Capítulo 278
—No te enojes. Esta era la única vez; después de hoy, no volverán a molestarte —dijo Álvaro, interpretando la actitud de Gabriela como un enfado por la visita de Antonio y los demás.

—Mucha gente afuera tiene ideas erróneas sobre ti, en gran parte por culpa de ese grupo. Era justo que vinieran para aclarar las cosas.

Pero Gabriela, de pronto, apartó la mano que él tenía sobre su mejilla.

Sin previo aviso, se tapó la boca y salió corriendo de vuelta a la casa.

Álvaro se quedó perplejo un instante, luego la siguió con prisa.

Gabriela se encerró en el baño antes de que él llegara a la puerta, y enseguida se oyó cómo vomitaba sin parar.

Álvaro frunció el ceño y le pidió a una de las empleadas que trajera agua tibia.

Quiso entrar al baño, pero Gabriela había puesto el seguro.

—¿Gabriela? —llamó suavemente, golpeando la puerta.

—¿Podrías dejar de rondarme? ¡Qué fastidio! —se oyó la voz impaciente de ella tras unos segundos.

La mano de Álvaro, que seguía sujetando el picaporte, se quedó quiet
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