XLII Un error de cálculo

Para su cumpleaños número diez, Marcos quería un caballo. Uziel, que se esmeraba en satisfacer cada uno de sus caprichos, lo llevó a una granja. Allí aprendió a montar.

Ahora Marcos volvía a ser Alex y ya no había caballos en la granja, cuyos terrenos habían sido vendidos para un proyecto de parque eólico, pero la casona principal seguía en pie y sería un muy buen escondite, al menos por un tiempo.

Nuevamente Alex llegó tarde, aunque no en vano. Justo debajo de la manilla de la puerta de una de las habitaciones encontraron un pequeño sello circular, un dibujo de Martín. Iban por buen camino y seguirían hacia el sur.

—Mi sobrino es muy listo. Y es el hijo de Damián, que es casi como mi hermano, el mundo es muy pequeño.

—La inteligencia no la heredó de ese lado de la familia, el crédito es de Alana —señaló Ximena.

Decirle que la búsqueda era peligrosa no sirvió para disuadirla de acompañarlo y Alex se rindió. Y estaba bien, agradecía tenerla cerca.

—Mi madre horneaba unos panecillos du
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