El auto que transportaba a Alana dejó Mabi y tomó el acceso a la carretera, rumbo al sur. Tras casi dos horas de viaje y ya lejos de toda civilización, siguió por un camino de tierra que se internaba en un espeso bosque.Definitivamente odiaba los bosques.Además del conductor, otro hombre la acompañaba, un lobo presumiblemente. Fue él quien la escoltó al llegar a una casona en medio de la nada. Esperaba encontrarse con Mateo dentro. En la sala, fumando un puro, había alguien más. Era un hombre de mediana edad y expresión distante, fría. Su escolta lo saludó con una inclinación de la cabeza y la dejó a solas con él.—¿Dónde está Mateo? —preguntó Alana. —Él es sólo un intermediario, el trato es conmigo. Toma asiento —señaló el sillón a un costado.Ella no se movió. —Vine por mi hijo.—Toma asiento.Alana accedió. El fuerte humo del tabaco le hizo lagrimear los ojos.—Librarse del consejo no será tarea sencilla —empezó a explicar él—, menos para ti, que no tienes ninguna influencia. N
—Buenos días, Marcos.—Buenos días, Jerson. ¿Hay alguien en casa?—Todos salieron. Tal vez Mateo venga a cenar.—Pues lo veré en otra ocasión, sólo vengo de pasada, hay una chica esperándome.—Siempre hay una chica esperándote.Los dos rieron. Marcos dejó al guardia y entró a su casa en Mabi. Pasó de largo por su habitación y fue directo a la oficina de Mateo. Qué estuviera cerrada con llave no fue impedimento para él, que ya estaba cansado de las sutilezas.Un pequeño empujón y desencajó la cerradura. Encendió el computador mientras hurgaba en los archivadores. No tuvo que buscar mucho hasta hallar algo que llamara su atención. En el muro sobre el escritorio encontró dos fotos, pegadas allí como esperando a que las encontrara. Buscó más, sabía donde encontrar más y salió corriendo de la casa."Sí que tiene prisa por estar con esa chica", pensó Jerson, que no consideró importante avisar de la visita de Marcos. El joven tenía la cabeza entre las piernas de alguna mujer, para variar, y n
Uziel Zóster estaba fuera del país, esa era la versión oficial, así lo mostraban los registros de la aerolínea y, si se indagaba más, se hallaría al menos a una decena de personas que jurarían haber volado con él en primera clase.No había lugar para las dudas.Y como el jefe estaba afuera, alguien debía hacerse cargo de sus asuntos. A Mateo los negocios no le importaban, así que no se molestó en aparecerse por la empresa, que los ejecutivos se encargaran del dinero. Su interés estaba en lo que se cocía bajo el agua, los asuntos de los lobos y la manada. ¿Quién más que él estaba capacitado para mantener el orden? Era su hijo, se manejaba en logística e inteligencia y estaba al tanto de todo. Era el idóneo para el cargo y se presentó en las oficinas para ocupar su lugar.—Mateo, qué bueno verte. Necesito que te encargues de algunos asuntos.—Zack, ¿qué haces en la oficina de mi padre?—Me dejó a cargo.Esas cuatro palabras bastaron para helar la sangre de Mateo. Zack era un novato, falt
Para su cumpleaños número diez, Marcos quería un caballo. Uziel, que se esmeraba en satisfacer cada uno de sus caprichos, lo llevó a una granja. Allí aprendió a montar. Ahora Marcos volvía a ser Alex y ya no había caballos en la granja, cuyos terrenos habían sido vendidos para un proyecto de parque eólico, pero la casona principal seguía en pie y sería un muy buen escondite, al menos por un tiempo.Nuevamente Alex llegó tarde, aunque no en vano. Justo debajo de la manilla de la puerta de una de las habitaciones encontraron un pequeño sello circular, un dibujo de Martín. Iban por buen camino y seguirían hacia el sur.—Mi sobrino es muy listo. Y es el hijo de Damián, que es casi como mi hermano, el mundo es muy pequeño.—La inteligencia no la heredó de ese lado de la familia, el crédito es de Alana —señaló Ximena.Decirle que la búsqueda era peligrosa no sirvió para disuadirla de acompañarlo y Alex se rindió. Y estaba bien, agradecía tenerla cerca.—Mi madre horneaba unos panecillos du
Como transportada a sus peores pesadillas se sintió Alana, corriendo en el boscoso paisaje. El corazón le ardía dolorosamente, con la angustiante certeza de que ya nada volvería a ser igual.Aferrada de la peluda mano de Martín, como había estado de la de Alex, siguió corriendo hasta que alguien brincó por sobre ellos y se les apareció delante, bloqueándoles el camino.El hombre lobo, de lustroso pelaje y apariencia altiva y orgullosa, doblaba en tamaño a Martín, que no era un lobo completo ni sano, que más parecía presto a caer muerto en cualquier momento. Eso no lo detuvo, rugiendo y con la lengua colgando desde su hocico torcido, el niño se lanzó sobre el enemigo.Alana lloraba, histérica.Martín no sabía luchar. El lobo se preparó para recibir su ataque, pero el pequeño cayó entre sus patas y, metiéndosele por debajo, lo lanzó por los aires. Alana corrió, intentando aprovechar lo que tardara el lobo en incorporarse para huir y evitar un enfrentamiento que Martín no podría ganar.Y
Nunca antes en las oficinas del consejo hub0 tanto ajetreo. En los escritorios, los archivos con las causas contra Uziel y los suyos se apilaban por montones y Fermi no les daba tregua. Había sido el novato abogado quien se había contactado con los cazadores por indicaciones de Damián."Mi cliente no presentará cargos de secuestro y tortura contra ustedes si cooperan con los antecedentes que posean", les dijo. Llegaron con un camión con cajas y cajas de archivos. El crimen de la familia de Alana estaba lejos de ser el primero de Uziel, se sospechaba de muchos más y sería trabajo del consejo esclarecerlos. Y tendrían que lidiar también con todas las querellas que Fermi estaba interponiendo, donde los daños morales y la angustia mental eran los más leves, así que decidieron dejar a Damián en libertad mientras duraba la investigación en su contra para no seguir llenándose de querellas, a las que los abogados de Frank decidieron sumarse también.Ya libre, Damián se unió a la búsqueda de A
Pese al dolor y la tristeza la vida continuaba. El mundo seguía girando cuando la gente partía y había que ponerse en movimiento porque no se estaba solo, siempre había alguien más que dependía de uno.—Tengo una reunión espantosa en la empresa —contó Ximena mientras desayunaba con Alex—. Usualmente era Alana la que se encargaba de esas cosas.Un doloroso silencio se hizo entre ambos, Ximena había perdido a la que era prácticamente su hermana y Alex a la hermana que apenas había vuelto a recuperar. —¿Cenamos esta noche? —preguntó él.—Siempre y cuando prepares tú la cena, no tengo ganas de ir a ninguna parte.—Ordenaré algo. Me gustaría que el fin de semana saliéramos de la ciudad con Damián y Martín.—Tendrás suerte si lo convences. —El teléfono de Ximena vibró. Miró la pantalla y se apresuró a contestar.Alex no necesitaba suerte para convencer a Damián, necesitaba unas cervezas y vinilos de metal industrial.Ximena se levantó de un brinco, sobresaltándolo.—¡Alguien vio a Alana!M
—¿Amor, estás lista? —preguntó Damián.Alana acabó de vestirse y bajó a la sala. Martín, que dibujaba en su libreta, cogió un lápiz del mismo color de su vestido y le hizo un talismán en la mano.—Sí, ya estoy lista —dijo ella.Seis meses había durado la investigación del consejo y debían presentarse los tres en la audiencia."¿Qué es lo peor que podría pasar?", le había preguntado Alana a Fermi.Fermi no deseaba ni siquiera hacer el ejercicio de ponerse en tal posición porque atraería las malas vibras, pero tampoco iba a mentirle. Lo peor que podía pasar era que expulsaran a Damián de la manada, que anularan su matrimonio, sacrificaran al niño y dejaran a Uziel y a Mateo libres. "Eso nunca pasará", había asegurado él. "Tienen demasiada basura encima y necesitan limpiarse, sobre todo considerando que pronto habrá elecciones. Las elecciones siempre sacan lo mejor de cada uno y necesitan el apoyo de los alfas de las manadas. He ido a cenar con varios y están atentos al caso. Incluso los