CAPÍTULO 12.

Lina conducía su Jeep con la vista fija en el camino, avanzando con prisa hacia el hospital. Pero no esperaba encontrarse con una multitud bloqueando la calle principal. A medida que se acercaba, distinguió la agitación en los rostros de las personas y el sonido de gritos furiosos resonando en el aire. Sujetaban palos, hachas, cualquier cosa que pudieran usar como arma. Protestaban frente a la comisaría del pueblo, exigiendo respuestas.

Lina apretó los labios. No necesitaba preguntar de qué se trataba. La muerte en la Reserva de Blackwood había encendido la ira de la gente. Exigían justicia, una solución inmediata.

—¡Vaya!.. qué oportuno—murmuró, buscando dónde estacionar el Jeep.

Encontró un sitio seguro y, sin otra opción, se adentró en la multitud. El bullicio era ensordecedor. Gritos, insultos, el eco de golpes contra las puertas de la comisaría. Algunos agitaban sus hachas en el aire, mientras los policías apostados en la entrada intentaban contener la situación.

De repente, sint
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