La luna llena se alzaba sobre la reserva, bañando la espesura del bosque con su luz plateada. El aire era denso, y la presencia de los lobos reunidos en el claro sagrado llenaba el ambiente. Aquel era un lugar ancestral, un círculo de piedras desgastadas por el tiempo donde generaciones de líderes habían tomado decisiones cruciales para la manada.Kael se encontraba de pie en el centro, con la mirada fija en los ancianos que había convocado. Sus ojos dorados reflejaban la luz de la luna, y su postura firme transmitía autoridad. Frente a él, sentados en los troncos dispuestos en semicírculo, estaban los lobos más viejos y sabios de la manada. Entre ellos, Thorn, el más antiguo de todos, con su cabello gris y su rostro surcado de cicatrices, observaba a Kael con un gesto severo. A su lado estaba Selene, su madre, la hembra más respetada entre ellos. Sus ojos reflejaban la misma intensidad que los de su hijo.Kael respiró hondo antes de comenzar.—Los he convocado esta noche porque neces
—Tenemos que encontrarla —dijo Kael con voz firme—. No puede haber desaparecido sin dejar rastro.Ragnar, que hasta ese momento se mantenía en silencio, miró a Kael con gravedad. En sus brazos descansaba Emma, su pequeña hija de apenas un año. La niña murmuró algo en su media lengua infantil y se acomodó contra su pecho, ajena a la tensión que llenaba el aire.—Yo me encargaré —respondió Ragnar sin titubeos.Caminó hasta donde estaba Kira y con una suavidad impropia de su imponente figura le entregó a la niña.—Cuídala bien —susurró. Ragnar se inclinó sobre ella y le depositó un beso en la frente, su aliento cálido rozando su piel. Luego, con la misma dulzura, añadió—: Traeré a tu madre de vuelta.La niña lo miró en silencio, sus ojos grandes reflejando una mezcla de inocencia y confianza, como si en sus palabras no hubiera ninguna duda, solo certeza.Kira tomó a Emma con cuidado, su mirada alternando entre la niña y su padre. Entendía lo que estaba en juego.—Está en buenas manos, n
Kael exhaló con fuerza y pasó una mano por su cabello, sintiendo cómo la tensión se disipaba poco a poco. Ragnar había encontrado a Clara. Por ahora, todo estaba en aparente calma.Su mente lo llevó a Lina, a su aroma, a la calidez de su cuerpo. —Necesito verla. Necesito estar con ella —pensó, y sin dudarlo más, se encaminó de regreso a casa.Empujó la puerta y entró, sus sentidos inmediatamente captaron su aroma.El sonido del agua corriendo lo hizo detenerse. Su lobo reaccionó al instante, reconociendo su cercanía. Avanzó sin hacer ruido, siguiendo el sonido hasta llegar al baño. La puerta de vidrio estaba cubierta de vapor, pero aún así, la silueta de Lina se perfilaba con claridad. Su piel resplandecía bajo el agua, sus manos se deslizaban por su cuerpo, enjabonándose con lentitud, disfrutando de la sensación del agua caliente.Kael sintió que el calor que lo invadía no provenía sólo de la temperatura del baño. Su mirada quedó atrapada en cada movimiento de ella, en la forma en q
El vapor aún flotaba en el aire cuando Lina se recostó contra la pared de la ducha, con el corazón acelerado y la piel sensible bajo el roce de las gotas que seguían deslizándose lentamente. Kael, frente a ella, mantenía las manos en su cintura, su aliento cálido acariciando su cuello mientras le depositaba un beso suave, casi reverente, en la clavícula.La intensidad de lo que acababan de compartir aún ardía entre ellos. Ella cerró los ojos, tratando de controlar el temblor que recorría su cuerpo, pero la forma en la que Kael la acariciaba, como si no pudiera apartarse de ella, la hacía sentir atrapada en ese fuego que él provocaba.—Deberíamos salir antes de que nos quedemos sin agua caliente —murmuró ella, con una sonrisa suave.Kael no respondió. Sintió que el calor en él aumentaba nuevamente y un impulso lo atravesó. Su cuerpo respondía sin control, su miembro despertando de nuevo, erecto por la excitación. La presión en su entrepierna era inconfundible, un recordatorio de lo que
Lina despertó en la cama, rodeada por la suave luz de la mañana que se filtraba a través de las cortinas. El lugar parecía en silencio, y al mirar a su alrededor, notó que Kael no estaba a su lado. Recordaba el calor de su piel en la ducha, pero ahora, el espacio estaba vacío, dejando un leve eco de su ausencia. Un nudo se formó en su estómago mientras se levantaba y, sin pensarlo demasiado, se vistió rápidamente. Se puso un vestido blanco, simple pero elegante, que abrazaba su figura de manera natural, resaltando sus curvas con una suavidad que la hacía sentir cómoda.Al salir de la habitación, se dirigió hacia la cocina, y allí encontró algo inesperado: un desayuno perfectamente dispuesto sobre la mesa. Huevos revueltos, pan recién tostado, frutas frescas y una taza de té humeante. Todo parecía hecho con esmero.Antes de que pudiera preguntarse quién lo había preparado, una voz suave interrumpió sus pensamientos: —Siéntate, querida, yo me encargaré —Una señora mayor, con una expres
Kael abrió la puerta con suavidad, dejando que Lina entrara primero. La habitación era luminosa y estaba decorada con tonos suaves. Arthur yacía en la cama, su respiración era pausada, aunque su rostro aún reflejaba el cansancio.Ella se acercó despacio, como si temiera despertarlo, y se sentó en una silla al lado de la cama. Sus ojos recorrieron el rostro pálido de Arthur, notando lo frágil que se veía. Kael permaneció junto a la puerta, observándolos en silencio por un momento antes de hablar.—Lina... —dijo en voz baja, llamando su atención.Ella levantó la vista y lo miró con curiosidad.—Tengo que ausentarme un par de días —continuó Kael con tono serio.Lina frunció el ceño. —¿Sucede algo? —preguntó con un hilo de preocupación en la voz.—No es nada grave. Solo un trámite que no puedo posponer —respondió él, pero había algo en su mirada que Lina no pudo descifrar del todo.—¿Puedo ayudarte en algo? —insistió, queriendo comprender si había algo más detrás de sus palabras.Kael vac
Lina Winters apretó el volante del Jeep, el sonido de las ruedas sobre el camino de tierra resonaba a través del silencio denso del atardecer. La Reserva natural de Blackwood estaba en lo profundo de un valle. Las montañas cubiertas de pinos se alzaban como sombras gigantes contra un cielo que comenzaba a oscurecer, pintando todo con tonos de gris y azul. El aire fresco traía consigo el olor a tierra mojada y madera, una fragancia cruda que parecía invadir sus pulmones con cada respiro.Al llegar al borde de la reserva, se detuvo en un claro solitario y observó la vasta extensión de árboles que se extendían ante ella. El paisaje era tan hermoso como inquietante: vastas colinas cubiertas de un espeso manto de árboles, y en el horizonte, una cadena montañosa que parecía abrazar el cielo.—Este es el lugar donde Clara desapareció —susurró, como si al decirlo, las palabras pudieran explicarle algo que llevaba un año preguntándose. Su corazón latía con fuerza mientras miraba hacia el bosqu
El alfa sentía una feroz guerra dentro de él, una batalla entre lo que sabía que debía hacer y lo que su corazón le dictaba. El vínculo que se había formado con la humana, era un peligro que no había anticipado. Su mente estaba llena de tormentas oscuras, pensamientos que se mezclaban con la preocupación por la manada, por el futuro incierto que podría desatarse si esta situación continuaba."Esto no debía pasar," pensaba, mientras sus ojos recorrían a Lina con una mezcla de urgencia y desespero. Sabía que su presencia en ese lugar ponía en riesgo no solo su vida, sino la de todos los que él amaba, los de su manada. Pero el instinto lo había llevado hasta ella, y ahora su única prioridad era mantenerla a salvo, sin importar las consecuencias.Con voz grave, casi rota, le dijo:—Tienes que irte. Este lugar no es seguro. Es mejor que te vayas, antes de que todo empeore.Lina, desorientada y aterrada, aún no lograba procesar lo que había ocurrido. La confusión y el miedo la envolvían. Co