las afueras de la oficina de Corban. Me detuve e ignorando al mundo entero, apreté el botón del ascensor.<
ENZO En aquella noche había algo diferente, la oscuridad que cubría aquel departamento tenía un matiz que me erizaba el vello, me maldije mil veces por haber tomado esa decisión, estaba cubierto de sangre pero me importaba una m****a, necesitaba saber qué era de ella, si esa cita se trataba de alguien importante, pero cuando la vi salir de aquel edificio con mirada triste y actitud derrotista, lo supe, ese tipo no era nadie importante. Puede que incluso me mintiera, debía investigarla para descartar que tenía alguna relación cercana con los Smith, Lea Davis tenía un poder casi sobrenatural que me sobrepasaba y que me obligó en menos de cinco segundos, tomar la decisión de seguirla en cuanto regresé para ver qué había sido de ella, me dije mil veces que tenía que alejarme, pero al parecer mi verga y yo no estábamos sin
LEA —¡Ese hijo de puta! —la preocupaciónse reflejaba en los ojos de Alana, quien después de haber escuchado con atención toda la proeza que realicé para recibir la patada en el culo que me dio Corban, se dedicó a terminar de un solo trago la cerveza fría que estuvo todo ese tiempo descansando en su mano. —No quiero seguir hablando de eso —trago duro dejando sobre la mesilla de centro, el tarrón vacío de helado—. Él ha tomado su decisión y yo la mía. —Puedes demandar al gilipollas, estás en todo el derecho de pedir una manutención para tu bebé —dijo Alana mientras se incorporaba del sofá, yendo directamente a la nevera para sacar una nueva cerveza. —Lo sé, pero no quiero problemas, a más... él ha llamado error