Alana juntó la puerta tras ella y empujó a Damián por su jardín.—¡¿Cómo me encontraste?! ¡No tienes derecho a estar aquí, vete! ¡¿Cómo pudieron dejarte entrar sin avisarme?! La imagen de la bella y dulce Alana que Damián había guardado en lo profundo de su corazón se enfrentaba a la realidad de una mujer furiosa, con el rostro deformado por la ira más pura. Él la había destruido.—Alana, tenemos que hablar.—¡No! ¡Tú ya dijiste todo lo que tenías que decir! ¡No vas a volver a jugar conmigo! ¡Vete! —Lo empujó una vez más.Nada hizo Damián por frenar los manotazos de Alana, bien sabía que merecía eso y mucho más.—Por favor, hablemos.—¡No tengo nada que hablar contigo, ni ahora ni nunca!—Alana...—¡Vete o llamaré a la policía!—El niño que estaba contigo...La vista de Alana se nubló. En las tinieblas, empezó a tambalearse. —Estás ardiendo —notó Damián al cogerla de un brazo.Ella se lo arrebató, pero él volvió a sujetarla justo cuando las piernas se le doblaron. Cayó en pleno jard
Luego de que los guardias del condominio se disculparan y le prometieran no dejar entrar a nadie más sin consultárselo primero, Alana se sintió un poco mejor. Ximena llegó a mediodía al enterarse del fin de sus vacaciones. Desahogarse también ayudó.—Tarde o temprano iba a pasar, amiga. No entiendo cómo acabaste en su boda. ¿Quién es ese tal Mateo?—Es su primo. Me llamó, pero no le contesté. No quiero nada de esto. Estoy empezando a detestar a los hombres.—Son los Zósters el problema, no los hombres, los Zósters. Hijos de puta poco hombres. Si volviera a ver al infeliz de Marcos le arrancaría la cabeza de una bofetada. Martín llegó a la sala con sus lápices. Hizo un dibujo en la mano de Ximena y salió a pintar a la terraza. Desde el sillón, Alana tenía una perfecta vista de él.—¿Y Martín cómo reaccionó cuando supo de Damián?—No ha dicho nada, pero se asustó al verlo.—Es pequeño todavía, tal vez esta situación no le afecte tanto. Eres tú la que me preocupa. No te ves nada bien.
—Me sorprende que hubieras regresado tan pronto de tus vacaciones —comentó Pedro. Tanto había insistido Martín que acabaron reuniéndose a almorzar con él en un restaurante. Aprovechando que el niño estaba muy concentrado comiendo su postre, Alana le contó a susurros la serie de eventos desafortunados que acabaron con su descanso, omitiendo todo detalle licantrópico.—Podrá ser un desgraciado, pero es el padre de Martín y ahora empezarás a verlo más seguido. ¿Todavía sientes algo por él?—Odio. Desprecio. Lo detesto. Ojalá y no tuviera que volver a verlo nunca. —Tendrás que hacer un esfuerzo por el niño. Tal vez esto te sirva para dar vuelta la página y sanar las herida que él te dejó.—Ya las sané —aseguró ella.—Cuando eso pase, querida Alana, hablar de él no te enfurecerá como lo hace, tampoco te causará tristeza, simplemente te será indiferente. "Ya me es indiferente", iba a decir ella, pero no quería engañarse. Damián le habló por la tarde. Llegó con un juego de mesa, con figur
"Una vez más", había dicho Damián. Ser burlada una vez más, ser humillada una vez más, ser destrozada una vez más.—Te volviste loco. ¿Crees que estoy para tus juegos? ¿que puedes botarme y recogerme cuando te da la gana? —No es así.—Ya no creo nada que salga de tu boca y tampoco me importas. Lo único que nos une es Martín, nada más. Espero que lo entiendas.Alana sacó al niño del columpio y se fue a casa. La tarde acababa de arruinarse. 〜✿〜Los hombres de la empresa de mudanzas terminaron de descargar el camión y partieron. Alana tenía una vista privilegiada desde el segundo piso, Damián se había mudado justo a la casa del frente. Ella ni siquiera sabía que estuviera en venta o arriendo.Oculta tras la cortina lo vio parado en el jardín. Él alzó la vista y la miró directo a la cara, cosa imposible. Era imposible que Damián supiera que lo estaba observando a esa distancia. Se alejó de la ventana, intentando pensar en otra cosa.Él la llamó por tel
Dos días habían pasado desde el incidente y Damián avanzaba poco a poco en la construcción de un vínculo con su hijo. Le había comprado un regalo, un auto a control remoto. Tenía la esperanza de que Alana lo dejara salir con él para que jugaran por el condominio. Ya jugar en el jardín sería una ganancia.—¿Van a alguna parte? —le preguntó al verla subiendo a Martín al auto.—Sí, a casa de mi abuela —contó ella, con cara de estar en problemas.—¿Pasó algo?—Ella no se lleva bien con Martín y la niñera está ocupada.—Yo puedo ir con ustedes y cuidarlo —ofreció. Bien sabía que ella no lo dejaría allí con él.Alana lo meditó unos instantes.—Bien, será sólo un momento mientras averiguo que le pasó a mi abuela.La mujer la había llamado luego de más de un año sin entrar en contacto. Los tres partieron, Damián llevaba una sonrisa deslumbrante. Por fin el destino obraba a su favor. Le entregó el regalo a Martín, que pareció muy entusiasmado con él.El viaje a casa de la abuela tomaba cerca de
Alana miró a su hijo con extrañeza. —¿Cómo es eso de que huele a Mateo? ¿Sientes el aroma de su perfume? —Ella olisqueó el aire, sintiéndose absurda.Sólo olía a incienso y galletas, nada parecido a un perfume.—Lo siento a él —dijo Martín—, pero ya no está aquí.—No es posible.—Es un niño, quién sabe en qué está pensando. No le des importancia —le susurró Damián.Alana conocía a su hijo, él no mentía y mucho menos hablaba por hablar. De Damián no podía decir los mismo.—Tú también actuaste extraño al entrar. ¿Qué está pasando?—Nada, Alana. ¿Tu abuela está bien?La abuela los esperaba en la cocina, lista para cantarle sus verdades a Damián. El enojo la envalentonaba y le daba más años de vida. Hasta que vio a Martín, la viva imagen de Alex, el hermano bastardo de Alana. Qué curioso era el destino. La mujer envió al niño con un plato de galletas a la sala.—Eres un poco hombre —le dijo a Damián—. No te mereces ninguna de las lágrimas de mi nieta, pero ella ya es adulta, supongo que
Luego de acordar cenar con Alana y Martín, Damián fue con Mateo. No estaba en el edificio de departamentos, así que le tocó viajar a Mabi. Sobraba decir que no era muy bienvenido allí luego de su frustrada boda. Su padre no quería ni verlo, el concejo debía estarlo presionando para que le impusiera alguna sanción y lo mejor era no asomarse hasta que las aguas se aquietaran, pero le urgía saber qué tramaba su primo. —¿Está mi tío? —le preguntó a la sirvienta que abrió la puerta. —Está fuera por negocios.Perfecto. Su tío era un hueso duro de roer y no lo quería dándole sermones. Si Mateo era un retorcido, eso lo había heredado de su padre, no tenía dudas. De su madre nada se sabía, tampoco de la de Marcos. El tío tenía poca paciencia con las hembras o ellas tenían poca con él, era un tema del que nadie hablaba. Tampoco se hablaba del evento que lo había hecho caer en desgracia y perder el puesto de alfa de la manada. Algo había hecho, algo tan terrible como para ser destituido, con t
Las vacaciones de Alana terminaron, ella volvió al trabajo y Martín al jardín de niños, pese a la petición de Damián de quedarse a su cargo. Acordaron que iría por media jornada y estaría el resto de la tarde con él a quien, al parecer, no le urgía trabajar.En la oficina, Alana puso a Ximena al tanto de los últimos chismes.—No le dejes las cosas fáciles al cabrón. Si quiere volver contigo que te suplique perdón de rodillas. De hecho, creo que deberías salir con alguien más, para matar de celos al hijo de puta. Que hubieras follado con su primo sí que debió dolerle. —La venganza no es algo que me haga sentir mejor y en Mateo no quiero ni pensar. Quiero vivir en paz con mi hijo y si él quiere lo mismo, será bienvenido.—Eres muy blanda, Alana. Un poco de amabilidad de su parte y ya te olvidaste de todo lo que te hizo.Alana no había olvidado nada. El odio seguía allí, como pus rezumando de una herida infectada. Y las infecciones se esparcían hasta contaminarlo todo, ella no quería es