XL Como una muñeca
—Buenos días, Marcos.

—Buenos días, Jerson. ¿Hay alguien en casa?

—Todos salieron. Tal vez Mateo venga a cenar.

—Pues lo veré en otra ocasión, sólo vengo de pasada, hay una chica esperándome.

—Siempre hay una chica esperándote.

Los dos rieron. Marcos dejó al guardia y entró a su casa en Mabi. Pasó de largo por su habitación y fue directo a la oficina de Mateo. Qué estuviera cerrada con llave no fue impedimento para él, que ya estaba cansado de las sutilezas.

Un pequeño empujón y desencajó la cerradura. Encendió el computador mientras hurgaba en los archivadores. No tuvo que buscar mucho hasta hallar algo que llamara su atención. En el muro sobre el escritorio encontró dos fotos, pegadas allí como esperando a que las encontrara. Buscó más, sabía donde encontrar más y salió corriendo de la casa.

"Sí que tiene prisa por estar con esa chica", pensó Jerson, que no consideró importante avisar de la visita de Marcos. El joven tenía la cabeza entre las piernas de alguna mujer, para variar, y n
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