Capítulo 300
Laura siguió a Álvaro hasta el auto. De pronto, se llevó la mano al bolsillo de su abrigo.

—Señor Saavedra, creo que dejé mi teléfono adentro.

Álvaro ya estaba sentado:

—Iré con Kian. No hace falta que vengas. Cuando encuentres tu celular, continúa tus días libres.

—De acuerdo, —asintió Laura con una leve inclinación de cabeza.

Se quedó observando cómo el vehículo salía de la finca y, solo entonces, regresó sobre sus pasos.

Dentro de la casa, Gabriela ya se había quitado el grueso abrigo y estaba a punto de ir a la sala de yoga. Cuando Laura volvió, le dedicó una sonrisa ligera, y con un gesto señaló el teléfono que descansaba sobre el sofá:

—Lo quité.

Gabriela asintió y siguió su camino hacia la sala de yoga.

Momentos después, Laura también la alcanzó. Sin entrar al cuarto, Gabriela giró en el pasillo, abrió una puerta corrediza y salió a un pequeño jardín exterior contiguo al salón. Pese a ser invierno y a que la nieve cubría casi toda la vegetación, el panorama ofrecía cierto encant
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