Capítulo 302
Álvaro entró en la habitación de Noelia sin mayor ceremonia.

Ella estaba recostada con un pijama hospitalario suelto, y en sus muñecas se veían vendas manchadas con rastros de sangre. Con el rostro pálido, miraba con melancolía hacia la ventana. Su aspecto era tan frágil que casi parecía volverse transparente, como si un mínimo soplo de viento pudiera desvanecerla.

Álvaro tocó la puerta con los nudillos.

—No tengo hambre, no quiero comer, —murmuró ella, sin fuerzas.

—Deja de fingir, —respondió él, ya avanzando—. ¿No era a mí a quien esperabas?

Noelia se volteó con cierto dramatismo, como si recién notara que era él.

Al verlo, sus ojos se humedecieron de inmediato. Aquella técnica de lágrimas instantáneas no era nueva en ella; desde siempre había cultivado una imagen de fragilidad frente a Álvaro.

—Álvaro, pensé que no vendrías, —dijo con un nudo en la garganta.

Él clavó la mirada en la pequeña habitación. Era un cuarto individual muy sencillo, ni siquiera había una silla decente donde
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